jueves, 24 de septiembre de 2009

Derechos de propiedad

Como en septiembre del año pasado, las tesinas del máster me reafirman en cuánto más aprende de los alumnos de lo que puede aportar. Entre otras, el trabajo de Eva González Los códigos rotos: amor, sexo e identidad en el ciberespacio, me hace pensar mucho sobre los nuevos espacios donde se configuran las identidades contemporáneas. Internet es uno de ellos. Aunque también las nuevas costumbres del turismo masivo, de los shopping malls, de los espacios públicos de entretenimiento (botellón y similares), están convirtiéndose en nuevas formas de condicionar nuestras identidades. Pero en fin: internet, las múltiples identidades que facilitan los nicknames, los contactos a distancia por texto o webcam, el no compromiso que facilita la distancia, etc., han modificado las prácticas de relación. ¿Cómo? Todavía tenemos más preguntas que respuestas. Las metáforas como "amores líquidos", etc. que se emplean entre los teóricos más famosos me suscitan más interrogaciones que respuestas.
Pero es cierto que algo se ha transformado y sospecho que tiene que ver con la nueva importancia de la imagen como artefacto que se desprende de la piel y se transforma en objeto.
En la vieja era escópica de los ojos biológicos, nuestra imagen dependía del ser o no ser mirado, algo que a su vez dependía de la posición, del poder ser visto, etc. La imagen dependía aquí de la propiedad que cada persona tiene del espacio: en primer lugar del espacio de su cuerpo, la más importante; en segundo lugar del espacio vital del propio cuerpo, de la distancia mínima en la que los movimientos no están condicionados por otros cuerpos (físicos o biológicos); en tercer lugar del espacio amplio (la propiedad de bienes). La imagen era un resultado sobrevenido del hecho que el cuerpo aparece en un espacio que nos desborda: el espacio público: un espacio de miradas y de acciones. El vestido, que muestra/oculta, fue uno de los primeros artefactos que derivaron de la propiedad del cuerpo (la coraza, etc.). Las primeras formas de poder: la esclavitud y otras, fueron dominaciones del espacio del cuerpo.
Están además los derechos que derivan del tiempo: el tiempo de trabajo, el tiempo de ocio, el tiempo de la vida. Cuando uno trabaja para otro, vende su tiempo por un salario; cuando uno comparte con otra persona el tiempo de su vida, ofrece, no vende, su tiempo.
¿Qué ocurre con la imagen en los nuevos regímenes escópicos de la era de la imagen? La imagen se ha hecho autónoma. Nos convertimos en imagen no sólo porque sea una parte de nuestro ser físico, sino porque podemos extraerla, manipularla, almacenarla, etc. La imagen se convierte entonces en una parte del mundo que puede ser propia o puede no serlo, que puede usarse como objeto o puede meramente contemplarse, que puede venderse o puede donarse, etc.
Diría lo mismo con la palabra en la era de la escritura, pero lo dejaré para otro día. Lo que importa de la imagen autónoma es que conforma un nuevo espacio de identidad. El que sea el sexo o el poder el resultado del uso de la imagen es ya menos importante: la cuestión es que la imagen-artefacto se ha convertido en una nueva forma de relación posible. Se intercambian imágenes como en los espacios más tradicionales se intercambiaban besos o fluidos. Pero este intercambio nos plantea nuevos problemas políticos y morales: ¿las imágenes son imágenes propias o apropiadas mediante explotación?
Internet es un nuevo espacio de poder y relación, de simetrías y asimetrías. Lo que ocurre es que ahora son nuevos derechos los que están en juego: palabra e imagen como artefactos autónomos. El tiempo de trabajo de la sociedad anterior ha sido sustituido por el tiempo de atención de la era visual. La imagen es el instrumento fundamental. Pero como ocurría con la época del capitalismo anterior, en donde la mercancía ocultaba su origen: el tiempo de trabajo, puede que ahora la imagen esté también borrando sus orígenes. Sin que aún seamos conscientes.
No sé. Lo pensaré.

