domingo, 20 de febrero de 2011

La memoria herida




Son (somos) muchos los que creen que el trabajo de la memoria no puede hacerse sino en el entorno de la imaginación. Así, el trabajo del duelo que acompaña a los humanos que han perdido lo querido, pasa por varias fases productivas: en la primera, la imaginación opera haciéndonos saber lo valioso que hemos perdido; la persona o bien perdido es re-presentado en sus mejores momentos. Sostiene Freud que el duelo es, al menos en esta fase, narcisista, pues no es al otro a quien pensamos, sino a nosotros mismos bajo la condición de desposeídos. En nuevas fases (Freud ya no las trata: simplemente postula una sustitución del bien), la imaginación productiva en la memoria relata en formas alternativas a la persona o bien querido acercándolo a una visión más realista y comienzan a surgir episodios que muestran luces y sombras de aquella persona o bien. Podría verse cínicamente como un ejercicio de "están verdes", ya no me gustan, como un reconciliarse con la pérdida diciendo que no se ha perdido tanto. Pero también puede pensarse como un ejercicio de sano cicatrizar de la herida, de hacer que la memoria nos reconcilie con la realidad.
Vienen estas abstractas divagaciones sobre la productividad del duelo a propósito de Pa Negre, que felizmente ha sido rescatada de la marginalidad (a la que probablemente había sido condenada por estar rodada en catalán) por una, por una vez, lúcida Academia de Cine. Es un ejercicio de duelo en la segunda fase. Comparte con las grandes obras narrativas de la memoria de la Guerra y Posguerra algunas metáforas: el fantasma, los ojos del niño, la colmena, la jaula de pájaros. Mi canon de obras imaginativas que hayan contribuido a un trabajo del duelo es muy corto: La caza, El espíritu de la colmena, en cine, La plaza del diamante, en literatura, pocos más (presentes en Pa Negre muy explícitamente).
La idea es simple: cuando recordar es doloroso, en la segunda fase del duelo, es porque la memoria nos trae algo más que buenos recuerdos. Quizá el mensaje conservador pudiera leer esta película como "también los rojos,..". No. Ésta es una película sobre qué hacen las guerras con los hombres. Y lo que hacen es destruir cosas más profundas que la vida. Que nadie salga indemne no significa que las víctimas y los verdugos sean iguales sino que el mayor éxito del verdugo es lograr la destrucción completa de la víctima y llevarla a un infierno sin futuro. Si la posguerra española está aún por re-presentar es porque no podemos: porque el daño que hizo aún nos ensucia. Por eso, tras el relato de la primera fase del héroe resistente, cabe comenzar a pensar en los relatos complejos como Pa Negre, en donde se comienza a hablar (quizá por primera vez, y tal vez por eso metafóricamente) de nuestra herencia. Puesto que, como en la novela y película, la herencia está manchada, recordar es recordarnos que hay trabajos de duelo aún por hacer y mucho más urgentes que los de historias de héroes y villanos. Para los españoles, Pa Negre podría suministrar algunas claves sobre la transición y la generación que la hizo de las que aún, tal vez, no somos capaces de hablar.

2 comentarios:

  1. Me gusta mucho su reflexión la película y coincido plenamente con lo que dice. España necesita reconciliarse con su pasado.

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  2. Lamento no estar de acuerdo con Meredes. La reconciliación me suena a demasiado iluminado, muy de ciencia ficción, como tantas otras doctrinas de la Ecclesia. Dice la Ecclesia que: "Sólo el Bautismo y la Reconciliación dan de por sí la Gracia, para cualquier otro sacramento es necesario arrepentirse de los pecados...". Creo que en la historia de este país es necesario el arrepentimiento para experimentar la redención. Sin verdadera voluntad de admitir la responsabilidad por unos males, no habrá nunca expiación, menos si se desea usar para este fin al becerro de oro (parece que esa es la opción elegida, por desgracia). Muy bueno su artículo

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