Ciégate para siempre:
también la eternidad está llena de ojos-
allí
se ahoga lo que hizo caminar a las imágenes
al término en que han aparecido,
allí
se extingue lo que del lenguaje
también te ha retirado con un gesto,
lo que dejabas iniciarse como
la danza de dos palabras sólo hechas
de otoño y seda y nada.
Terribles y hermosas son las palabras de Paul Celan. Un oscuro epitafio para la tumba del arte, tal como fue concebido en la modernidad, heredero de la religión en la misión de educar a la humanidad en un proyecto hecho de imagen y palabra. Sabemos que el modernismo fue un proyecto crítico de reflexión sobre la modernidad, sobre la pérdida de sentido del lenguaje y la imagen, que dio origen a lo que llamamos vanguardia: un destino de pureza estética que distanció a la forma de la obra de arte de los objetos inteligibles cotidianos en los que habitamos. La obra de arte se hizo progresivamente ilegible, ininterpretable, guardiana de "un ruido secreto" (como titulaba Duchamp una obra en la que escondía el misterio de una frase ininteligible y de un objeto inaccesible, ambos productores de un ruido secreto. José Luis Brea dedicó uno de sus mejores libros Un ruido secreto. El arte en la era póstuma de la cultura (1996) al significado de esta obra)
El destino del arte contemporáneo parecía estar entre el vacío, la ausencia de sentido, o, peor aún, la teatralidad, la intención escenográfica para llenar el espacio de estas nuevas iglesias en las que se han convertido los museos de arte contemporáneo. Otra forma de vaciedad. El modernismo como instancia crítica del arte moderno parecía así estar condenado a su auto-socavamiento.
Mas las palabras de Celan apuntan a un sino aún más tenebroso que el del silencio, vacío, ausencia. Celan, desesperado, desesperanzado anima al artista a abrazar el mismo camino del rey Edipo: cegarse para siempre, enmudecer, arrancarse los ojos, cortarse la lengua y la mano de escribir. Porque son las propias imágenes y palabras las que han huido del sentido, no ya la obra ni las intenciones del artista.
Un fracaso aún más profundo si consideramos que la imagen y la palabra fueron, cada una a su modo, las fuentes de la religión: religiones de la imagen, religiones de la palabra. Aún a comienzos del siglo pasado podían discutirse las consecuencias de la muerte de Dios. Celan se convierte en el profeta de otra muerte, la de la imagen y la palabra, cada una a su modo madres de Dios. El destino al que nos llama Celan es el de edipos ciegos, encerrados en un infinito balbuceo sin sentido. Samuel Beckett, en El innombrable, habría de narrar el mundo absurdo de esta nueva figura de lo humano. Es la culpa de quienes antes de cegarse y enmudecer habían destruido el significado.
Un fracaso aún más profundo si consideramos que la imagen y la palabra fueron, cada una a su modo, las fuentes de la religión: religiones de la imagen, religiones de la palabra. Aún a comienzos del siglo pasado podían discutirse las consecuencias de la muerte de Dios. Celan se convierte en el profeta de otra muerte, la de la imagen y la palabra, cada una a su modo madres de Dios. El destino al que nos llama Celan es el de edipos ciegos, encerrados en un infinito balbuceo sin sentido. Samuel Beckett, en El innombrable, habría de narrar el mundo absurdo de esta nueva figura de lo humano. Es la culpa de quienes antes de cegarse y enmudecer habían destruido el significado.
Me cuesta mucho trabajo entender todo esto. Yo tiendo más a creer en las clases naturales y en la referencia directa, pero el mundo está tan revuelto que seguro que lo que yo creo es compatible con lo que dice usted. O quizá no, no sea compatible, pero dé igual. En cualquier caso, da la impresión de que los profesores de Lógica se han vuelto un poco raros últimamente.
ResponderEliminarYo pienso que Edipo prefirió enceguecer-se, antes que enfrentarse al carajal de parentesco que había perpetrado.
ResponderEliminarPreviamente había enmudecido, mientras reflexionaba que siendo ya imposible disimular, tenía que declararse culpable (culpable, si y el prota de toda la historia).
Pero en este berenjenal, ¿Quien construyó LA CULPA?, ¿quien dijo qué lo que era el bien y el mal?
Perdón pero es que cada vez que me cruzo con Edipo, se me atraviesan atávicas dudas.
Ana la de la Carpetana.
"¿Quien construyó LA CULPA?, ¿quien dijo qué lo que era el bien y el mal?" - Creo que eso se aprende en la práctica. Todo el mundo conoce aquello que le sienta BIEN a su organismo y aquello que le sienta MAL (y si no lo conoce necesita aprenderlo). Esa es la primera distinción entre el bien y el mal. Hay muchos más niveles en los que se pueden distinguir ambos. En cuanto a la culpa, hay muchas consecuencias que nos suceden cuando tomamos el mal por bien y el bien por mal, y la menor de sus consecuencias es ésta. Hay otras consecuencias mucho peores aún. Digamos que la culpa es como un recuerdo muy dificil de borrar
ResponderEliminarLo que nos sienta bien a los individuos, puede que creamos saberlo todos. Pero lo que le sienta bien a la sociedad en la que vivimos, es un conocimiento que se apropian y detentan unos cuantos, que curiosamente forman parte de las estructuras de poder.
ResponderEliminarY el poder se ejerce, a saber: en la aldea, el jefe; en la fábrica tambien es el jefe. En la Iglesia, el Papa. En la gerra, el general (o al que le toque). En la familia, el padre a veces la madre. El hermano mayor, sobre los menores; los tios sobre los sobrinos, los abuelos sobre los padres, los tíos y los sobrinos; y así todo el rato.
Cuando un subordinado se rebela, amenaza cualquier estructura social. Cuando un soldado no obedece a su genral. Cuando un hijo mata a su padre, el edificio social se tambalea. Cuando un hijo mata a su padre y se une a su madre, es que amenaza lo mas elemental de la estructura social.
Esto es lo que a mí me choca; cómo este mito, explica y convence de lo mal que se siente alguien que ha transgredido las normas de las estructuras sociales, que se siente tan culpable que se saca los ojos (¡que grima!).
Parece muy didactico, como Sófocles convence a los lectores, de lo abominable que es matar al padre. En esa época en otros grupos indo-europeos, los hijos se cepillaban al rey su padre y luego a veces, la emprendían entre ellos; esta costumbre llega hasta la época de los visigodos de hispania.
Este es mi tema: ¿fue Sófocles o su consejero espiritual?, el que construyo, estas prohibiciones, estas abominaciones; que tanto separaban a los griegos de otras culturas y sobre todo del resto de los mamiferos. LA CULPA.
El bien, el mal, lo abominable, la culpa. Cómo se construye, cómo participamos, es esto lo que me mete loca.
Luego de tanta reflexión nos echamos unas risas con:
http://www.youtube.com/watch?v=GfHrrQyaKpM. O con la letra de la canción: http://www.coveralia.com/letras/epopeya-de-edipo-de-tebas-les-luthiers.php
Ana la de la Carpetana.