martes, 16 de noviembre de 2010

Gente que se copia a sí misma




Llevo dos semanas pensando en pensar algo inteligente sobre Copia Conforme (Copia Certificada) de Abbas Kiarostami y sé que no sé suficientemente sobre cine para hacerlo, que tendría que saber más de Rossellini, de Antonioni, para decir algo sensato.
Pero, asomándome como un triste voyeur a un paisaje extraño, veo un lento y suave discurso, con una distancia entre irónica y sensata, sobre el sujeto y la imagen. Se ha dicho que vivimos en un tiempo en el que el discurso no es más que un pie de foto de la imagen. Y en eso consiste la película, en una meditación sobre lo que significa elaborar un pie de foto en la imagen: una pareja pasea por un pueblo italiano (sólo Erice y Kiarostami saben hacerlo). La imagen de la pareja no cambia: una pareja que pasea. Pero el discurso se quiebra en dos. En la primera parte, un ensayista que habla de la importancia de las copias es seducido por una galerista especializada en copias. Pasean por un pueblo italiano. A la mitad de
la película comienzan a fingir que son una pareja: ¿comienzan a fingir su real yo en su vida real? y la imagen continúa pero ahora tiene el sentido de una historia de atardeceres amorosos, de nostalgias, enfados, chistes, miradas y desesperanzas.



En Kiarostami los rostros se hacen paisajes y los paisajes rostros: se confunden las calles con la historia y la historia con los rincones: una meditación sobre una fuente es una meditación sobre qué es una pareja, una ventana a un jardín donde se celebra una boda es una ventana al tiempo.
Pero el discurso de Kiarostami tiene lecturas es estratos insondables: una existencia donde la máscara es tan importante como lo enmascarado, donde la realidad es la copia certificada de la realidad, donde los sujetos fingen ser sí mismos.
El juego especular de la cámara, la copia, el doble, la imitación de sí, la nostalgia de lo original y la melancolía de la máscara, convierten Copia Conforme en un discurso-imagen sobre la identidad que cava hasta allí donde nuestra pala se dobla.

Imprescindible.


PD:

1) Hay que verla en versión original: si no, se pierde el discurso-copia, que consiste en el juego del inglés que pasa a francés, y a la inversa, y ambos al italiano. Una nueva metáfora sobre la identidad europea.

2) Es interesante repasar las críticas de la película. También la de El País: nuestro profundo Carlos Boyero se aburrió. Vaya. La posmodernidad se aburre. ¿Quién la desaburreará?


2 comentarios:

  1. http://www.decadamenos.co.cc/index.php?option=com_content&view=section&layout=blog&id=6&Itemid=27
    La certificación, al final, viene a nuestro lado.


    Un saludo

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  2. Simplemente maravillosa.Estos momentos que Kiarostami nos regala son los quedan sentido a mi vida.

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