sábado, 10 de abril de 2010

Héroes y tumbas

El director chino Lu Chuan ofrece estos días Ciudad de Vida y Muerte, que narra la terrible suerte de la ciudad de Naijing bajo las tropas japonesas entre 1937 y 1938. La película tiene como trasfondo la masacre de trescientas mil personas y la esclavización sexual, tortura y muerte de las mujeres. La trama sigue la pequeña historia de unos cuantas personas que en medio del infierno lograron sostener la llama de la humanidad a través de la compasión y el sacrificio. Como Todorov en Frente al límite o Millu en El humo de Birkenau, Lu Chuan mira a las violetas en la nieve, a quienes en medio del infierno y de las tumbas fueron capaces de llenar su vida y muerte de sentido. No sé si es casual que la película acabe con la misma reflexión que el cura de Roma citta aperta a punto de ser fusilado: "Morir (bien) es fácil, lo difícil es vivir (bien)". Se ha dicho de ella que es buena porque sigue la técnica de Spielberg, Kubrick o Fuller en la representación de la guerra: gran angular en blanco y negro, cercanía de la cámara, ruido, polvo y confusión. Puede ser. La lista de Schindler ya planteó en su día una intensa discusión sobre la representación del Holocausto. La cuestión es, sigue siendo, cómo, cuándo y por qué representar el mal. También recientemente, en un tono distinto, La cinta blanca planteaba la misma cuestión.
No es sencillo responder a estas preguntas. Por ejemplo, algo que sorprende es lo tardío de las representaciones aceptables del mal. China ha esperado setenta y tres años, y aún así su gobierno ha prohibido la película; el Holocausto tuvo que esperar a los años ochenta para encontrar buenas representaciones; el exterminio de los armenios a Ararat; otros, entre ellos la victoria franquista aún espera (sólo El espíritu de la colmena rozó metafóricamente la representación de aquello). Como si el tiempo fuese una condición necesaria para superar la vergüenza de pertenecer a esta especie en estos tiempos.
Ciudad de vida y muerte añade algunas pinceladas luminosas para responder a estas preguntas. Se cataloga a la película en el cine bélico, y está bien: el gran cine bélico es siempre antibélico, antiviolento y antimilitarista. Aquí se aportan algunas reflexiones que no suelen expresarse comúnmente: que la violencia es siempre contra la población, contra las mujeres, contra el débil. Que los héroes hay que buscarlos entre las víctimas, no entre los vencedores.
Pero las preguntas siguen sin ser contestadas. Quizá porque hacerlo nos plantea nuevas preguntas sobre el mismo acto de representar como revivir más que como recordar. Quizá porque la memoria es realizativa: una vez activa el pasado se convierte en presente. Quizá la prohibición del gobierno chino sea una parte de la respuesta a estas preguntas.


4 comentarios:

  1. Ante tales masacres bárbaras uno se queda sin palabras. No hace tanto el occidental defendía sus intereses en Corea, Vietnam, Camboya... China fue completamente drogada con opio, pero anteriormente los indios norteamericanos morían emborrachados, los sudamericanos morían de enfermedades que llevábamos y los indios de la India estaban como ahora, explotados en fábricas o en plantaciones.

    China y Japón mantuvieron una rivalidad de siglos y muchas guerras. El emperador y los señores feudales de las distintas etnias y familias se disputaban la influencia de la zona. Tantas barbaridades se han hecho en tantas ocasiones en nombre del Imperium (autoridad, orden). Lo mismo da que se hable del imperio prusiano, que del sacro romano o germánico o nipón, o español ya sea dicho de paso.

    Una buena cosa que pueda verse una buena película sobre esto, como poder ver el acorazado Potemkin, o aquella "La vida es bella" de Benigni; me hubiera gustado ver más pelis donde los indios no fueran los malvados que atacan a los vaqueros que invaden sus tierras, y donde un John Wayne de piernas abiertas y uniforme del 7º fumando un purito y pistola en ristre no figurara como el "héroe" salvador.

    Me hubiera gustado ver alguna película más sobre las purgas de Stalin, sobre la invasión de Cuba por los EEUU o la caída de las bombas en Hiroshima y Nagasaki.

    Querría ver más películas sobre el apartheid sudafricano o sobre las dictaduras de Videla, Batista, Pinochet, el asesinato de Kennedy o la subida al poder de Jomeini. Y, claro, también sobre China y Taiwan...

    Lo que parece es que durante unos breves lapsos somos jueces de algo que les está ocurriendo a otr@s y, de repente, sin darnos cuenta, nos vemos como actores de algo que nos ocurre a nosotros. Como le pasó a Unamuno...

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  2. En mi opinión, somos mas sensibles ante realidades de gran impacto, lejanas en el tiempo y/o en el espacio, que ante la realidad diaria que nos rodea, a la que nos acostumbramos y que nos ha generado una costra protectora que nos insensibiliza de manera, yo diría que hasta inconsciente.
    Nos parecen monstruosas (y lo son) tragedias como la que describe esta película. Nos indignan, nos hacen pensar, opinamos, discutimos, discrepamos, ... sobre ellas.
    Y mientras, tenemos a nuestro lado, a la puerta de nuestra casa, una tragedia enorme que afecta a casi cuatro millones de personas de nuestro entorno mas cercano, y consentimos que los culpables de este cirio estén tan tranquilos.
    Nuestros representantes (los que gobiernan y los que no), pasan olímpicamente de la tragedia, buscan la continuidad de su status, siguen adormeciendo a una ciudadanía que no tiene conciencia de ello, e imponen su mediocridad a nuestra dejadez.
    Nuestra tragedia cercana sigue ahí. Y nosotros, responsables pasivos de ella, seguimos opinando sobre el sexo de los ángeles y protestando porque nadie hace nada. Y yo ¿qué hago?. ¿dónde desarrollo mi acción ciudadana de manera racional y no pasional?.
    Un saludo.

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  3. Estimado Armando, no pretendo nunca decir a nadie qué debe hacer. No entiendo que haya discursos sobre qué hacer (sólo me admiran los actos, nunca los promotores de acciones). Ya es difícil comprender, mucho más saber qué hacer. ¿Qué deberíamos hacer para resolver el paro: abaratar el despido, vender el patrimonio artístico para dar subvenciones, bajar el sueldo a todo el mundo y repartir...? Vaya. No creo que Lu Chuan esté hablando de cosas tan lejanas como parece. La memoria siempre es presente: por acción y por omisión.

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  4. Sr. Broncano, ¿y usted cómo cree que se puede pasar de, por ejemplo, la pregunta por el ser, a la pregunta sobre el qué hacer?. O sea, la pregunta que hago yo es: ¿cómo puede un filósofo dar respuestas sobre la física, la sociedad o la economía?. ¿No parecen áreas totalmente separadas entre sí?.

    Estoy de acuerdo con usted en que la memoria siempre es presente, y precisamente estos mismos hechos o parecidos se están reproduciendo en estos mismos momentos en la República Democrática del Congo.

    Sobre qué hacer con respecto a la crisis yo creo que deberíamos dejar actuar a los expertos: para eso cobran la millonada que cobran (del erario público por cierto). Después, si no solucionan nada, los pasamos por la guillotina, como en la Revolución francesa. Así nos quedamos sólo con los buenos y no con los farsantes. ¿O por qué va a valer más la vida de un supuesto experto que la de una mujer congoleña?. Al menos el primero ha disfrutado ya suficientemente de la vida, mientras que la segunda está en muchos casos siendo víctima de los errores de cálculo e incompetencia del primero

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