lunes, 12 de septiembre de 2011

El abismo en perspectiva

Es una extraña sensación la que tengo: me parece entender lo que ocurre en la economía (sueño de una noche de verano): ¿qué ocurre en una comunidad en la que en un cierto momento todos piensan que el otro miente? Al final todo se sostenía sobre dos cosas: la confianza y el trabajo (los economistas "ortodoxos" dirían el interés y el beneficio). Ambos factores se realimentan en un sistema complejo de redes de intercambio en varios niveles de abstracción, desde el mercado de bienes al mercado financiero. Ambos factores se realimentan, también, negativamente cuando uno de ellos o ambos decaen. El capitalismo, sostenía el marxismo, se destruye a sí mismo, todo es cuestión de tiempo. Los economistas ortodoxos se han estado burlando de esta apreciación por varias décadas. No está tan claro que sea verdadera. No está tan claro que sea falsa. Pero estamos en un punto en el que deberíamos enpezar a sospechar si acaso los timoneles, los economistas, los predictores, los adivinos, los gestores, los orgullosos sabelotodo, no se habrán vuelto locos: primero Grecia, luego los PIIGS, luego el euro, luego el dólar,..., ¿y? cuando todo haya acabado, en sus paraísos fiscales de Ginebra, de las Bahamas, de ...., ¿qué? ¿ya lo habrán conseguido? The Economist lleva dos meses con una apuesta pública entre los lectores para que voten si acaso el euro va a caer. Bueno, el euro, la libra, el dólar, el oro, el franco suizo, ¿por qué no también?
Me explicaron un día los ingenieros del sistema de presas hidráulicas de la cuenca del Duero en España que esas tres o cuatro presas eran una especie de sistema final. Cuando toda la red europea se hubiese venido abajo por alguna catástrofe, de algún modo habría que reiniciar el sistema y para eso estaban esas viejas turbinas movidas por el peso del agua: podrían poner en marcha de nuevo los motores o al menos los básicos para reconstruir el sistema cuando las térmicas y las nucleares se hubiesen quedado a oscuras. ¿Hay algo parecido en la economía?
Sí, pero no son ellos. Somos nosotros. Cuando se hayan colgado de sus corbatas, tendremos que empezar a reconstruir los lazos que nos sostienen, que no son lazos de seda sino lazos de experiencia y confianza, de trabajo y solidaridad.
Cuando este ruido se haya reducido al silencio entonces se oirán nuestras voces.
En esto estaba soñando en un momento que me he quedado dormido con el The Economist en las manos.

3 comentarios:

  1. Nada más que añadir, Fernando, me estremece.

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  2. A veces las mejores ideas se tienen en el momento más inesperado y aparentemente menos productivo. El criterio neocom de la eficacia es contrario al ser humano. Tenerlo todo planificado, controlado, normalizado, es completamente ficticio. Me alegro -y espero- que muchas más personas puedan seguir teniendo ideas brillantes en un momento tan humano y placentero como el momento de la siesta, o durante una agradable comida, o en medio de un paseo por el paisaje más idílico. Brindaría para que eso fuera posible siempre, por el bien del verdadero ser humano

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  3. He leído algo muy bonito que me gustaría compartir:

    "Así como el aire es la atmósfera del cuerpo, Así el tiempo es la atmósfera de la mente. Si el tiempo en el que vivimos consiste en meses y días Irregulares, regularizados por minutos y horas mecanizadas, En eso se convierte nuestra mente: Una irregularidad mecanizada.
    Ya que todo viene de la mente, no es de extrañarse Que la atmósfera en la que vivimos diariamente se vea mas Contaminada y la gran queja es: “No tengo suficiente tiempo”.
    Quien posee tu tiempo, posee tu mente. Posee tu propio tiempo y conocerás a tu propia mente"

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