En estos breves minutos, Fernando Broncano-Berrocal y yo
mismo queremos sumarnos al homenaje a Ernesto Sosa con un sentimiento común de
haber desarrollado nuestras respectivas trayectorias bajo la sombra de su filosofía
y también de su amistad. Dado lo escaso del tiempo nos limitaremos a subrayar lo
que consideramos que son los puntos centrales que nos han influido como
filósofos, que consideramos logros filosóficos de la mayor importancia. Como
bien sabemos todos los que le hemos leído desde hace tantos años las
preocupaciones y textos de Ernesto adoptan una forma espiral: giran siempre
alrededor de los mismos puntos, pero expandiendo en cada curva el alcance
filosófico al modo de la espiral logarítmica de Jakob Bernouilli (eadem
mutata resurgo). Su punto de partida son las tradicionales dicotomías entre
el coherentismo y el fundamentismo, el internismo y el externismo, el
escepticismo y el dogmatismo de la certidumbre, así como otras de importancia
más periférica alrededor del naturalismo, la referencia, la causalidad o el
realismo. En resumen, las coordenadas básicas de la filosofía analítica
contemporánea. Pero en esta continuidad se pueden observar tres aportaciones
trascendentales para la filosofía que van más allá de los límites de la
epistemología académica. Así, encontramos tres etapas significativas en esta
expansión de su pensamiento, que básicamente coinciden con sus libros que
recogen los artículos y las discusiones llevados a cabo en el ínterin.
El giro o momento perspectivista
Aunque Ernesto escribió artículos importantes ya en los
sesenta, fue la década de los ochenta donde su voz adquirió una autoridad
relevante en el panorama filosófico. Era el momento de mayor predicamento de
las filosofías postmodernas hasta el punto de que Rorty y Putnam, entre otros,
habían abandonado sus anteriores posiciones naturalistas y realistas por una
suerte de neopragmatismo en versión posmoderna.
Ernesto entendió muy bien lo que estaba en juego. En varios
artículos entre los que destacan “La balsa y la pirámide”, “Naturaleza sin
espejos, epistemología naturalizada” o la citada “Filosofía seria y libertad de
espíritu” mostró que muchas controversias académicas agrias estaban equivocando
la diana filosófica y no acertaban por ello con los puntos en juego. En Knowledge in Perspective (1991) aún
no había desarrollado del todo la teoría de virtudes, pero el centro de su
texto era ya original e inspirador para encontrar salidas a disputas
inacabables. En esencia, su posición era que no había que elegir entre el
relativismo al que condenaba el coherentismo o al punto de vista del ojo de
Dios que proponía el fundamentismo. Proponía el perspectivismo (un término que
para los hispanos nos lleva a Ortega) que en esencia afirma que la idea de
perspectiva no tiene sentido sin suponer un espacio objetivo donde están
presentes todas las perspectivas, pero que al tiempo es la condición natural de
todo sujeto cognoscente: la perspectiva de su campo de creencias, de sus
facultades, de la comunidad epistémica en la que está inserto y las
circunstancias particulares del acto cognitivo. De las filosofías pragmatista y
posmoderna recogía la idea de situacionalidad y de la filosofía más académica
la de objetividad. La noción de perspectiva tiene una potencia de análisis muy productiva: al mismo tiempo
que describe la situación del sujeto permite introducir de forma natural la
normatividad y la evaluación epistémica. Permite, por ejemplo, hablar de
mejores o peores perspectivas y por ello desarrollar el concepto tan central
para la epistemología de posición epistémica como algo que puede ser evaluado
normativamente.
