miércoles, 31 de marzo de 2010

Cultura material



Hace años, el antropólogo Marvin Harris desenvolvió una teoría llamada "materialismo cultural" que pretendía explicar la mayoría de las instituciones y prácticas de una cultura en términos de sus necesidades ecológicas de alimento. Siguiendo a Nietzsche, quien sostenía que uno es lo que come, Harris llevaba los ritos, tabúes, dioses y costumbres a las necesidades, disponibilidades y carencias de proteínas. No diría yo lo contrario, pero me parece que esta clase de reduccionismos sobre la cultura son como los menús de los comedores universitarios, sólo sacian el primer rato de la tarde. Luego vienen las preguntas importantes.
Lo mismo ocurre con los idealismos culturales que uno encuentra en la tradición romántica, y que tampoco sacian más que las espumas de humo de la cocina posmoderna.
Hace tiempo que me atrae mucho más la cultura material: preguntas que uno hace a los silenciosos objetos que nos rodean y constituyen. Paseas una ciudad y cada objeto te plantea una pregunta que convierte el paseo en una intrigante senda por el bosque de los artefactos. Comienzas por responder funcionalmente (cada objeto cubre una necesidad) y pronto reparas en que estás perdiéndote la historia, como quien dice: "Romeo y Julieta es la historia de dos jóvenes que se enamoran".
Las entretelas de los objetos cuentan la historia de una forma de vivir y estar en el espacio y el tiempo. Pasas de un barrio a otro y las ventanas abren y cierran vidas que se ocultan o exponen a través de sus huecos. Trozos de vida que se objetivan en trozos de materia. Interrogaciones sobre sentidos que callan tanto como expresan.

Aquí dejo unas cuantas preguntas a las que no es fácil responder:










jueves, 25 de marzo de 2010

Vivir entre paréntesis

Llevaba unas semanas en un estado carencial de literatura, enredado entre obligaciones de trabajo, y, como suelo hacer en estos casos, he vuelto a libros conocidos buscando esas comprensiones del mundo que sólo se encuentran entre quienes lo han sabido escribir: La montaña mágica. Insomnio reparador envuelto en los avatares del aprendizaje de Hans Castorp en el sanatorio de Davos. Me levanto con sueño y risueño.
Thomas Mann me lleva de vuelta a algunas reflexiones de las que me ocupé hace un par de semanas: tiempos y espacios suspendidos en los que la vida discurre de otra forma, donde la cercanía a las cosas es una forma de distancia. La fiesta, el carnaval, es una de estas zonas. La enfermedad, en el caso de La montaña mágica, otra de ellas. De modo similar a lo que ocurre con la fiesta, la dinámica emocional de la enfermedad se desata del curso de la vida "normal" y se convierte en una historia entre paréntesis en la que se producen formas muy especiales de aprendizaje y autoconocimiento. Seguía los avatares del joven ingeniero aislado en un mundo pequeño y autosuficiente, lejano en las cumbres de una guerra que se preparaba en los valles, y me preguntaba por esas formas de sabiduría que sólo se encuentran en los periodos cerrados de la enfermedad.
La enfermedad es una suerte de estigma que de pronto nos aísla y nos sitúa entre paréntesis. En ese tiempo de exclusión los sentimientos se agudizan y la lucidez se va abriendo en una selva de autoengaños. Uno se sabe fuera del mundo y nota con alivio que se desvanecen los deseos y las responsabilidades. Sólo queda el cuerpo y el alma en un tiempo y lugar distante, un espacio de sensaciones de intenso presente sin embargo inundado por la memoria. Lo que en la fiesta es la embriaguez de sensaciones, en la enfermedad es el sufrimiento: la materia con la que se reconfigura la comprensión de las cosas y de uno mismo.
Los otros aparecen como fantasmas, a veces presentes a veces ausentes: llegan bajo una forma y apariencia a las que no le concedemos la realidad que piden y se los mira, como Hamlet a su padre, bajo la forma de voces y sombras.
Los planes, los resentimientos, las esperanzas, los amores: todo se evapora y hace palabra. Queda tan sólo el caleidoscopio de sensaciones, los altibajos del temor y del descanso, la atención concentrada en uno mismo.
La fiesta, la enfermedad; el salón, el sanatorio: tiempos y lugares entre paréntesis en donde nace esa forma de saber que es la trascendencia de lo que hay. No son los únicos: dejaremos para otros días los tiempos del amor y del duelo.

