Paco Guzmán me ha enseñado muchas cosas. Es alguien con el que he comenzado a colaborar en los últimos años: presuntamente dirijo su trabajo pero realmente le observo apasionado. Tengo que contar que Paco es funcionalmente diverso: tiene unas capacidades intelectuales envidiables aunque su cuerpo necesita más ayuda que el de otros. Paco está trabajando sobre capacidades y necesidades, reflexiona sobre un mundo que no esté configurado por y para los "normales" y normativizados, un mundo en el que la medida de todas las cosas sea la autonomía real para lograr los planes de vida propios, sin atender a los modelos estereotípicos. Pues aparte de las asimetrías de género, clase, etnia, cultura, en nuestro mundo se configuran cada vez más las funciones como fuentes de dominación: cuerpos bellos, estilizados, deportivos frente a los cuerpos otros. Se está produciendo la inversión que Samuel Butler pensó en el siglo XIX, al inicio de la era de las máquinas, en Erehwon, la sustitución de la maldad por la enfermedad o por la no normalidad funcional, para expresarlo en términos generales. Paco sueña con un mundo en el que a cada uno se le trate según sus necesidades y cada uno aporte según sus capacidades.
Y esto me lleva a dos cuestiones que solamente enunciaré, porque tendría que pensar mucho más y escribir aún mucho más sobre ellas. La primera es que la noción de necesidad está maltratada. Los filósofos se han preocupado más de los intereses que de las necesidades. Cuando lo han hecho, como Ortega, ha sido para decir que los hombres no tienen necesidades. Pero las tienen, lo que ocurre es que las necesidades deben ser concebidas como aquello que es necesario para cumplir un plan de vida, algo más complejo que esas coberturas fisiológicas de alimento y habitación con que siempre se sale del tema. El concepto de necesidad humana está por pensar. Hasta ahora hemos dado vueltas a los derechos, intereses, etc. Pensemos sobre las necesidades y tendremos un patrón de medida contra el que considerar cómo va nuestro mundo.
La segunda cuestión es acerca de cómo representar las necesidades y las capacidades de un grupo, comunidad, o de una persona. El mercado ha sido el instrumento que los economistas han elegido como la fuente de información eficiente. De hecho lo es, pero respecto a las oportunidades económicas, algo que no es de lo que estamos hablando. El mercado es eficiente detectando oportunidades, es la astucia de la avaricia, pero es ineficiente en muchos casos: detectando bienes públicos, por ejemplo; y mucho más ineficiente detectando capacidades. Las necesidades, simplemente, están más allá de sus posibilidades, que en último extremo sólo le dan para detectar intereses.
En estos tiempos de crisis necesitamos (de necesidad) nuevos instrumentos de medida e información. Uno de ellos es inventar un medio de información eficiente sobre nuestras necesidades y nuestras capacidades. Al marxismo también se le había olvidado esto.
Así estaba Riaño este dorado fin de semana, y podría estar mejor si la avaricia y la estulticia no hubiesen destruido un valle con un pantano que anegó la historia en un fango de intereses
Creo que tienes razón, en ambas cosas. Sobre lo de los filósofos y su proverbial olvido de las necesidades: estoy releyendo a Hannah Arendt y veo que también se ladea en ese sentido al considerar nuestra condición humana.
ResponderEliminarSí, es como si las filósofos, con su habitual sesgo, considerasen que la necesidad está del lado de lo corporal, siempre en el lugar bajo de la ontología, y la posibilidad en el intelecto, reino de la libertad.
ResponderEliminarBellísimo ese entorno. Agnes Heller ("Una revisión de la teoría de las necesidades"), en su etapa "neomarxiana" intentó recordarnos algunos aspectos del viejo marxismo referente a este cuestión de las necesidades. Len Doyal (desde la ética) y Ian Gough (desde la economía) ("Teoría de las necesidades")tocan expresamene la cuestión de la salud física y de la autonomía. Y Jorge Riechmann (coord.)("Necesitar, desear, vivir") recoge una serie de trabajos sobre esta temática.
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