Aunque en el libro ya aparecía la idea de virtudes
epistémicas como sustrato de este perspectivismo, aún Sosa no había
desarrollado completamente la diferencia de la teoría de virtudes con el
fiabilismo de Goldman que entonces comenzaba a dejarse oír. Pero Sosa ya había manifestado una pasmosa
capacidad de escucha y de comprensión de puntos de vista que parecían
contradictorios. Es curioso que en un momento del libro parece reconocer que su
posición es una suerte de pragmatismo a la Peirce, que define así: “La
humanidad no puede jactarse de que la razón da acceso infalible a toda la
realidad (incluso en principio), y sin embargo podemos confiar en nuestros
esfuerzos que unen la coherencia racional con la exploración perceptiva. (En
realidad no es que tengamos muchas opciones.)” (pg. 213). Aquí y en muchos
párrafos del libro se puede observar que la mirada de su filosofía tenía un
alcance más largo que las divisiones y polarizaciones del momento, pero sobre
todo anunciaban una forma de hacer epistemología que iba más allá del mero
análisis lingüístico del “S sabe que p” en que se había encerrado la filosofía
analítica de las dos décadas anteriores. Poco a poco la epistemología de
virtudes que aquí se anunciaba iba a recibir la atención que merecía.
El giro o momento metafísico
Los dos volúmenes sobre epistemología de virtudes de 2007 y
2009 respectivamente son la respuesta a la creciente atención que la
epistemología de virtudes había ido recibiendo a lo largo de las casi dos
décadas que los separan de Knowledge in Perspective. Fue una larga
trayectoria en la que progresivamente el fiabilismo se fue disolviendo y la
epistemología de virtudes fue convirtiéndose en una corriente ampliamente
seguida y discutida, llegando a ser, como ocurre ahora, el paradigma dominante
en epistemología. En los círculos
académicos la epistemología de virtudes competía con ciertas formas de
fiabilismo y sobre todo contra el contextualismo, una corriente de la que cabe
sospechar que había tomado mucho prestado del perspectivismo de Sosa sin
reconocerlo abiertamente.
En estos dos libros, la estrategia de Sosa es análoga que al
de la ética de virtudes en tanto que pretende explicar propiedades evaluativas
o normativas (como correcto, incorrecto, malo, bueno, valioso, etc.) como propiedades
sobrevinientes sobre propiedades no evaluativas que pueden ser descritas
neutralmente. Así, en ética de virtudes, las acciones moralmente correctas son
acciones que se explican por el hecho de haber sido debidas a, o fruto de, o
promovidas por, virtudes morales estables. De forma análoga, creencias
justificadas o conocidas (o creencias con cualquier tipo de propiedad
epistémica) son creencias que se explican por el hecho de haber sido debidas a,
o fruto de, o promovidas por, virtudes intelectuales estables. Puede haber
desacuerdos acerca de cómo describir "neutralmente" las propiedades
no normativas (las virtudes en cuestión), pero esta estrategia para conceptualizar
las propiedades epistémicas normativas como el conocimiento o la justificación
(en términos de propiedades no normativas de los agentes) es lo que ha creado
el campo de cultivo para multitud de teorías de virtudes (y para unificar por
ejemplo coherentismo y fundacionalismo, internismo e externismo etc.) Si algo
caracteriza a la filosofía de Ernesto es, repetimos otra vez, la voluntad de
dar una visión unitaria de lo mejor de cada una de las teorías en desacuerdo.
En las dos obras, Ernesto expuso la forma canónica de la
creencia apta y del conocimiento reflexivo que constituyen el centro de la
epistemología de virtudes, dejando claras las diferencias con el fiabilismo, el
contextualismo y el naturalismo. Dejando a un lado todo el aparato técnico que
desarrolla en el libro (aptness as accuracy because adroitness) y que ha sido
discutido en innumerables lugares, desde nuestro punto de vista hay algo
revolucionario en estos volúmenes para la epistemología y creemos que también
para la filosofía en general. Frente a la epistemología académica, que
mayoritariamente se había centrado bien en el significado del término
“conocimiento” bien en las prácticas de adscripción del calificativo de
“conocimiento”, Sosa respondía que la tarea de desentrañar qué sea el conocimiento
es una tarea metafísica. Ni es semántica ni es tampoco la descripción de un
proceso natural. Cuando Sosa define el conocimiento como un logro epistémico no
por suerte que manifiesta competencia está introduciendo términos evaluativos
densos (thick) que trascienden la dicotomía de lo descriptivo-normativo.
