Los filósofos, como el que escribe, no se ocupan de la realidad, se ocupan de los conceptos. De la realidad nos ocupamos todos, cada cual en su tiempo y lugar, con sus sueños y sus habilidades. Marx estaba casi completamente equivocado en su conocida tesis sobre Feuerbach: los filósofos hasta ahora han interpretado el mundo, desde ahora deben dedicarse a cambiarlo. Me parece más honesto con el mundo invertir los términos: hasta ahora los filósofos no han hecho otra cosa que intentar cambiar el mundo, convertirse en intelectuales a los que todos siguen pero sin pagar el precio de la responsabilidad cuando las cosas no son como ellos dicen. A partir de ahora deberían ayudarnos a interpretarlo. Tratar con los conceptos, es cierto, puede ayudar a cambiar la realidad, en la manera indirecta que consiste en que los conceptos nos hacen más discriminativos, sensibles, profundos. Sólo en este sentido se puede afirmar que los filósofos pueden cambiar algo.
Ni siquiera los conceptos: en cierta forma, los filósofos sanamos palabras gastadas y heridas. Las palabras terminan siendo barreras que incomunican, ocultan, crean nieblas de ambigüedad, cuando no de hastío y desesperanza. ¡Se nos vienen tantas palabras gastadas a la cabeza. Palabras que en otro tiempo fueron símbolos de la mejores intenciones!
Las palabras, sin embargo, no mueren: quedan en el estado lamentable al que las conduce el uso irresponsable, retórico, demagógico. Deben ser curadas, hay que reestablecer los sentidos perdidos de los términos, descubrir los estratos que el polvo de la inconsciencia ha ocultado.
Imagino, como en Farenheit 451, una comuna en la que cada persona filósofa tiene a su cargo el cuidado de una palabra, la restauración de su fuerza, el levantarla de nuevo sobre sus pies, el soplar sobre los polvos del olvido.
Querría ocuparme de una de ellas: "experiencia", pero me asusta no tener la experiencia suficiente.
Me encantó el artículo.
ResponderEliminarSólo te faltó decir: "Manos a la obra"...
Saludos,
Danhir
:-)
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como "tente-en-pié"
y a modo de thought for food
por experiencia me gusta pensar en una especie de híbrido entre ex-terior
y perí-metro
sin miedo porque
quizá sea cierto que la contemplación de los conceptos
como de las ideas
sólo puede realizarse "propiamente"
desde fuera
y una vez muerto
así que...
no queda mucho que perder
conceptualmente
quizá sólo podamos
desbrozar campos
o adorar árboles
para entender el bosque que no vemos
lo que se dice
"estar en un berenjenal"
y además siendo un poco berenjena
con la perspectiva visual
que implica:
a un metro y algo del suelo
y entre hojas