Uno se pregunta, como otras veces se ha hecho en la
historia, si es posible la filosofía (o la lírica) en los tiempos oscuros que
corren. Cuando ves que, a tu lado, uno
a uno van perdiendo el trabajo conocidos tuyos, las becas tus alumnos y las
esperanzas todos, el ánimo y la concentración para seguir pensando sobre
epistemología, teoría de la acción o metafísica del sujeto se contraen,
pareciera como si tales dedicaciones fuesen no más que una frivolidad en un
mundo en el que lo que importa es volver a poner en marcha el motor
de la historia. Pero también es cierto que siempre fue así, que la filosofía,
como otras formas creativas de la cultura, produjo sus frutos en los momentos
más negros de la historia, o quizá gracias a ellos.
Pensaba en estas cosas el viernes mientras
se constituía en el Salón de Juntas de la Facultad de Filosofía una red defilosofía con todas las asociaciones de filosofía y los decanos de las
facultades. Observaba (y me observaba) y escuchaba las razones y los proyectos,
y notaba que el tiempo histórico hacía su trabajo generando un nuevo ánimo de
escuchar a los otros y crear redes de apoyo mutuo. No había observado algo
parecido desde los más viejos tiempos de la transición cuando los congresos
llamados de filósofos jóvenes reunían a las más diversas voces bajo un estado
de curiosidad provocado por la indignación: escuchar ideas porque la realidad
es sólo ruido.
Quizá esta iniciativa quede en poco, como
ocurre tantas veces. Pero es un signo de que en la sociedad hay ya un nuevo
deseo de retejer lazos no importa en qué zona de lo social y con qué proyecto.
Tal vez sea una reacción humana --una reacción que nos hace humanos -- la de
reaccionar en las catástrofes agarrando la mano del vecino. A veces se tarda en
darse cuenta de que no hay otro remedio. Pensaba en ello, también estos días,
leyendo la biografía de Samuel Beckett ( de quien Adorno pensaba que era quien
mejor había entendido cómo escribir en/sobre los tiempos oscuros) que ha
escrito Anthony Cronin, y que recomiendo con entusiasmo. Beckett, un joven tan
lleno de proyectos de ser escritor como de complejos y rencores, se encuentra
en París cuando las tropas nazis invaden Francia. Se enrola en un grupo de la
Resistencia (Gloria) cuando no había grupos de la Resistencia y cuando incluso
los comunistas (sic) predicaban la cooperación con el invasor, la acogida a quienes
habrían de racionalizar Europa y acabar la guerra rápido. En 1940 sólo algunos
intelectuales notaron lo que estaba pasando, y qué significaba la persecución a
los judíos con la que la mayoría de los franceses estaba de acuerdo. Tres años
más tarde, refugiado en un pueblo provenzal, veía cómo por fin reaccionaban sus
vecinos y se enfrentaban al ocupante. En esos tres años todo había sido
atmósfera de amenaza y oscuridad. Pero los franceses empezaban a curarse del
egoísmo y Samuel Beckett empezaba a escribir Watt en las condiciones más
precarias del mundo.
Beckett, Celan, Levinas y Wittgenstein son producto de aquellos días. Fueron pese a ello, o a causa de ello, capaces de doblar el discurso y hacer que el lenguaje reflejase el mundo como un espejo oscuro, y en su aparente ilegibilidad fueron instrumento para recrear lazos entre los humanos y la historia. De manera que, en medio de la tormenta, si, como Bercht, nos preguntamos sobre qué se escribirá, o si se escribirá acaso, en los tiempos oscuros, podremos responder que se escribirá sobre los tiempos oscuros, y que, aunque el discurso de epistemología, teoría de la acción o metafísica del sujeto parezca ininteligible, estará haciendo crecer en el mundo un lenguaje necesario para que los lazos crezcan y se estrechen.
Beckett, Celan, Levinas y Wittgenstein son producto de aquellos días. Fueron pese a ello, o a causa de ello, capaces de doblar el discurso y hacer que el lenguaje reflejase el mundo como un espejo oscuro, y en su aparente ilegibilidad fueron instrumento para recrear lazos entre los humanos y la historia. De manera que, en medio de la tormenta, si, como Bercht, nos preguntamos sobre qué se escribirá, o si se escribirá acaso, en los tiempos oscuros, podremos responder que se escribirá sobre los tiempos oscuros, y que, aunque el discurso de epistemología, teoría de la acción o metafísica del sujeto parezca ininteligible, estará haciendo crecer en el mundo un lenguaje necesario para que los lazos crezcan y se estrechen.
Las situaciones desesperadas suelen ser las mas provechosas.
ResponderEliminarY aunque hay ejemplos para demostrar cómo algunos individuos han supeditadosus intereses materiales a sus inquietudes intelectuales. Lo normal es esperar que muchos de los que se ilusionan por un proyecto como "red defilosofia", solo estén intentando saltar de una estructura que se tambalea amenazada, en los tiempos que corren, por los paradigmas de la productividad y la competitividad, a otra estructura con algún horizonte.
De estas situaciones salen los cambios, siempre se intenta superar la "crisis", pero a veces es mejor hacer "lisis".
Ana la de la Carpetana.
No hay nada mejor que la filosofía para iluminar los tiempos oscuros. La ignorancia no haría sino perpetuarlos
ResponderEliminarSí, la filosofía -y el conocimiento en general- crece incluso en los terrenos más escarpados. Imagino que la metafísica, la teoría del conocimiento y la ciencia matemática, con eso de que son ciencias puramente especulativas, que no precisan de la experimentación, pueden desarrollarse allí donde hay genio y tiempo. Saludos
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