Por alguna razón que me es desconocida, en estos tiempos de apocalipsis no es el futuro sino el pasado el que me inquieta, y busco las raíces de lo que soy en los archivos de lo que fui: libros, poemas, imágenes, películas. Iré poco a poco rescatando de mi memoria lábil estratos olvidados que algún tiempo fueron lugares de primaveras interminables.
José Luis Hidalgo fue uno de los poetas de mi adolescencia- No es un poeta conocido, es uno de los fracasos de este país. Su cuerpo ejemplifica mejor que su escritura el destino de varias generaciones de las que me siento hijo. Murió a destiempo. Murió como se moría en la posguerra, de algo relacionado con los pulmones, aunque seguramente su mal estaba relacionado con el paisaje (también apocalíptico) del momento. Escribió un libro de poemas rebelde y desolado: Los muertos. Escrito en los momentos últimos, no llegó a verlo editado. Nada refleja mejor el mundo de los padres de mi generación que las quejas desesperadas que allí dirige contra el dios escondido incapaz de responder a la pregunta de por qué.
Sólo alguien tan cercano a la muerte como él es capaz, pudo ser capaz, sin embargo, de escribir uno de los poemas eróticos más intensos de la historia. Georges Bataille podría explicarnos por qué. Fue Bataille quien insistió en la cercanía de Eros y Thanatos, de las dos experiencias esenciales. En ambos casos, sostenía, lo biológico ha quedado desbordado por una nueva economía del ofrecimiento que no puede entenderse en términos de necesidades y cumplimientos. Pero, como a José Luis Hidalgo, pocos lo leen:
Amor así
Cuando dos cuerpos se unen para amar,
se quema más despacio la soledad de la tierra.
De corazón a corazón, de hueso a hueso,
saltan pájaros ardiendo como puñales
piel del mundo o deseo donde la carne gime,
un gran río desnudo de inesperados crisantemos.
Cuando dos cuerpos se aprietan como bocas,
se empujan como voraces cataratas al rumor de la vida
perdiendo un posible contacto con la muerte que espera,
que sobre el olvidado planeta a lo lejos refulge
como un fantasma solitario y oculto.
Hombre o mujer, árboles vibrantes,
hirvientes besos estrujados y un ángel.
Amarse es poseer la tierra sin sombras para siempre
Habla hoy Fernando Rodríguez de la Flor en el curso anual del Círculo de Bellas Artes que organizo con David Hernández de la Fuente, este año dedicado a Proteo y otras metamorfosis, de un Barroco mediterráneo que encontró luz en la desolación de un imperio en ruinas, que pudo hacer metáfora de la metamorfosis del cuerpo transmutado en polvo, que supo hacer metamorfosis de la metáfora de la muerte y transfigurarla en deseo infinito. Allí estaba ya Hidalgo, aquí está todavía Quevedo, este Quevedo:
Amor constante más allá de la muerte
Quizá el mal de archivo esté en esta memoria desatada que ha perdido su orilla, que ya no sabe arder, ni nadar en aguas frías, ni perder el respeto a la ley severa. Quizá por eso la memoria ya no sabe cuidar del cuerpo, quizá por eso ya sólo sea ceniza sin sentido.Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;
Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.
n, mas polvo enamorado.
Quizás es usted demasiado buen filósofo, porque practica la distancia hasta demasiado lejos. Quizás la memoria debería acercarse más al cuerpo y quizás el intelecto debería ácercarse más a la pasión... que todo se puede es una consecuencia más de conocer que todo está ya perdido de antemano. Si esto es así como principio, deberíamos tener el coraje de intentarlo todo. Eso sí, siempre en buena ley
ResponderEliminarSí, intentarlo todo...sin acercarme para siempre ni distanciarme para siempre...intentaré andar por este laberinto sin desesperarme, justo para lograr una memoria: Justo ayer estuve en un foro en el que decía un filósofo y teólogo que decir que tenemos un cuerpo es poner una distancia...distancia que me puede poner en una perspectiva de dominación...
ResponderEliminarSoy un cuerpo...verlo y decirlo así vuelve todo más claro ¿no creen?. Si me entiendo como un cuerpo que en un partido de fútbol sólo puede tratar de hacer un penal, a propósito del ejemplo que ponía Fernando, podré entender mejor por qué es tan ¿visceral? y tan plena la experiencia (también jugué fútbol) y por qué creo no poder pensar ahí a menos de que haya cedido a perder la pasión del momento.
María José