La fiesta del Corpus me permite ajustar con varios obreros ciertos chaperones para mantener la casa. Por cierto: una interesante fiesta que, comentaba Carlos hace unos días, es una fiesta para y de marranos, la fiesta en que los cristianos nuevos debían mostrar su entusiasmo ante los símbolos de la Contrarreforma para no ser acusados de judíos conversos. Están por escribir muchos capítulos de la historia religiosa. Esperemos.
En fin, a lo que íbamos: la casa con obreros a los que conozco hace años: albañiles, ebanista, pintor, ... Artesanos que restauran tu casa con un cuidado y dedicación que desearía yo en mis ámbitos profesionales. Miro con envidia la capacidad de desenvolver mucho trabajo sin que apenas se note el esfuerzo, la sabiduría creativa para resolver problemas que a mí se me antojan titánicos, la paciencia para soportar el estar en un entorno ajeno y no siempre amable, la constancia en el esfuerzo,... De nuevo recuerdo con cierta ira cómo la filosofía ha tenido sus criterios aristocráticos de distinción: las artes liberales antes que las artes prácticas, el genio por encima del artesano, el intelectual antes que el obrero. Pone el carro antes de los bueyes: como si el lenguaje fuese más excelso que la escayola y el conglomerado. De las tres características que definen a la especie humana, el lenguaje, la socialidad, la creatividad técnica, me quedo con esta última. Me quedo con quien es capaz de entrever una obra terminada y poco a poco conseguir que salga adelante.
Ya se ha olvidado el viejo sueño de la superación de la división entre el trabajo intelectual y manual, quedó como un eslógan de los años salvajes, pero aún queda la división entre las artes del espectáculo y los que montan las tramoyas. Me refugio en la mirada irónica de Amos Oz, que no ha renunciado a vivir en el kibutz, y sostiene la misma tesis que estas líneas: cuando las cosas vienen duras, vale más un buen ebanista que mil filósofos online. Es lo que quiero ser de mayor.
Creo que la mayoría de filósofos, artistas, y demás pensadores, se olvidaron pronto de que eran unos albañiles más de la sociedad. Ellos se especializaron en la compactación del cemento con el que unir los ladrillos que forman el edificio de la sociedad. Eso explica que el edificio se venga abajo una y otra vez.
ResponderEliminarHola Fernando.
ResponderEliminarDudo mucho que se acuerde de mí pero fui alumno suyo en la facultad de filosofía en Salamanca. Creo recordar que me dio Filosofía de la psicología y... ¿Historia de la ciencia? No recuerdo cómo se llamaba la asignatura pero recuerdo la estrella pitagórica, el nacimiento de la perspectiva o las diferentes concepciones del espacio y del tiempo...
En cualquier caso me gustaría felicitarle, por lo menos en lo que respecta a esos años en Salamanca, porque era de los pocos profesores a los que daba gusto escuchar en clase y cuyas enseñanzas parecían servir para algo.
Un cordial saludo.
Está muy bien el comentario, con todo su candor romántico, pero lo cierto es que los prístinos artesanos mencionados ganan más dinero que los profesores de filosofía, engañan a éstos siempre que pueden, los consideran unos cretinos, les quitarían el empleo si pudieran, se imaginan sus comentarios románticos y se ríen desabridamente de todo ello. Yo cuando tengo una avería prefiero aguantarme con ella antes que sufrir las estafas y sevicias de toda esta gente.
ResponderEliminarEl último comentario parece más propio de un petimetre que de un profesor de filosofía. La generalización que hace es propia de descerebrados. Es como si yo al oir su comentario dijera que todos los profesores de filosofía son mentecatos. Pues no, hay profesores que son verdaderos zopencos, a las pruebas me remito, y los hay muy loables.
ResponderEliminar, con mucha capacidad y talento.
Si el padre de este señorito, hubiera tenido un padre que se apagaba cigarros en los callos de la mano producidos por el duro trabajo en la obra, supongo que entonces no diría semejantes majaderías sobre todos los obreros.
Al de los "prístinos artesanos": probablemente ganen mas algunos obreros que algunos profesores de filosofía; yo estoy dispuesto a pagarle más a un fontanero para que me arregle una fuga de agua en mi casa que a un filósfo - a cualquier filósofo - porque me arregle...por que me arregle...hummm, ¿para que me sirve un filósfo?, o ¿para que sirve un filósfo?. Que respondan los filósfos
ResponderEliminarMiguelo, yo me di cuenta hace poco de que de mayor quiero ser filósofa porque lo considero el mejor trabajo del mundo: te pagan -mucho o poco, da lo mismo mientras te permita vivir- por hacer algo que nadie tiene claro en absoluto para qué sirve, si es que sirve de algo. ¿Se te ocurre algo mínimamente comparable?
ResponderEliminarNo has contestado Paula. Obtener dinero por algo que nadie tiene claro para que sirve, es como .. por compararlo algo... como el que vende placer sexual
ResponderEliminarla filosofía sirve para salir del encantamiento de becerro en que algunos se hallan sumidos...
ResponderEliminarVaya, vaya.
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