sábado, 20 de marzo de 2010

La tentación del sosiego

Aunque no soy proclive a usar la biología como fuente de reflexiones, por miedo a tantos biologismos como han destrozado nuestra historia, leyendo El siglo del gen de Evelyn Fox Keller, me admiro del lento descubrimiento de los genes como sistemas dinámicos. En 1988 escribía el bioquímico Robert Haynes " La maquinaria genética de la célula es el ejemplo más impresionante que se conoce de un sistema muy fiable y dinámico construido con piezas vulnerables y poco fiables". La ley de la vida: construir sistemas fiables con piezas vulnerables. Dinámica incansable. Los sistemas vivos mantienen su estructura cambiándola continuamente. No hay reposo, no hay sosiego. Una perpetua carrera para quedarse en el mismo lugar. Me suelen acusar de hiperactivo, culoinquieto, angustias (tengo una colección de calificativos) y lo que me ocurre es que quisiera preservar la vida que uno tiene. La tentación del guerrero por el reposo resulta insoportable a ciertas edades. Es un mal que lamento en mucha gente que fueron en algún momento referencias de mi vida, generaciones que me precedieron y que vi agostarse con tristeza, creyendo a destiempo que lo que habían hecho era suficiente, como si uno se pudiese jubilar de la vida. Perdieron curiosidad y ganaron cinismo. Ganaron bienes y prestigio y perdieron sueños.

Josep Corbí (un millón de gracias Pepo), deja este post en Padehumo, el último. Es un poema de Sarah Teasdale, a quien acabo de conocer por el poema (buscaré los que pueda de su cosecha):



HOUSES OF DREAMS
You took my empty dreams
And filled them every one
With tenderness and nobleness,
April and the sun.

The old empty dreams
Where my thoughts would throng
Are far too full of happiness
To even hold a song.

Oh, the empty dreams were dim
And the empty dreams were wide,
They were sweet and shadowy houses
Where my thoughts could hide.

But you took my dreams away
And you made them all come true --
My thoughts have no place now to play,
And nothing now to do




LAS CASAS DE LOS SUEÑOS

Tomaste vacíos mis sueños
y los llenaste uno a uno
con ternura y nobleza,
con abriles y el verano.


Los viejos sueños vacíos
donde mis pensamientos se agolpaban
están demasiado llenos de alegría
para contener una canción.

Oh, los sueños vacíos eran ligeros
y los sueños vacíos eran amplios,
eran casas dulces y umbrosas
donde mis pensamientos se ocultaban.

Mas me quitaste mis sueños
y los hiciste todos realidad:
no tienen pensamientos ya dónde jugar,
no tienen ya nada que hacer.

Sarah Teasdale (1884-1933)
(http://en.wikipedia.org/wiki/Sara_Teasdale)

Tiene razón en su queja: lo peor que nos pueden regalar en la vida es el cumplimiento de los sueños. Es lo que llamamos muerte por otro nombre. Descanso, reposo, quietud, ...
El sueño del guerrero en invierno. Prefiero la oración del peregrino: "ojalá la vida no me conceda lo que quiero, ojalá preserve vivo mi deseo"


domingo, 14 de marzo de 2010

La crisis de la racionalidad y la racionalidad de la crisis




Rosa Suárez me sugiere que escriba algo sobre la crisis, la racionalidad y el tarot, la magia y comportamientos similares. Paquita Berrocal observa divertida que en dos calles de Latina, Toledo y Gran Vía de San Francisco, dos agencias inmobiliarias acaban de desaparecer y han sido sustituidas por sendas tiendas de tarot, productos de magia y efectos del ramo de los conjuros. No puede ser casual la coincidencia: estaba escrito que tenía que escribir sobre la suerte y la razón.

A la salida del metro siempre encuentras a alguien que te entrega un papelito: "Maestro de Magia: resuelve tus problemas de amor y trabajo". Y te preguntas que no le debe ir mal al tal maestro si al menos puede pagarse una persona que le haga propaganda, por poco que le pague. Vas a la librerías y con los meses y los años ves crecer la superficie de los expositores de religión y ciencias ocultas y disminuir la de filosofía (me sorprendió hace años que en Estados Unidos los estantes de clasificación de Filosofía estuviesen junto a Religión y Ciencias Ocultas: con el tiempo la costumbre se ha extendido a todo el mundo. Signo de los tiempos).

