Si las ideas no son transparentes respecto a los intereses, si no lo son los propios agentes, hay que matizar la creencia de que las ideas dominantes son las creencias de la clase dominante. Se acabó, sostiene JLB, el tiempo de la crítica fácil, bienpensante, que "descubre" y desvela con eficacia la ideología en su expresión artística, filosófica o sociológica. Si el enmascaramiento es la regla, ¿dónde enmascararse mejor que en la misma "resistencia"? Éste es el problema. Nuevo escepticismo que nos genera una tensión emergente: ¿acaso estamos haciendo el trabajo funcionarial de la ideología (de la clase) dominante? Esta pregunta induce una paranoia también de nuevo rostro: la de capturar al intruso, la de desenmascarar al traidor como actividad autojustificatoria. Entre crédulos y paranoicos parecen resolverse los gestos en el espacio creativo. Pero quizá ésta sea la verdadera estrategia de la ideología dominante: minar la confianza en el fin con el fin de la confianza. ¿Qué hacer, qué pensar, qué creer, en tiempos de opacidad?
De ahí el mordiente de la pregunta de JLB: la transparencia de la confianza no puede basarse ya en la confianza en la transparencia. La ideología de la crítica se ha adueñado de la crítica de la ideología, se ha llenado de bienpensares y moralinas pero también del desánimo por toda interpretación que no sea malinterpretación.
Cuando uno enuncia una pregunta escéptica, se espera, dará una respuesta no escéptica que seguro que tiene oculta en su bolsillo. Pues no. No es mi caso. NO SÉ. No sé responder.
Apunto esperanzas: la resistencia más efectiva empieza a ser, en tiempos de capitalismo cultural, la resistencia a la interpretación. Hacer que la interpretación cueste, sin acabar con ella. Ciertos gestos, ciertas palabras, cierto arte que se presenta y no es pura banalidad.
Para recuperarse del desánimo: pasear como pensar. Pensar como pasear: en la calle de la Palma, en el corazón de Malasaña, La Pieza, galería alternativa, reúne objetos no interpretables, reciclados y reciclables, ejercita un gesto en el espacio urbano que restaura la confianza. Para quienes crean que pasear es algo más que ir a los sitios debidos, que es también descubrir las zonas de resistencia, les recomiendo vagabundear por la vida de los objetos cuando los objetos ya han dejado de tener vida. Hay muchos sitios más, pero éste es uno de ellos.
"Nuevo escepticismo que nos genera una tensión emergente: ¿acaso estamos haciendo el trabajo funcionarial de la ideología (de la clase) dominante? Esta pregunta induce una paranoia también de nuevo rostro: la de capturar al intruso, la de desenmascarar al traidor como actividad autojustificatoria. Entre crédulos y paranoicos parecen resolverse los gestos en el espacio creativo. Pero quizá ésta sea la verdadera estrategia de la ideología dominante: minar la confianza en el fin con el fin de la confianza."
ResponderEliminarMoralizar y desmoralizar, moralizar falsamente, desmoralizar para sobrepasar, implantar una cultura que conviene al culto al capital. Mientras tanto, los buenos artistas son subestimados y los artistas del establishment hacen su agosto. No he leído el artículo que recomienda ni tengo tiempo ahora mismo de responder más elaboradamente, pero subscribo ese pasatiempo paranoico que con esas palabras nos ha puesto de manifiesto. Muchas gracias
El otro día, paseando con Alberto M., comentábamos lo difícil que se está volviendo situarse correctamente en el espacio intelectual, pero eso vale también para el político. Uno no quiere tener nada que ver con el PSOE, pero tampoco quiere que le asocien a la derecha ¡de ninguna manera!, porque en el fondo le gusta considerarse izquierdista. Así que vota a Izquierda Unida o se queda en casa. Yo me quedo en casa.
ResponderEliminarEn lo intelectual, a algunos nos gustaría combinar la mirada abstacta y trascendente del filósofo con la lupa que se pega a las cosas del antropólogo. Huyendo por igual de la miopía y del astigmatismo, tratamos de encontrar el ajuste apropiado del diafragma y nos encontarmos con el problema del dichoso "sujeto neutro". Uno sabe que la objetividad es una ilusión, y además está demodé, pero se resiste a abandonarse alegremente al pop-modernismo verborreico y al todo vale de la industria de lo contra-cultural. ¿Qué hacemos entonces? Tratar de bañarnos mientras guardamos la ropa... tratar de mirar las cosas desde la distancia, sin mucha confianza en esa distancia... o en la transparencia que supone.