jueves, 10 de marzo de 2011

La senda bajo los jacarandás

Los humanos son animales que pasean, sostiene Tim Ingold en su monografía Walking. Se reconocen las culturas por las aceras por las que pasean: paraísos sin aceras, cuando los automóviles eran la excepción; sendas de bosque, paseos de parque, ... Estos días habito el campus de la Universidad de Costa Rica en San José. Pequeños edificios funcionales bajo un bosque de altísimos árboles, entre los que no faltan los jacarandás, los árboles que identifican para mí todas las plazas y calles de Latinoamérica. Están en flor, ahora avanzada la época seca. Bajo los jacarandás, las aceras apenas si son sendas, muchas de cemento o ladrillos sembrados de fallas, bordeados de hierba. Álvaro me dice: esto es lo que pasa en los países subdesarrollados, no tenemos infraestructuras. Y miro alrededor a los miles de estudiantes, que comienzan las clases a las 7.30 (muchos continúan hasta las 10 de la noche), y veo los edificios humildes en su arquitectura pero en los que no faltan ni uno de los servicios de una universidad avanzada: bibliotecas por todas partes, llenas de alumnos aunque es el segundo día de curso, laboratorios, centros de arte. Por  las viejas aceras corren jóvenes y viejos; bajo los jacarandás, los alumnos de música ensayan sus instrumentos; un grupo atiende a una clase sentandos en el suelo; otros danzan y cantan capoeiras; un grupo lee poesías en español e inglés a un entusiasmado auditorio; las librerías y papelerías están llenas y hay colas para comprar los libros ahora que empieza el curso. No tienen infraestructuras. Tampoco tiene  ejército este país. Al llegar al aeropuerto no ves la ferretería que adorna a los policías de los países desarrollados,  de hecho no alcanzo a ver siquiera un policía. No hay infraestructuras. No como los lugares que conozco, donde cualquier poderoso quiere dejar constancia de su existencia erigiendo infraestructuras, contratando al mejor arquitecto para elevar edificios escultura, horadando los suelos en infinitos túneles, asolando las calles con infinitos caros pulidos granitos. No como los campus que conozco, llenos de bellos edificios y vacíos de árboles y de alumnos con entusiasmo. Y empiezo a creer que lo que nos faltan son superestructuras bajo las que cobijarnos, pasear, hablar, correr, estudiar, crear, soñar.
Sorprende en Siena la primera vez que uno mira el panel de Ambrogio Lorenzetti, El Buen Gobierno, lo que no se ve: no hay gobierno, solo gente feliz y trabajando. Hoy he recordado este panel paseando bajo los jacarandás y no viendo sino dignidad y sabio aprovechamiento de los limitados recursos. "Debajo de los adoquines está la playa" rezaba uno de los grafitis  del París sesentayocho. Debajo de las aceras de limpios granitos está la tierra en la que plantar jacarandás para sacar a pasear nuestros sueños.

2 comentarios:

  1. Jacarandás, en la sombra se habla, se ríe, se dinamita, se quiere comprender...
    "Magníficos y estirilizados edificios" sin amores florecidos entre sus sombras, sólo la fotografía de la modernidad.
    ¡Me siento bien con el suelo virgen, aunque la inocencia está irremediablemente perdida!

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  2. Ya que estás en Costa Rica, no te pierdas un paseíto por unas playas maravillosas ¡y anchas! Se entiende: sin "infraestructura infrahumana" metiéndose adentro del mar que ya no permite saber adónde estuvo alguna vez la arena...

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