Tendría que decir: "el lado oscuro de la fuerza se está volviendo cada día más fuerte. Las fuerzas de la luz son/somos más débiles cada día." Siempre fue así: la vida es compleja, las señales son indescifrables, el miedo es el motor más potente de la vida. Habría que hablar sobre la importancia cultural de las emociones, de cómo mutan cuando subimos de escala y pasamos de la persona a la masa, de la vida a la historia, de la anécdota a la causa estructurante. De cómo el miedo se convierte en poder estructurante de la razón. Y cómo entonces deja de ser algo ajeno a la racionalidad y se convierte en uno de sus componentes esenciales: la aversión al riesgo caracteriza a los humanos tanto como el lenguaje, la técnica o la socialidad. Es un signo de especie que hace que todo razonamiento se curve en la búsqueda de señales de lo que habrá.

Hay una interna y profunda conexión entre el tiempo, el poder y el miedo: el poder es tiempo, es poder sobre el tiempo de los otros; el poder es miedo, es la fuerza que domina el tiempo de los otros; el tiempo es miedo, es la conciencia de la vulnerabilidad de la vida. "Todo está escrito", afirma el poder. "Todo está escrito", confirma el miedo. "El tiempo es una ilusión", conviene la mente amordazada que ahora parece liberarse de la rueda de las cosas y soportar su fragilidad.
Aunque pareciera lo contrario, la racionalidad humana está hecha de miedo y de aceptación, de aversión al riesgo y de desesperanzada búsqueda de signos de un túnel que se sabe sin salida. Es la suerte de quienes desconfían de la vida y confían en la suerte. Desde que el mundo es mundo la noche firma un pacto con la muerte. Pero también desde que el mundo es mundo la esperanza y la voluntad se levantan contra el tiempo e imponen una nueva ley que no nace de la naturaleza ni de la racionalidad herida sino de la voluntad de que otro mundo sea posible.

No es casual que las inmobiliarias den lugar a tiendas de tarot, ni que la filosofía ceda su espacio a las ciencias ocultas. Es la vida de la ley: no la ley de la vida. Contra las fuerzas del miedo hay conjuros más fuertes que la búsqueda de signos externos de salida, de brotes verdes. No se asienta la esperanza en mensajes del exterior, escritos en libros ancestrales. La esperanza está escrita e inscrita en las fuerzas de la vida que, también, todos los días desde que el mundo es mundo levantan sus banderas. "Lo haremos", dicen. No esperan la señal externa. Imponen al tiempo su tiempo. Imponen la causalidad de la voluntad a la causalidad del poder. Imponen a la voluntad del poder el poder de la voluntad.

Es otra forma de racionalidad: por suerte, por casualidad, los humanos estamos también dotados además de una racionalidad basada en la memoria de una racionalidad basada en la imaginación y en el deseo. Es la racionalidad que cambia el tiempo del mundo actual en el tiempo del mundo posible. Instalarse en esta otra forma de racionalidad es instalarse en una racionalidad basada en la negación, en decir que no, en escribir signos que nunca fueron escritos, palabras que nunca fueron dichas, mundos que nunca fueron creados. En perder el miedo a la libertad.




lunes, 8 de marzo de 2010

Cuán difícil es

Tuve una conversación con Carlos Thiebaut a propósito de mi tesis sobre la violencia fundacional, y me reprochó, con razón, que nuestra cultura es un escudo que hemos ido construyendo contra la violencia, que no podemos estar en la eterna sospecha de lo que hay, en el escepticismo y la paranoia de la conspiración del poder violento, que los fundamentos del estado no son siempre los de la violencia sino también los de la protección contra la violencia del insolente. Es verdad: la violencia fundante no es siempre la violencia constituyente. Esa es nuestra esperanza. Pero, ¡cuán difícil es! Pienso, y aquí os lo ofrezco, en la imagen que da la crisis actual. Los que organizaron la crisis, y se están aprovechando de ella, nos ordenan las recetas para salir de ellas más domesticados. El poder del Estado, dentro de unos años, habrá retrocedido varias décadas. El Estado, el tercer y cuarto estado que dieron nacimiento al estado moderno, se han terminado creyendo que poder y gobierno son lo mismo. Y no, sólo los ingenuos lo creen. Que los acusados acusen al juez, que los organizadores de la crisis acusen a las víctimas de no apretarse el cinturón, que ...

La revista Sin Permiso publica esta entrevista que no puedo sino reproducir. Son las palabras de alguien que ha visto desde cerca las fauces del poder. Stiglitz presidió el FMI; sabe, no de oídas, de qué habla.

