Ciencia, filosofía, poesía: como si el lenguaje fuese un poliedro en el que se te permitiese estar en una de las caras pero ver la otra de lejos. Como si las transiciones fuesen siempre inevitables.
Mientras preparo comentarios de Wittgenstein y Proust para el curso sobre la identidad, me encuentro con la reciente traducción de los poemas de Verónica Forrest-Thomson, breve poeta inglesa que se suicidó en 1975; que estuvo casada y divorciada del crítico Jonathan Culler; que, a pesar de moverse en lo más sofisticado de la posmodernidad, admiró la ciencia y la filosofía exacta y escribió un poema que me cae como una losa en este instante porque une en un mismo texto, en un mismo lenguaje que entiendo y que necesitaría una vida para decir por qué, a Proust, a Wittgenstein y al sentimiento que tenemos todos los que alguna vez escribimos con más lucidez que pericia que hay un pozo profundo entre la escritura y el ser capaces de iluminar las profundidades. He retirado del poema las notas que lo completan. Forman parte del poema pero no añaden nada al sentido de lo que me urge expresar: Proust y el dolor como el único lugar en el que la escritura puede hablar sobre algo que represente la subjetividad sin mediaciones; Wittgenstein y la conciencia del lenguaje como algo más/menos que una jaula: como un lugar en el que vivir; la nostalgia de la poeta de un libro que nunca escribirá: el libro que todos leemos y que nos hace seguir habitando en la casa del lenguaje a pesar de que hace tiempo que tendríamos que habernos ido a vivir la vida:
El Libro Marrón
Pero en un cuento de hadas la marmita también puede oír y ver
y ayudar al héroe en su tarea
de alentar algo hasta convertirlo en sus propios pensamientos,
Noms de Personnes, Noms de Pays
como Proust enseñó le tout Paris
su pequeña frase
intentando conseguirlo entre el dolor y su expresión.
La vida yace entre Combray y Illiers.
No es imposible que las reflexiones en torno a una magdalena
iluminen una mente,
pero un hombre que quiere detalles concretos
grita de dolor
con la superficie afásica de los objetos y sucesos
de un día,
sólo puede elegir la boca con la que dice:
debería haberme gustado escribir un buen libro.
Eso no ha ocurrido
pero ya pasó el tiempo en que podía mejorarlo.
Verónica Forrest-Thomson. Traducción de Raúl Díaz Rosales. Poesía. f. figura de pensamiento. Antología
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar