Te paras a pensar (¿se para uno cuando piensa? (digo "parar" en castellano, no en español, donde significa generalmente estar de pie: en castellano significa cesar en el movimiento)) y el instante se congela. El pasado y el futuro están aún ahí, presionando cada uno por su lado, pero han dejado de existir. Son pura interrogación, luces apagadas bajo las que se acogen las figuras del presente. Ha ocurrido algo, pero no sabes qué ha sido. Algo va a suceder, pero ignoras un acontecimiento que ya das por seguro. Estás en un vacío de sentido donde, sin embargo, todo cuenta y todo cuenta su historia. Pero la historia que cuenta se te escapa.
Cada vez que veo fotografías de Gregory Crewdson (soy adicto; y acabo de ver unas cuantas en la exposición que acaba de montar La Fábrica, justo al lado de CaixaForum, en el Paseo de El Prado) me quedo enganchado de un instante que no es mío y al que interrogo sabiendo que su respuesta será otra pregunta.
Las fotografías de Crewdson son como signos de interrogación. Relatos de Nueva Inglaterra que han perdido el hilo. Como las historias de Raymond Carver, como una película de misterio a la que llegas tarde, como un mapa de la desolación.
Lo terrible está tan presente como los oscuros arces que dan sombra a las escenas que iluminan los focos, como si el presente fuese un mero lugar iluminado por la atención.
Ocurren cosas extrañas y te asustas. Ocurren cosas sorprendentes y te asustas
Como si lo numinoso estuviese acechando en cada sombra y cada charco, como si las solitarias avenidas de las barriadas de Connetticut o las calles de Arganzuela en un domingo por la tarde fuesen un relato por escribir.
Doy vueltas a la vida y a la identidad como una historia escrita y, sin embargo, me asusta el instante como zona abierta.
Cada vez que veo fotografías de Gregory Crewdson (soy adicto; y acabo de ver unas cuantas en la exposición que acaba de montar La Fábrica, justo al lado de CaixaForum, en el Paseo de El Prado) me quedo enganchado de un instante que no es mío y al que interrogo sabiendo que su respuesta será otra pregunta.
Las fotografías de Crewdson son como signos de interrogación. Relatos de Nueva Inglaterra que han perdido el hilo. Como las historias de Raymond Carver, como una película de misterio a la que llegas tarde, como un mapa de la desolación.
Lo terrible está tan presente como los oscuros arces que dan sombra a las escenas que iluminan los focos, como si el presente fuese un mero lugar iluminado por la atención.
Ocurren cosas extrañas y te asustas. Ocurren cosas sorprendentes y te asustas
Como si lo numinoso estuviese acechando en cada sombra y cada charco, como si las solitarias avenidas de las barriadas de Connetticut o las calles de Arganzuela en un domingo por la tarde fuesen un relato por escribir.
Doy vueltas a la vida y a la identidad como una historia escrita y, sin embargo, me asusta el instante como zona abierta.
Soy seguidora de tu blog de hace mucho tiempo y siempre me enriquezco con su lectura. Gracias.
ResponderEliminarHoy,por fin, me atrevo a hacerte este comentario.
Gracias, me anima mucho saber que hay lector@s ahí.
ResponderEliminarMientras leo tu hermoso texto tengo delante una reproducción grande de "New York movie" (1939) de Edwuar Hooper. Toda su obra me provoca las mismas sensaciones que tan bien expresas a propósito de las misteriosas fotografías de Crewdson. Le seguiré la pista gracias a ti.
ResponderEliminarGracias Ángel, de hecho tendría que haberme referido yo en el texto a Hooper, lo pensé al comienzo y lo olvidé mientras redactaba, pero volveré sobre Hooper, también soy adicto
ResponderEliminarA mí estas fotografías me evocan algunas escenas de la película de "El largo y tórrido verano".
ResponderEliminarGracias por este artículo. Leeré algo de Carver que me parece una figura interesante, por lo que he leído en esta reseña: R. Carver
No conocía a Crewdon, pero gracias a tu post me he vuelto fan. De quién si soy una gran admiradora desde hace bastantes años es de Carver, y la verdad, nunca se me habría ocurrido emparejarlo con fotografías como esta. Hace tres años rodamos un corto basado en sus historias cortas (What we talk about when we talk about love), y la verdad es que visualmente no tuvo nada que ver con las fotografías que has puesto... sin embargo, hay uno de sus poemas, no recuerdo el título, en el que habla del momento en el que tiene que explicarle a su hija que su perro ha muerto, que captura el fenómeno del instante abierto de una forma tan clara que da hasta vértigo...
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