¿Lograremos que la no violencia constituyente se imponga a la no violencia fundante?


Stefano Lepri entrevistó a Joseph Stiglitz para la revista italiana Il Granello di Sabbia

“Es una paradoja absurda –se enfervoriza Joseph Stigliz, premio Nobel de Economía 2001– una ironía de vuestra historia europea ¿No se dan cuenta? Los gobiernos han contraído muchas deudas para salvar al sistema financiero europeo, los bancos centrales mantienen bajas las tasas de interés para ayudarlos a recobrarse, no para favorecer la recuperación. Y, ¿qué hacen las grandes finanzas? Usan las bajas tasas de interés para especular contra los gobiernos endeudados. Consiguen seguir ganando dinero sobre el desastre que ellos mismos han generado”

¿Qué puede suceder ahora?

“Esperen. Esto no termina aquí. Los gobiernos decretan medidas de austeridad para reducir el endeudamiento. Los mercados consideran que no son suficientes y siguen especulando con sus títulos a la baja. De este modo los gobiernos se ven obligados a agregar medidas de austeridad. La gente común pierde aún más, las grandes finanzas ganan todavía más. Moraleja de la fábula: culpables premiados, inocentes castigados”

¿Cómo se puede remediar?

“Tres puntos, primero: nada de dinero para la especulación. Tanto en los EE.UU. como en Europa, los bancos necesitan nuevas normas. Deben financiar las empresas productivas, no los hedgefunds. Es necesario impedirles especular”.

Una palabra. Si el gobierno es quién va a dirigir el crédito, se correra el riesgo de que se distribuya aún peor

“No lo creo. En mi opinión se puede y se debe intervenir. Segundo: es necesario imponer tasas impositivas muy altas a las ganancias del capital. Hoy en día para vivir resulta más ventajoso especular que trabajar. Debe volver a ser al revés”.

¿Y después?

“Tercero: en Europa debéis apoyar a los gobiernos en dificultades”

Se corre el riesgo de premiar a los políticos que gobiernan mal

“No. La prueba es España. Actualmente se encuentra en dificultades sin haber cometido errores. El balance gubernamental era positivo hasta el año pasado; el Banco central supervisó muy bien a los bancos, tan es así que fue citado como un ejemplo mundial. ¿Qué culpa tienen? Es cierto que también ellos vieron crecer la burbuja en el mercado inmobiliario y la detuvieron. Pero es el error que todos cometieron. Estaba en el espíritu del momento. Lo inspiraba la ideología neoliberal que ha dominado por años.”

En Grecia sin embargo han errado. Hasta han falseado las cuentas.

“No el actual gobierno, sino el precedente. Sufrieron la crisis de la navegación comercial, un sector muy importante para ellos y la caída del turismo, en síntesis ¿Por qué debemos obligar a la gente a realizar más sacrificios si no es culpable?”

La deuda está. Los Estados, tarde o temprano, deberán pagarla.

“Pero ¿Por qué debemos dar siempre más facilidades a los mercados? Los mercados no se comportan racionalmente, lo hemos visto por la manera en que se produjo la crisis. Entonces, ¿Por qué deberían tener razón al pedir más sacrificios a los ciudadanos de aquellos países? Y aunque la tuviesen se comportan de manera demasiado errática. Y para terminar, aquí está en curso un ataque especulativo, no es que si uno se porta bien no lo culpan sino que si te pueden dejar afuera, te dejan”

¿Qué podemos hacer en Europa?

“Deben construir mecanismos de solidaridad entre los Estados. La Unión debería disponer de más recursos. Se gasta un montón de dinero en la política agraria común que es un derroche mientras que…”

Se podría invertir en títulos europeos, los Eurobonds

“Ciertamente. Y además hay que poner impuestos a las actividades nocivas. Sobre todo a dos: las finanzas y las emisiones de anhídrido carbónico. En los EEUU también”

¿Logrará Obama imponerse a los bancos?

“Será una larga batalla. Pero la gente tiene mucha bronca y el presidente lo sabe. Los banqueros tienen a toda la población en su contra”

El Congreso está reacio

“Espero que no haya que llegar a otra crisis antes de que se pueda poner a las finanzas bajo control. Sería realmente triste. Piense en todo el daño que han causado. ¿Sabe usted que según las estimaciones del CBO, Oficina de Balances del Congreso, la desocupación comenzará a disminuir sólo a mitad del decenio? Éstas son cosas que la gente sigue recordando durante mucho tiempo.