“Logro” y “manifestación” son conceptos claramente metafísicos que se oponen a
una noción causalmente plana del orden causal y nos lleva al gran problema
metafísico de la huella de lo humano en la trama del destino o de la suerte.
Después de Ernesto la epistemología se integra o quizás se reintegra a las
grandes líneas de la filosofía de todos los tiempos. Desde la época del
positivismo lógico no había habido una reivindicación de la epistemología tan
clara, pero en este caso revirtiendo el giro lingüístico hacia un giro
metafísico.
El giro o momento agencial
Aunque la agencia epistémica ha estado siempre presente en
la obra de Ernesto, en sus dos últimos libros Knowing Full Well y
Epistemic Explanations se convierte en una columna central de la
epistemología de virtudes y, lo que consideramos como algo muy interesante, una
integración completa de la epistemología en una visión normativa del ser
humano. Aunque sin duda Descartes es el filósofo clásico más citado por Sosa,
hasta el punto de que podría decirse que su filosofía es una suerte de
neocartesianismo sin los estereotipos que se suelen adscribir al cartesianismo,
nos atrevemos a situar su filosofía en un marco más amplio histórico que tiene
que ver con el humanismo. Ya en la tradición escolástica, pero mucho más
claramente en la filosofía del humanismo italiano, la pregunta central de la
filosofía es la cuestión de la singularidad del ser humano. Los filósofos
renacentistas propusieron como ideal de la excelencia humana el triunfo de la virtú
contra la fortuna. La virtú es para el humanismo todo el conjunto de disposiciones
que permite al ser humano triunfar sobre las contingencias en las diversas
formas de la suerte y el destino.
En Knowing Full Well Ernesto sostiene que el
conocimiento es un caso particular de actuación apta, así, el juicio que
termina en una afirmación de creencia, la decisión que activa una acción y
obtiene un resultado, como el caso de Diana la cazadora, e incluso el juicio y
la decisión morales que nos permiten reconocer lo adecuado o no de una acción,
comparten una misma estructura agencial que distingue a lo propiamente humano.
Los humanistas florentinos decían que la gloria es el reconocimiento que
recibe el agente por haber logrado lo que se propuso. Hoy lo llamaríamos menos
épicamente el crédito. Y Sosa, con su modestia analítica característica llama en Epistemic explanations el
impulso por el logro normatividad télica. En Epistemic explanations, además,
completa el giro agencial respondiendo, como siempre hace, a las diversas
críticas, y proponiendo que que el trasfondo metafísico del conocimiento debe
llevar a una teoría compleja de la agencia en la que se distingue una gradación
que va desde el mero intento al logro completo.
En los ámbitos académicos, la filosofía de Ernesto Sosa se
discute en sus detalles más técnicos, como corresponde a la buena filosofía
analítica, pero en esta breve intervención hemos querido enmarcar los pasos
centrales del desarrollo de su filosofía en un contexto más general en el que
la epistemología profesional se convierte en una pregunta mucho más profunda
sobre cuál es el lugar del conocimiento en la condición humana y cómo debemos situar
las tradicionales disputas sobre el escepticismo en una tradición mucho más
larga que habla de cuáles son las condiciones de logro o fracaso de nuestros
planes y proyectos, donde la voluntad de intentar, la constitución, las
competencia y la condición contingente y social nos permiten explicar por qué a
pesar de la suerte en algunas ocasiones logramos lo que queríamos. Es algo que
hace de la filosofía de Ernesto Sosa una aportación a la vez clásica y muy
oportuna en nuestro tiempo. Tomando prestado de Daniel Dennett una metáfora,
diríamos que la filosofía de Ernesto Sosa ha sido para nosotros como una cama
elástica en la que cada vez que presionábamos más alcanzábamos más altura de
miradas.
Ernesto Sosa (2018) La epistemología de virtudes (I)
Creencia apta y conocimiento reflexivo, Editorial de la Universidad de Zaragoza
Ernesto Sosa (2014 Con pleno conocimiento, Editorial
de la Universidad de Zaragoza
Sobre Fernando Broncano-Berrocal: https://www.fbroncano-berrocal.com/
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