domingo, 5 de julio de 2015

Engagement y acción



Ayer me estuvo dando vueltas todo el día una palabra: "engagement". Los significados cambian, lo sabemos. Los significados de aquellas palabras-icono que definen una época, un lugar, un modo de vida, cambian mucho más rápidamente. Ganan o pierden connotaciones que marcan su valor en la acción comunicativa. Fue una palabra-icono en el existencialismo, y la escuché innumerables veces en mi adolescencia en una traducción que no captaba los matices que tenía en francés e inglés: "compromiso".  Denotaba entonces la llamada que se hacía a la implicación social y política. Era entonces una palabra-norma que se usaba mucho en reuniones y asambleas para mover las conciencias. Después desapareció del lenguaje cotidiano junto con su uso y reapareció en otros contextos. En el mundo anglosajón pasó a ser una palabra comodín para muchas cosas (desde el compromiso de pareja al combate militar). Reapareció como palabra técnica en ciencia cognitiva para denotar una forma no cartesiana de entender lo mental y, desgraciadamente, se extendió un nuevo uso que tiene sus raíces en las formas contemporáneas de capitalismo.

Se me ocurrió esta mañana consultar la Wikipedia y encontré este primer párrafo en el artículo de mediana longitud que acompaña a la entrada:

"Engagement es un anglicismo de moda que puede asimilarse a compromiso o implicación, utilizado en el ámbito de las relaciones laborales y la cultura organizacional que se identifica con el esfuerzo voluntario por parte de los trabajadores de una empresa o miembros de una organización. Un trabajador engaged (comprometido o implicado) es una persona que está totalmente implicada en su trabajo y entusiasmada con él. Cuando tiene oportunidad, actúa de una forma que va más allá de los intereses de su organización"

Sentí al leer el texto un comienzo de arcada, una arribada de asco que llegaba con la impresión de que me había sido robada una palabra para ser empleada de forma ajena. Una palabra crítica que se había convertido en una palabra-poder. Conservaba su connotación de llamada, pero ahora era la llamada del jefe, la voz imperiosa que te obliga a la atención continua, 24/7.  ¿Había muerto su viejo sentido por falta de uso?, ¿era esta transvaloración un signo irremediable del tiempo?

No, claro, las connotaciones varían pero su núcleo semántico tiene algo de continuidad. La idea de implicación denota un modo de la acción humana que no está mal captada en la definición de la Wikipedia. Describe una manera de atender y ser consciente de lo que se hace, un enredo entre la conciencia y el gesto, una permanencia en los planes de vida, que entraña una forma de racionalidad superior, sea cual sea el  objeto de la implicación. 

Había recordado la palabra al intentar explicarme la nostalgia que me invade al observar todo lo contrario a lo que implicaría el uso mercantilizado, me refiero a la experiencia histórica de una generación nueva que se ha comprometido  en diversas formas de activismo social y político precisamente cuando la desesperanza y el cinismo había inundado a la mía. Ahora, cuando me acerco a los nuevos foros y advierto tanto entusiasmo y dedicación en tanta gente, me pregunto qué palabra definirá esta nueva forma de estar en el mundo. 

No puedo evitar el percatarme de la extrañeza con que me miran desde la juventud que los une. Sospecho que piensan ¿qué querrá este viejales de nosotros, que estamos arreglando un mundo que ellos desarreglaron? Me gustaría responderles a su pregunta tácita pero tendría que contar una larga historia que explica los avatares del "engagement" de la generación de la Transición española. Me digo que para hacer semántica hay que reconstruir la historia, y que nuestra historia está aún por contar, porque la historia oficial, elaborada por los poderes mediáticos y culturales ha oscurecido intencionalmente tantas experiencias que es difícil ahora recuperar el significado de un término que dio sentido a las vidas de tanta gente, y que lo perdió cuando las prácticas a las que daba orientación se corrompieron y el engagement se trasladó a otros lugares de la implicación en el mundo. Pero no son historias lo que ahora se necesitan y me callo y observo y aprendo de las nuevas formas de implicación, y me alegro haber vivido lo suficiente para verlo. Agradezco a la vida el poder haber sido testigo de la muerte y resurrección de una palabra. Pero es difícil contar esta experiencia. 

Pier Paolo Pasolini, pensaba algo parecido ante la tumba de Gramsci, cuando escribía en Le ceneri di Gramsci (Las cenizas de Gramsci)

« Mi chiederai tu, morto disadorno,
d'abbandonare questa disperata
passione di essere nel mondo? »



1 comentario:

  1. Estoy segura de que sabes que la base de todo compromiso es, radicalmente, con uno mismo (sea ese “mismo” lo que sea), imprimir en cada acción concreta lo que sientes o piensas, cuando las cosas van mal igual que cuando van bien, tomar decisiones en silencio para hacer todo lo que puedas, un día y otro y una vez más. Estoy segura de que lo sabes como lo sabía también ese escritor corsario.
    Ayer escribí un comentario a tu anterior entrada pero se hicieron un lío el disco duro y el extraíble y creo que no quedó enviado…en él te decía, más o menos, que no es fácil explicar cómo de certeras me resultan tus intuiciones respecto a algunas verdades de mi experiencia y, también, que he escrito mucho en tu blog y que temo resultar una semipresencia incómoda, pero, si te parece, vendré de vez en cuando.
    Marisa

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