Reflexiones en las fronteras de la cultura y la ciencia, la filosofía y la literatura, la melancolía y la esperanza
domingo, 21 de junio de 2009
La seducción de la serpiente
Ando estos días enjaretando algunas ideas para un curso que organiza en Oviedo F. Javier Gil sobre dilemas éticos y cine y, aunque no logro hilvanar nada consistente me enredo en una pregunta que me da vueltas desde hace meses: ¿por qué me fascina lo que debería de distanciarme y aún repugnarme? El objeto en cuestión son las imágenes de Leni Riefenstahl, en sus documentales Olimpia, El triunfo de la voluntad, y sus fotografías de los guerreros nuba, lo más conocido de su obra. Fue, dicen, musa de Hitler, quien le dió barra libre para montar la imaginería del partido, para crear, de hecho, el imaginario de lo nazi como propuesta estética. Nunca dejó de ser nazi, sostiene con toda razón Susan Sontag, en su durísimo comentario en el New York Review of Books en los años setenta, que contribuyó a una interesantísima polémica de larga duración, que ha dividido a muchos amantes del cine.
Tenía una ambición ilimitada; era y fue siempre amante de una forma de belleza en la que primaba lo atlético, el cuerpo perfecto sano y juvenil; formó parte del aparato visual nazi. Creó documentales de perturbadora perfección y seducción que han contribuido (tanto o más que los de los adversarios) a mostrarnos la esencia de la estética nazi, una forma de romanticismo entre lo kitch y la aspiración a la pureza, de profunda influencia en nuestros regímenes de mirada.
No puedo dejar de mirar fascinado (como hacía pese a ella misma Susan Sontag) y no puedo sino sentir repulsa de una técnica de atraer la atención que sabes que está tocando las fibras más maleables de la voluntad: la inclinación a sentirse en una multitud triunfante; arropado/a por cuerpos y mentes perfectos; lejos del olor a viejo, a pobreza y a soledad; las líneas definidas; los objetivos claros; el orden acabado.
Leni perdió la guerra pero su estética fue ganando cada vez más adeptos y se ha metamorfoseado en el instrumento mediante el que los medios de masa atraen la mirada de las masas. Quienes no conozcan su obra pueden encontrar en YouTube largos trozos de aquellos documentales, y en su página las fotografías de los nuba. Quienes estén interesados en la polémica, google les facilita un montón de entradas en ambos lados.
Ver ahora las imágenes de Riefenstahl es como encontrarse con la esencia de la imagen contemporánea, como si ella hubiese anticipado la estética que habría de formarnos, como, en otro sentido, Orson Welles. La pregunta me arrastra a un tobogán de conclusiones por el que me resisto a resbalar. No tendría tanta significación sino representase algunos de los dilemas entre ética y estética que más nos perturban. Me gustaría que alguien me ayudase a responder por qué fascina una estética que se rechaza. No valen las respuestas fáciles. Me las he dado todas y no me convencen. Como cantaba Javier Krahe, es mejor andar con una buena duda que con un mal axioma.
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No te puedo ayudar, Broncano. Yo presiento el terror con las imagenes que a ti fascisnan. ¿Sientes lo mismo cuando ves las imagenes de los campos de concentración cuando sus prisioneros fueron liberados?
ResponderEliminarTe puede atraer la dirección de un grupo compacto que ha entregado toda su infividualidad y atiende solícito las órdenes de su director. A mucha gente en el siglo XX le fascinó la estética nazi porque incoscientemente sus manifestaciones masivas proporcionaban seguridad, y no tanto por la ideología. Es posible no estar intelectualmente predispuesto a ejercer de nazi pero sía gozar de la protección del poder. Orson Welles, Riefenstahl fueron un buen ejemplo de ello; se aprovechaban de las masas (con masas me refiero aqui a una suma de cuerpos con un pensamiento único inducido). Se nota que no te peleabas de joven con los restos del fascismo español y sus camisas azules (la guardia de Franco)
ResponderEliminarNo seré yo quien tenga la respuesta difícil, pero daré mi modesta opinión:
ResponderEliminarLa fascinación no es un fenómeno de la voluntad, ni del reconocimiento: uno no se fascina de algo por el mero hecho de proponérselo, tras advertir en ello cualidades bellas o compatibles con las propias;ni tampoco cabe dejar de fascinarse mediante un análogo esfuerzo. Una vez que la fascinación corre por las neuronas,por las venas, no hay antídoto posible.Hay fascinaciones que cuestan la vida. Por eso hallamos en nosotros fascinaciones que cuando pasan por el crisol de la conciencia, ¡aparece pepito grillo¡,nos plantean problemas morales. Las fascinaciones aparecen en nosotros como por arte de birlibirloque, las repugnancias son de índole cultural, moral. La ideología , la cultura,puede hacer fascinable lo que no es en sí fascinante sino abominable...
La fascinación, estoy de acuerdo con los tres, es un fenómeno involuntario, aunque sólo hasta un punto. No me gustan, por supuesto, los desfiles ni las multitudes-masa, pero me ocurre lo mismo que con los anuncios de coches, me gustan aunque no me deje engañar ni por un instante de lo que hacen con la gente. Es algo parecido. Lo que me preocupa es que no dejo de mirar aunque podría hacerlo, y el controlar mi mirada no significa que no vea lo que no quiero ver.
ResponderEliminarRespecto a las imágenes de los Lager, son imágenes que todos llevaremos grabadas en la memoria siempre. Es otra cosa. Sobre todo aquellas, dos o tres, que fueron grabadas desde dentro, jugándose la vida.
La representación del mal tiene formas diferentes. Algunas son descripciones interesadas, como la de Riefenstahl y otras son testimonios. Los segundos son otra cosa: son actos de memoria.
