sábado, 17 de agosto de 2013

Un héroe cansado




Neill Blomkamp pertenece al grupo de los que creemos que el apocalipsis ya ha ocurrido, que el horizonte negro ha sustituido al futuro como proyecto y que la supervivencia se ha instalado como la principal arquitectura de la identidad. En el 2009 editó su película Distrito 9, una de las más irónicas miradas hacia los pasados tiempos posmodernos de la multiculturalidad a través de una metáfora de asquerosos alienígenas. Este verano nos ofrece la muy recomendable Elysium, un ejercicio postapocalíptico que, como casi toda la ficción futurista, no quiere ocultar que está hablando del presente. El Confidencial, ese ambiguo periódico digital de buenas fuentes de información económica y ambigua política, tan UPyD y de los tiempos que corren, calificaba el film como un ejercicio de "ciencia ficción socialista". Bueno, adjetivar es un ejercicio peligroso que debe manejarse con cuidado.

Lo cierto es que Elysium dibuja un paisaje del presente (situado en 2154) en el que el capitalismo ha evolucionado desde un sistema de clases a un sistema de castas. Ellos viven en un espacio estratosférico donde la vida discurre con la felicidad de un suburbio de Chicago. El resto del planeta es una favela interminable donde subsisten los demás, los miles de millones de excluidos del bienestar. La fábrica y las urgencias del misérrimo sistema sanitario que les queda crean la escenografía para la trama que nos ofrece Blomkamp: un exdelincuente que quiere reintegrarse trabajando en una fábrica de droides (que suministra a la clase dominante la policía que sostiene este mundo) es sometido en su trabajo a una dosis mortal de radiación y, puesto que le restan unos pocos días de vida, trata de embarcarse en alguna de las naves patera en las que algunos intentan llegar al sistema sanitario mecanizado eficiente de Elysium para poder sobrevivir. Nada que un canario o tarifeño no esté acostumbrado a ver cotidianamente. Los familiarizados con las salas de urgencias de los hospitales de Madrid también se sentirán en casa al ver la película. Esta víctima dañada por el sistema se convierte en héroe por accidente y a su pesar. En el nuevo mundo ya no existen héroes como los de antes. Lo mejor de la película es sin duda este boceto del héroe que lo es a causa de su egoísmo y de su instinto de supervivencia.

Blomkamp es un curioso director que mezcla el estilo documentalista del cinema verité con los efectos especiales más sofisticados y con la escenografía más cuidada (fue diseñador de un par de números prospectivos de Popular Science, una revista cuya edición española sigo añorando y en la que colaboré en su único año de existencia). Sabe mirar con ojos del futuro el presente, la mejor forma de pensar sobre lo que nos pasa. Matt Damon, su elección de casting, es el responsable de la credibilidad psicológica del relato. Es sorprendente este hombre. Comenzó como el paradigma del norteamericano ingenuo y encantador que sabe sobrevivir y se convirtió después de la saga de Bourne en un personaje representativo de las nuevas formas de identidad complicada. Stephen Mulhall, el wittgensteiniano discípulo de Cavell que mejor analiza la cultura de masas, acaba de publicar un recientísimo libro, The Self and Its Shadows, en el que estudia esta conversión de Matt Damon de persona en personaje y la contraposición de Bourne contra Bond como ejemplos ilustrativos de la distancia entre el yo y sus sombras. Hablaré más de este libro. El resultado es un relato en negro de un héroe en una revolución. Un héroe a pesar suyo. Cansado, triste, solitario, final.

"¡No más zombis, por favor!", me digo a mí mismo. Pero ocurre que entre esta visión postapocalíptica y la zombi hay muchas cercanías y complicidades. La biologización de las diferencias, su materialización en cuerpos y espacios diferentes, la división del tiempo en el tiempo de ellos y el nuestro, la suspensión final de los derechos ciudadanos, la oscuridad del horizonte.



5 comentarios:

  1. Gracias a tu artículo ahora una semana más tarde he conseguido disfrutar de la película de la que salí con decepción quizás motivado por las grandes expectaciones del dúo director actor.
    Fui con la ilusión de ver lo que a mi entender era un planteamiento muy bueno y acabé empachado de tanta explosión de cuerpos y de los repetitivos flashbacks. Amén de lo ridículo de algunos estereotipos de raza, idioma, tecnología...
    Pero mira tú por donde aún así es verdad que merece la pena, que existe cierto valor acerca de la idea de como alguien con su egoísmo y por su inevitable destino acaba por convertirse en el héroe redentor.

    ResponderEliminar
  2. Si queremos un horizonte más luminoso, habrá que construirlo entre todos. Yo pienso que se puede.
    Diana Ivizate

    ResponderEliminar
  3. "He tenido serias dudas sobre la vida antes de la muerte". Groucho Marx. Buenas noches.

    ResponderEliminar
  4. Heidegger y Ortega, Ortega y el Zubiri y Mariano Álvarez(éste en honor a laverdad le hubiera salvado de la quema). El H. como que tenía debilidad por la inteligencia.. ¿por qué salvaba de la quema tantos alumnos judíos suyos..y otra cosa, joder con la cabaña esa, el tío era una babosa ninfómana no?. Y yo veo que usted diferencia mucho la biografía de la obra, y a la vez nos advierte que la filosofía , el pensamiento ha de ser intriínsacamente ético. Entiendo que no tolera del H.el momento en que dice que el Ente es el pueblo y que el Ser es el Estado . Ahí como que le estaba "mamando pollla" al Adolf.
    ¡ Qué misterio¡ . Y otra cosa, joder con la CAbaña.....bien concurrida del sexo opuesto no? la Elisabeth ,la otra y la potra, el tío era un Napolencillo a pesar de su cara de publeriño leñador. Pero su crítica al cristianismo me interesa la verdad...dónde puedo rofundizar esta cuestión.
    gracias por su blog...por su elegancia...su asiduo lector, el Mario.














    heráclito, pero concluían ?... o el H. era un pito tísico ...¡a saber¡. Que le den pomada... por muchos alumnos judíos que salvara...fue un hiho puta...me importa Ser y Tiempo. Me importa su rectorado, pero me temo que ud le hubiera salvado no?

    ResponderEliminar
  5. Como suele ser costumbre ya, el texto de Fernando resulta clarividente.Me encanta ese juego de espejos confrontados al que recurre N.B.: lo que propone como futuro y que vemos en el relato (2154) es el presente que nos viene y del que somos sufrientes y cuya imagen y sub-relato
    se repite y huye hasta confundirse con la de ese futuro del 2154 que es nuestro presente.
    El término "suburbio" que maneja Fernando podría suscitar cierta sorpresa: entre nosotros sería un espacio urbano "degradado"; para los norteamericanos,un espacio de clase alta, con el mismo "destino".

    ResponderEliminar