No es sencillo en estos días formar parte de un claustro universitario. Uno observa un cierto desfondamiento de la moral entre los colegas, alumnos y, mucho más claramente, en la opinión pública general sobre la universidad. Prolifera el desasosiego, crecen las disputas de pasillo y disminuye la autoestima: algo parecido a lo que ocurrió con la enseñanza secundaria en los años ochenta y por similares razones. Ahora la universidad forma parte de la sociedad del bienestar y es una institución de "servicio público", y por ello frontera de las mismas tensiones que atraviesan todas las instituciones del estado del bienestar. No me quejo, sólo levanto constancia. Lo hago hoy, en un estado de cierto ensimismamiento a causa de que vuelvo de un acto solemne académico, la lección de clausura de los cursos de mayores o de la universidad de mayores, para usar el término un tanto excesivo que la nombra. Los alumnos tienen un entusiasmo y dedicación que uno añora en los alumnos jóvenes en ciertos momentos (no mucho: yo aprecio más la rebeldía, distancia y crítica de los jóvenes, me gusta que miren al techo con esa cara de tedio desafiante y pillar de pronto su interés cuando no se dan cuenta). Pero dado que estamos entrando en una senda nueva, y la universidad está dejando de ser lo que era y será algo que aún no sabemos muy bien que será, me vienen algunas ideas a la cabeza:
Algunos colegas han iniciado o apoyado movimientos de protesta bajo el lema "La universidad europea nació en Bolonia y morirá en Bolonia". Bueno, no sé: ¿qué universidad?, seguro que la universidad medieval nació en Bolonia, pero no sé cuánto perdura aún de ella (quizá lo que no nos gustaría que perdurase). La universidad moderna nació más bien de una rebelión contra la universidad de Bolonia: primero en Oxford, donde echaron a los catedráticos y dejaron entrar los nuevos aires del pensamiento moderno. Luego en lo que llamamos la universidad humboldtiana que introdujo la idea de universidad docente e investigadora (la universidad medieval solamente concedía la "venia docendi et interpretandi"), que no se construyó sin traumas, pues el conflicto de facultades, y las pretensiones de dominio general de unas u otras disciplinas fue la regla. En los años sesenta, en todo el mundo desarrollado (en los setenta en España), se extendió la universidad de masas, la incorporación general de la mujer y la incorporación de las clases mediobajas: la universidad sufrió una inflación de profesorado y alumnado muchas veces sin vocación ni demasiado entusiasmo, la profesión se proletarizó y la universidad acogió un espectro de capacidades que recordaba más a la curva general de Gauss en su totalidad que a las colas de capacidades superiores. Después entraron las politécnicas, que se incorporaron a la universidad: ellas se "academizaron" y la universidad se hizo cada vez más sensible a cuestiones como la investigación aplicada, la formación en empresas, etc. Esas cosas que ahora empiezan a ser los nuevos lemas de los nuevos proyectos.
¿Hay alguna esencia de la que seamos depositarios y que estemos llamados a defender los que nos ganamos el pan como profesores e investigadores en ella? Probablemente, pero yo no sé cuál es más allá de ciertas reglas que pretendo seguir pero que no convierto en catecismo para nadie: a) nos paga la sociedad bastante bien (todo es discutible) y debemos ofrecer lo mejor de nuestro trabajo: dar buenas clases y publicar buenos trabajos; b) no debemos quejarnos de que no elegimos a los alumnos cuando los alumnos no nos eligen a nosotros: mantengamos hacia ellos una actitud de respeto y cuidado; c) no escondamos las propias debilidades con un maquillaje de prepotencia o pesadez académica: somos lo menos malo que ha podido procurarse este país para educar a sus miembros, ¡qué le vamos a hacer!, ojalá vengan pronto mejores profesores e investigadores que nosotros, mientras tanto mantengamos la universidad en buen uso.
En fin, no sé que universidad nos espera: me gustaría solamente que fuera una universidad para mayores, en cuyos claustros encontrase también personas mayores.
Pues tu eres de lo mejorcito para enseñar!
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