lunes, 16 de marzo de 2009

Las barbas de Moisés

Cuán demostrativo y cuán engañoso es a la vez el gesto: nos abre y nos oculta la intención. Nada hay escrito en el ademán, y sin embargo todo está escrito en él. Freud escribió en 1914 un ensayito sobre el Moisés de Miguel Ángel. Fue publicado de forma anónima en la revista Imago, aunque luego en 1924 ya apareció con su nombre. A Freud quizá le daba apuro ser pillado en un momento de debilidad y aprecio del arte. En su escrito discute la versión más extendida en su época según la cual Miguel Ángel habría representado a Moisés en el momento en que gira la cabeza, ve a su pueblo adorando el becerro de oro y entra en cólera. Todo su cuerpo está dispuesto a la acción que va a realizar, la de romper las tablas:



Freud no está de acuerdo. Observa el lenguaje corporal. Le resulta significativo que sus dedos se hayan enredado en la barba:


La interpretación de Freud es que Moisés ha sido representado en un momento de contención. Se ha sentado, cuando la Biblia dice que furioso arrojó a sus pies las tablas, pereciendo implicar que en aquel momento estaba de pie en la montaña. La infidelidad que Freud achaca a Miguel Ángel es por su intención de ejemplificar el conflicto interno de quien está furioso y lucha por sujetar su rabia. Los dedos, sin embargo, aclara Freud, hablan de su conflicto interno, como si al enredar la barba sujetasen su pasión. La mirada no sería la de alguien a punto de explotar cuanto la de un héroe en su conflicto:


Curioso Freud: que no firmase el artículo, que interpretase así el Moisés. Curioso, entre otras cosas porque lo que describe la Biblia es el momento de mayor conflicto de la historia entre las religiones de la imagen y las religiones de la palabra: la palabra triunfó, sabemos. También para Freud, pues el psicoanálisis es una terapia de la palabra, no del gesto. Freud necesita el gesto para hacerse cargo del conflicto de Moisés.
Más curiosa es la discrepancia tan radical de dos interpretaciones sobre la misma figura. No es sorprendente que Ricoeur, en su De la interpretación, un ensayo sobre Freud, eligiese este ejemplo como paradigma de cómo el psicoanálisis es más una teoría de la cultura que una teoría científica de la mente.
Me ha fascinado siempre nuestra doble procedencia de Moisés y de Odiseo: uno huye, el otro regresa; uno actúa a través de la furia, el otro con el engaño y el ingenio; uno tiene el poder de la palabra, el otro el de la imagen y la máscara.
Que Miguel Ángel tenga que acudir a la ambigüedad del gesto para explicarnos lo que la Biblia dice en palabras muestra la tensión de la cultura. Quizá Miguel Ángel soñó que Moisés dudaba en un último instante entre destruir la bella imagen de un dios e imponer la seca abstracción de una ley, y es este el origen de su lucha interna. Sus dedos le traicionan, su barba le traiciona.
¿Qué quiso representar Miguel Ángel?, ¿importa algo?

2 comentarios:

  1. Hola, Fernando

    Ya conocía el texto de Freud, lo leí hace tiempo y no se por qué pero me pareció algo raro para ser de Freud (y eso que fue casi lo primero que leí de él) Hace juego con otro comentario sobre la biografía de Leonardo en que explica un sueño que se le atribuye a da Vinci y mediante el cual Freud trata de explicar su homosexualidad reprimida (le supone un asceta) como el ejemplo de sublimación más absoluto. Buscalo si te interesa, también es bastante curioso, un abrazo.

    Guille.

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  2. Sí, lo conozco, es paralelo a éste de Moisés y conviene leerlos juntos,
    pero el de Moisés tiene el añadido de la experiencia misma de Freud con la estatua. Dice que esperó un tiempo, contemplándola, que se levantara y le tirase a él las tablas. Curioso. Significativo.

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