8 comentarios:

  1. Yo tampoco sé, aunque me parece aburridísimo y una agobiante colección de tópicos. Con la cantidad de cosas que se pueden estudiar... Pero nada: a base de que los jóvenes se dediquen académicamente a estas cosas es como todas las demás pierden vigencia y ya no queda más remedio que tomarse en serio la cuestión de cuántos nicknames tiene uno como si fuera el mismísimo argumento ontológico. ¡Qué aburrimiento!

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  2. Para Anónimo: si te aburre tanto, no leas, nadie te obliga. Y si criticás, me parece de buena educación que dés la cara y no permanezcas anónimo/a. Yo me llamo Marina. Suerte.

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  3. Es divertida la opinión de Anónimo: la conquista del nombre es una de las conquistas más duras que tuvo que realizar la humanidad. Anónimo se aburre; Anónimo tiene las cosas claras sobre a qué debe dedicarse la educación; Anónimo tiene una idea definida de cuál es la jerarquía de los argumentos en filosofía. En la Odisea, cuando Ulises quiso salir de la cueva dijo también llamarse Anónimo: Soy Nadie, dijo. Adorno tiene unas divertidas consideraciones sobre esta forma de renunciar a la identidad para castigar o criticar.
    Gracias de todos modos.

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  4. Algo que caracteriza internet es el anonimato y cuando alguien sabe que de su cabecita no sale más que ponzoña pues es lógico que busque el anonimato. Se puede discrepar sin ser ofensivo. Si uno tiene una vejiga por cerebro lo mejor es que se beba el pis él, y no vaya salpicando por ahí...
    Y no sé porque digo esto porque tu rapapolvo era más que suficiente.

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  5. No sé si quedarme con la sutil réplica de Fernando o con la contundente de Mario, pero ambas son suficientes. Por mi parte, no le voy a seguir el juego.

    A lo que iba. Tengo una pregunta: ¿A qué te refieres con que la imagen puede perder sus orígenes? ¿A qué se vea inmersa en una lógica de mercado capitalista?

    ¿Cómo ves, cambiando de tercio, o no, las licencias creative commons? ¿Pueden ser un remedio para la situación?

    Estos temas se me escapan un poco, pero de lo que no cabe duda es de su plena vigencia.

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  6. Desde que tuve 18 años, siempre he tenido una especie de fobia a no identificarme; la primera vez que lo hice - no identifcarme - fue en contra de mi voluntad. En un sitio al que se le llamaba "debajo del puente", realmente una calle de Linares, sobre la medianoche de un sábado iba yo con mis libros a estudiar a casa de un amigo. La policía secreta (y esto no lo voy a explicar) me paró y me llevó a la comisaría que estaba al lado de la Plaza de San Franciso. Alli estuvieron durante cinco horas alterando palizas con argumentos menos persuasivos para que le dijera algo relacionado con unas octavillas que se habán lanzado dias at´ras. Era el año 1968.
    Yo era aquella noche tan oficialmente anónimo como quiso una circunstancia, el olvido de mi DNI. Desde entonces guardo reserva sobre el motivo del anonimato.
    Por otra parte, aqui ahora escribo anonimamente pero como al otro Anonimo - al que criticais su anonimato - mi sin razon, mi culpa no esta en no poder identifcarme de otro modo. La proxima, dejad el pabellon un poquito más alto ty no critiquéis al autor (aunque sea Anónimo) sino a las ideas. De nada

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  7. No, no, hay que identificarse, hombre. Un blog está para lo que está y el que se meta a interferir y a fastidiar pues que se identifique. Yo me llamo Presentación.

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  8. Comentar en forma anónima es una opción que brinda el sistema.

    Entré a leer el artículo pero la sorpresa me la lleve con los comentarios.

    No comparto lo que dice el usuario anónimo (el primero), pero mucho menos comparto la falta de libertades expresadas en los comentarios siguientes.

    Es necesario saber aceptar críticas porque no todos piensan de la misma forma, ni tienen las mismas ideas.

    La mejor manera de que respenten tus pensamientos es respetar los de los demás. No encontré agravios en el comentario anónimo y si en los otros.

    Si no es bienvenida la opinión sin identificarse entonces se puede configurar el sistema para que esto no sea posible.

    Lo que veo es una total falta de tolerancia a la opinion ajena cuando es contraria a la vuestra.

    El artículo esta bueno, es una opinión interesante que te dirìa que comparto.

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