Una cosa es la estética y otra la ideología. Despues pueden ir de la mano (los romanos y sus urbes y puestas en escena...) De esto saben mucho quienes crean publicidad. Hay imágenes que fascinan, antes de saber de dónde proceden o quién y para qué propósito las creó.
ResponderEliminarY también tiene razón Elvira, son esferas distíntas la de la ética y la estética, o la política y la estética, cada una tiene su propia dinámica, pero el problema es que están comunicadas: hay estéticas que terminan teniendo connotaciones éticas, y a la inversa. Ma...
ResponderEliminar(respecto al comentarista que me recuerda las/sus peleas con los restos del franquismo, no es muy pertinente, no sé en qué se notan mis recuerdos o falta de ellos. Si su memoria llega hasta entonces sabrá que esta polémica ya estaba entonces, y fue una dura polémica entre estéticas cutres en ambos lados y estéticas fascinantes, también, ¡ay!, en ambos lados. Martín Patino en sus películas sobre el franquismo, (Caudillo, Canciones para después de una guerra, refleja bien cómo la guerra fue también una guerra de estéticas)
hay estéticas que terminan teniendo connotaciones éticas, y a la inversa..
ResponderEliminar¿Hay éticas con connotaciones estéticas? ¿en cuáles piensas cuando dices esto?. ¿Qué ética consideras que rige hoy mayormente nuestros comportamientos... la consideras estética? Yo observo que parece más estético el mal.Hoy parece que hacer el bien nos resulte bochornoso, ¡menudo primo¡ que dirían algunos.
Bueno, por ejemplo lo que dices: deberíamos repensar una ética de la pobreza, como la que significa Simone Weil, que tiene y ha tenido significación estética (en algún sentido el arte povera de los cincuenta pertenecía a esta forma de mirada. John Berger ha sido un defensor de esta línea. Quienes no lo conozcan (Modos de ver) lo disfrutarán. Pero eso no significa que el arte sea peor por tener otros orígenes. Marx fue uno de los primeros que planteó la pregunta que me inquieta. Decía que aunque sabía que la Divina Comendia se originaba en una sociedad tardomedieval comercial, sin embargo seguía siendo una obra universal. Ahí empieza el problema.
ResponderEliminarYo también estoy intrigado con las películas de Leni Riefenstahl y la polémica que suscita y creo que la pregunta como la formulas es correcta: ¿porqué hay cosas que me gustan y no me deberían gustarme?
ResponderEliminarLa primera vez que vi El Triunfo de la Voluntad quedé fascinado pero también espantado del poder de las imágenes y de lo que significarían más adelante cuando el horror salió a luz y que, ciertamente, las películas Riefenstalh contribuyeron a ello: a ocultar destacando sólo una cara de la moneda.
Ciertamente la fascinación es involuntaria, en ella hay pasividad y estas inerme ante ella y no juzgas, solo tragas. En la seducción se admite que hay algo de asentimiento por parte del que se deja seducir y por ello dejas de resistir.
Cuando estás fascinado te haz tragado el punto de vista de autor por completo. Detrás de las bellas y poderosas imágenes acompañadas de una música heroica, las formaciones, los encuadres, las tomas aéreas y todas las innovaciones técnicas que aparecen en El Triunfo de la Voluntad no tenían sino un objetivo: manipular.
En el documental sobre la vida de Leni Reifenstahl "The Wonderful horrible life of Leni Reifenstahl" de Ray Muller se da uno cuenta que el talento de Riefenstahl reside en la edición y recomposición de las imágenes, el ritmo de éstas y la música que las acompaña. La forma que hace potente al contenido, pero ¿podemos admirar solo la forma apartándola del contenido? Creo que Sontag ha mostrado también que la forma en las pelis de Reifenstahl también era Nazi, una estética Nazi.
Hay juicios estéticos incompletos, en estos juicios podemos admirar una obra de arte sin relacionarla con otros ámbitos, entre ellos el ético. Pero en un juicio estético completo que tenga en cuenta que detrás de la falsa contemplación que nos proponen existe la intención de movernos a la acción y por ello hay manipulación nos llevaría a afirmar que hay cosas que no nos deberían gustar.
En el caso del Triunfo de la voluntad de Riefenstahl, implica afirmar que, efectivamente, hay seres humanos superiores y que no es un ideal: es el pueblo alemán que acude en masa a seguir ciegamente a un líder. Un pueblo, un líder, una nación y todo esto mostrado y expresado de forma ritual y religiosa. Allí están las fuentes de muchos males de la modernidad juntos: raza, nación y religión. La disolución de la individualidad en la masa, así como el suponer que no hay límites, solo afirmación de la voluntad propia y de los que son como nosotros. Göering, durante el mismo periodo de la Alemania-Nazi afirmó: “seremos juzgados como los más grandes estadistas de la historia o como los más grandes criminales”. Esta frase podría aplicarse a la obra de Reifenstahl y decir que Leni está entre ser juzgada como una de las más grandes hacedoras de películas de la historia o como una artista nazi, cosa que nunca quiso admitir (la polémica sigue). Esto me lleva a peguntarme si debe existir una política pura al igual que una estética pura (del arte por el arte). Es posible que sí, pero hay que “ejecutarla [s] con el espíritu adecuado” como decía Arendt, de lo contrario son sólo medios y no fines en sí mismos.
Bueno, supongo que se trata del Jekyll que llevas dentro, y del bueno de Hyde que también se deja tentar.
ResponderEliminarP.D. Lo siento, olvidé que no valían las respuestas fáciles
Ambar
De acuerdo completamente con Alexander.
ResponderEliminarAcabo de leer una (nueva) biografía de Leni con todos los datos al día y sigue la polémica.