domingo, 28 de junio de 2009

Los colores de la mirada

Esta es una de las miradas más perspicuas de la fotografía contemporánea. Dorothea Lange se atrevió a mirar y a fotografiar lo que muchos no querían ver:



PhotoEspaña de esta temporada expone en el ICO una revisión de los grandes temas de Dorothea Lange, la gran testigo de las zonas oscuras de unos tiempos en los que Norteamérica sufría la gran crisis económica el primer tercio del siglo XX: las colas de los parados, la ruina de los jornaleros del Medio Oeste, el encierro en campos de concentración de ciento cincuenta mil americanos de origen japonés.





Lo que más impresiona de sus fotografías, en un tiempo en que ya lo hemos visto todo, en los que no hay desastre ni crueldad que no haya sido registrado, en los que nuestros ojos ya se han acorchado, es que sus fotos disparan una alarma de paradoja que no estaba en el archivo mental, de nuestro imaginario contemporáneo: en sus fotografías, los absolutamente pobres y vencidos son seres que unos años después se habrían de convertir en el prototipo de la salud, la riqueza, la seguridad, el mundo desarrollado. Blancos de origen centroeuropeo que emigran por las estepas desérticas de Nuevo Méjico, intentando llegar a California a ver si son contratados para recoger fruta. Autos averiados en la mitad de una carretera infinita. Niños de ojos y cara hermosa que miran más allá de la cámara a un mundo de caramelos. Sólo ha fotografiado algún trabajador mejicano y unos pocos negros, los demás son blancos arruinados, "white trash" que dicen en los estados del sur




En muchas de sus fotografías la realidad se contrasta con los carteles de propaganda, como esta de una cola de parados bajo una representación del sueño americano, familia, coche, esperanza.
Otras veces, ya no hay ironía, sino asombro y furia_



Cuando hizo la foto icónica, esta mujer, cuenta, llevaba una semana comiendo coles heladas que habían sido abandonadas en el campo y pájaros que cazaban sus hijos. Tomó seis fotografías. Una de ellas se convirtió en icono, pero la media docena de imágenes de esta mujer de 31 años expresan cuál es el rostro de la derrota de una clase que describieron también en palabras John Steinbeck y en imágenes John Ford en Las uvas de la ira. Pero Lange registró los rostros reales de la gente. Sus caras y cuerpos presentaban y no representaban el estado de la crisis.

No puedo menos que comparar a Dorothea Lange con Annie Leibovitz, también expuesta en PhotoEspaña (hay que esperar una larga cola para verla). La mirada de Leibovitz expresa el encanto por los encantadores y poderosos, que aparecen en sus fotos transfigurados en una arcadia de belleza y color:




Formas de mirar.

Curiosamente, Dorothea Lange siempre trabajó para el Gobierno, para varias agencias que le encargaron crear un archivo histórico de lo que estaba pasando, de imágenes que eran una prueba de que las cosas no iban bien. Incluidas las imágenes del encierro de japoneses.
Me hace añorar una sociedad que pese a todo conserva mucha capacidad crítica: ¿por qué no tenemos, especialmente ahora, una Dorothea Lange? ¿Quizá faltan fotógrafas que registren la cara oscura? ¿Quizá faltan agencias que quieran registrarla?

3 comentarios:

  1. Estamos ya a estas alturas curados de espanto, y a mí estas fotos me parecen pecata minuta comparadas con otras realidades que han impresioando nuestras retinas, como tú bien señalas. Yo tengo grabada, de manera indeleble, la foto de un nazi que arranca de los brazos de su madre a un recién nacido, y lo aplasta con su botaza en el suelo hasta que expira. Realidades así me parecen más espeluznantes. Y qué decir de los niños que mueren descalcificados al poco de nacer en África, ¿has visto fotos al respecto? . Sería eterno enumarar realidades desoladoras. Pero yo te quería plantear una cosa, más que reflejar esas realidades atroces, de lo cual se encarga muy bien la Iglesia, por ejemplo con este slogan que leía no sé dónde: "cada tres segundos muere un ser humano, el próximo puedes ser tú, ¡haz ejercicios espirituales¡", no sería mejor hacer ejercicios políticos para transformar esa realidad, no crees que cabe extrapolar la mirada marxista a estas realidades e intentar transformarlas con soluciones polícas...¿por qué éstas no se producen o lo hacen de un modo tan paupérrimo?...
    ¡perdón por extenderme tanto¡

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  2. Nuestra mirada se ha acostumbrado a todo, desde luego, y el dolor también se ha vuelto en parte espectáculo y a veces motivo de propaganda, anuncio de ongs, etc. Cierto. Pero eso no quita valor a aquellas personas que como Lange se atrevieron a registrar y a mirar lo que nadie quería hacer.
    Probablemente las carreteras del Medio Oeste no eran ningún espectáculo de miseria en 1934, pero si mirabas con cuidado, como ella hizo, se convertían en caminos de dolor. Lo mismo que con el internamiento de ciudadanos norteamericanos en campos de concentración solamente por ser de etnia japonesa. Todo el mundo lo veía normal y aún más, insistían. Pero ella miró a las tiendas que cerraban de un día para otro, miró a las familias que no entendían cómo sus conciudadanos los encerraban, miró donde nadie quería mirar. Aprender a mirar está antes que la política: es de hecho la base sobre la que debería construirse la política. Pero nos enseñan o aprendemos más bien a lo contrario, a velar los ojos para no ser impregnado de imágenes. En los años treinta hubo mucha gente con mucho coraje en Estados Unidos, pero si tuviera que elegir a alguien, elegiría a Dorothea Lange.

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  3. Mi mirada no se ha acostumbrado a todo. Por otro lado ¿creéis que en en cualquier siglo anterior al XX la mirada de la gente estaba más sensibilizada a este tipo de imágenes (por aquel tiempo no en foto, claro)?

    Un saludo,
    Ambar

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