Joseph Stiglitz fue Premio Nobel de Economía en 2001.

Traducido para www.rebelion.org por Susana Merino

sábado, 6 de marzo de 2010

La mirada (a la) herida

Estos días se está desarrollando una iniciativa de debate en el Parlamento Catalán sobre las corridas de toros que está resultando en un nuevo ejercicio de la capacidad española para malentenderse: en un lado las fuerzas luminosas que tratan de prohibir el maltrato y la tortura a los bóvidos; en el otro lado las fuerzas de la oscuridad que tratan de defender la nacionalidad de una fiesta que está en los estratos más profundos de la identidad española. Cielos.
No es algo que me preocupase estos días, antes del diluvio de noticias y artículos, pero viene a cuento de lo que me bullía en la cabeza sobre la fascinación de/por la violencia.
Los toros, en primer lugar, han perdido aura: eran un espectáculo casi ritual en una sociedad tradicional que ha dejado de existir, y cada vez más sobreviven sólo como objeto de negocio en el show-business de la sociedad del espectáculo. Dejaron de ser la fiesta-rito en la que la aristocracia bajaba a sentarse al lado del taxista o del panadero a estar pendiente de la suerte de un joven pobre y esbelto que se jugaba la vida para salir del barrio y comprarse un mercedes. Su incierto destino recuerda al boxeo: las plazas de toros se adivinan, como el viejo Luna Park bonaerense, templo otrora de los grandes combates, como salas de concierto o centros comerciales. Entre otras muchas razones, el complejo conocimiento que exigía el espectáculo se ha perdido o se va perdiendo y sólo queda la superficie de los movimientos y los trajes, nada de las sutiles distinciones que los entendidos señalaban en la forma de los lances.
Que el Parlamento Catalán, el parlamento de una autonomía donde no se celebran ya corridas desde hace años (16 al año, según las estadísticas, frente a las 6000 en el resto del estado) debata sobre ellos, indica que lo que se discute debe ser otra cosa, más alta o más baja.
En segundo lugar, el sufrimiento del toro, con ser una cuestión más que seria, no es la central en el problema de los toros; y yerran quienes la enfocan así. El problema no es el dolor, sino que el dolor de un animal forme parte de un espectáculo (como lo forma el peligro, de muerte o grave daño, del torero) y el que el peligro-muerte se convierta en una suerte de danza de formas y cuerpos. ¿Pueden convertirse el dolor, el daño, el peligro, en espectáculo?
Es más complicado de responder de lo que parece. Nos sentimos tentados de decir: "no. No se puede permitir. Yo no miro y no quiero que mis hijos miren". De acuerdo. Y el que está en otro lado se siente tentado a responder: "pero la televisión está llena de espectáculos de violencia y nadie dice nada". Las dos partes tienen razón.
Estaba recordando estos días la tesis de Girard sobre la violencia y lo sagrado: cómo las sociedades se fundan sobre sacrificios rituales. Foucault lo documentó con precisión: el espectáculo de la tortura y muerte no fue algo anecdótico en la fundación del estado moderno, sino parte esencial de su origen. Las masas asistiendo a las hogueras de brujas o herejes, las masas asistiendo a las guillotinas, las masas asistiendo a los desfiles de las tropas coloniales, las masas asistiendo a las películas de guerra, las masas asistiendo a las noticias del bombardeo (las masas aspirantes a ser estado tienen sus propios espectáculos de bombas que habrán de celebrar ritualmente).
Me preocupa que se olviden las violencias fundantes por el peligro de que se hayan trasladado a algún otro lado sin que hayamos reparado en ello y que sigan actuando como lo que son, rituales de identidad.
La película de Katryn Bigelow, En tierra hostil, una película notable, basada en la tesis "la guerra es una droga", roza el tema de la violencia constitutiva. Curioso que compitan Bigelow y Cameron, (Avatar) por premios y audiencias. La antigua pareja, que sigue siendo muy cercana en su forma de mirar, hoy ejemplifica una metáfora de la discusión sobre la violencia: la violencia como fascinación frente al ecologismo-gaia, (no menos fascinado por la violencia, pero de otra forma). En la pantalla espectáculo aparece el mismo debate que suscitan los parlamentarios catalanes.
Nos fascina la violencia porque, tiene razón Judith Butler, está anclada en la metafísica de nuestros conceptos y en los cimientos de nuestros orígenes. Y no se superan las enfermedades suprimiendo los síntomas sino las causas.