sábado, 1 de febrero de 2025

Filosofía del presente

 



Casi todos los problemas filosóficos (casi todos los problemas humanos) contienen el tiempo en su núcleo interior. Hay tiempo porque la realidad es dinámica, como el río de Heráclito, porque hay cambio y transformación continua. El tiempo es el producto de estos cambios: hay tiempo porque hay mutación y causas y efectos. El tiempo es lo que nos indica la velocidad de estos cambios y su longitud. La heterogeneidad de los tiempos, su topología diversa es lo que convierte al presente en un tiempo denso. 

Hace trece mil quinientos millones de años empezó todo esto, el universo en que vivimos. Hace cuatro mil quinientos millones de años, el polvo de las estrellas construyó nuestra casa, el planeta Tierra, cerca de una estrella de mediana magnitud y media vida. Hace tres mil quinientos millones de años, la química del carbono construyó moléculas complejas, los aminoácidos, que se unieron en cadenas autorreproductivas y autocatalíticas, y crearon membranas para aislarse parcialmente del exterior. Así apareció la vida en las formas elementales de las arqueobacterias. Comenzó la larga historia del árbol de la vida en la zona crítica de la litosfera, respirando la nueva atmósfera de oxígeno que habían producido las bacterias anaerobias. 

Hace un millón y medio de años, en el Pleistoceno, el Homo ergaster, dotado de un cuerpo capaz de caminar erguido, con un cerebro mayor que otros homininos de los que descendía y escindido bicameralmente para que el lado izquierdo prestase atención a los detalles y su lado derecho comprendiese la trama de las cosas, talló bifaces con un trabajo cuidadoso y planificado, domesticó el fuego que aterrorizaba a los demas animales y creó espacios de intimidad a su alrededor, haciendo posible la explotación cultural de tres habilidades: la técnica, los lazos sociales y la comunicación compleja. Hace ciento cincuenta mil años Homo sapiens comenzó a colonizar el Planeta, dotado ya de técnicas de segundo orden (instrumentos para hacer instrumentos), estructuras de socialidad complejas (parentesco) y lenguaje articulado. Hace cuarenta y cinco mil años los grupos humanos crearon los símbolos externos: imágenes y signos que acumularon materialmente en las cuevas y las pieles la memoria del grupo.

 Hace catorce mil años domesticaron animales y plantas y comenzaron a intervenir activamente en la selección natural como nuevos agentes, modificando las especies y el suelo que las alimentaba. Hace cuatro mil años levantaron ciudades, escribieron leyes, constituyeron estados y establecieron clases, castas y violencia dominadora de hombres y mujeres. Hace trescientos años desarrollaron las tecnologías complejas del control de la energía fósil y de la producción de metales, especialmente acero, aglomerantes como el cemento y establecieron nuevos estratos geológicos en el Planeta en formas de ciudades, campos cultivados y redes de comunicación. 

Hace cien años modificaron el ciclo estable del carbono y sus emisiones comenzaron a producir un cambio en la temperatura media de la superficie terrestre. Hace cincuenta años desarrollaron el control de los campos electromagnéticos y crearon las memorias y los procesamientos electrónicos. 

Para decirlo rápidamente: el presente es tiempo congelado. Nuestros cuerpos, la carne y la mente, son depósitos de tiempo, documentos de naturaleza y de cultura, de evolución y de barbarie. Nuestro cuerpo es un documento de todos esos cambios. Contiene toda la sabiduría de la humanidad y todas las cicatrices de su violencia irracional. El tiempo de vida de la especie es finito, limitado, corto comparado con la vida de los árboles, largo comparado con otras especies animales, suficiente para crear estructuras estables autorreproductivas como los valores, las costumbres, los rituales, las instituciones. 

Y el poder. El poder es la capacidad de emplear el tiempo de los otros para los propios beneficios. Aprovechar sus ciclos de trabajo y descanso para producir mercancías convertibles en esa forma abstracta de poder que es el capital. Aprovechar los tiempos de sus sentimientos para inducir el miedo continuo a la violencia y crear la sumisión. 

Y la fe. La fe es la fuerza de la resistencia. El poder del presente donde se hace el pasado testimonio y el futuro objeto de proyectos e imaginaciones. Es el poder del cuerpo y la mente, en conjunción con otros cuerpos y mentes, con sus confabulaciones (relatos en común) y conspiraciones (respirando en común) y sus valore y compromisos compartidos, que se hace fuerza transformadora que crea tiempos de libertad. 

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