En El jardín de los senderos que se bifurcan, Borges metaforizó la vida sartrianamente como una ilimitada serie de decisiones que optan por un camino y dejan otros. Demasiado optimista y demasiado pesimista. La vida está más dada y menos dada de lo que Borges creía en los tiempos luminosos en los que le cupo escribir. Pienso, me pienso, ahora, la vida como una historia terminable en la que hay tiempos sagrados en los que se decide tu destino por un tejido de acontecimientos en los que te ves envuelto y sólo a medias logras darle sentido, aunque sabes que están ocurriendo acontecimientos que te desbordan, como esa mañana del 11-s en la que supimos que el mundo había cambiado pero no cómo ni hacia dónde.
Estos días evalúo una asignatura fin de carrera (para algunos) y, como siempre me ocurre, me cuelgo en una red de preocupaciones por las vidas que vendrán de aquéllos que infinitesimalmente dependen de mí. Y recuerdo, Amacord, el tiempo, los tiempos, que transformaron mi vida.
Cada cual tienes sus modos y sus tiempos. Pero, ésta es mi reflexión por esta tarde, hay tiempos especiales, tiempos que nos especian y nos transforman, tiempos peligrosos en los que vivimos en el filo. Tendría que pensar con más cuidado, pero para mí fue fundamental la transición de los dieciséis a los diecisiete, cuando descubrí a la vez a Camus, a Leonard Cohen, a Led Zeppelin, a Tapies, a los Manuscritos de Marx ( y todo lo demás, la relacionalidad, lo acogedor que tiene el otro). Vivir peligrosamente: sabía y no sabía que todo se estaba decidiendo, que dependía y no dependía de mí, que estaba en la cuerda floja, que dependía el futuro de mí sin saber cómo. Por eso era peligroso. Los peligros reales e imaginarios que me acecharon después sólo fueron anécdota. Cuando, más tarde, quise haber sido Lou Reed y haber vuelto del wild side, fue porque parte de mi generación no lo logró y se quedó colgada en muchas ramas de la historia.
Soy, sorry, fruto de los empujones que me dieron en aquellos momentos, como si mi vida hubiese discurrido por callejones estrechos, llenos de una procesión hacia ningún lado, y tus decisiones hubiesen nacido de la acción-reacción de los codazos de la historia.
Vivir para contarla. No hay otra.
Pero aún así, cuando te sientes en esos momentos en los que tu brazo puede dejar a alguien fuera del sendero del jardín, te abruma la nostalgia y la esperanza
Cuando en quinto de carrera en Salamanca me pusiste Notable en tu asignatura, ¿metodología...? cuando todo mi curriculum habían sido Aprobados ramplones(bueno el de Molinuevo y Ballester también me satisfizo) quedé prendado de ti, porque eras un profesor que admiraba ¡no es peloteo¡ y hasta me hiciste creer en mi infinita posibilidad. Me dio más alegría que la misma noticia de la licenciatura que se produjo ya en circustancias trágicas: un brutal accidente de tráfico truncacaba la vida de mi cuñado el 26/06/1987, a la tierna edad de 32 años, dejando viuda a mi hemana con dos hijos de 4 y 8 años, viviendo en una ciudad a 500 km de nuestra residencia habitual, con un negocio empantanado e infinidad de problemas que trastocaron mi vida, mi trayectoria para siempre. Más otros "codazos" que se siguieron después, (las desgracias nunca vienen solas), y que me abstendré de contar. Te agradeceré eternamente aquel Notable. Se benévolo y aprueba, ya bastantes codazos y cuchilladas nos reserva la caleidoscópica exixtencia.
ResponderEliminarSiento pudor por mi comentario y me vienen a la mente tus palabras,<>, lo siento supongo que no venía a cuento.
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