miércoles, 25 de mayo de 2011

Hipótesis de la burbuja

Hace diez años, en una tesis doctoral que dirigía, formó parte del tribunal el economista José Manuel Naredo. En la comida, le comenté mi asombro por los precios a los que estaba llegando la vivienda en Madrid. Yo llevaba apenas dos años de emigrante y estaba asustado de esas cantidades. Me habló (discurría a la sazón el 2002) de la "burbuja inmobiliaria", un término que no se usaba en las páginas serias de economía pues era una jerga más bien de radicales. Era uno de los pocos que entonces defendía que estaba ocurriendo un fenómeno peligroso. Le pregunté por qué esperaba él que ocurriese en un futuro próximo. Me dijo que no esperaba que cambiase la situación, porque no era un problema de los bancos y las inmobiliarias, sino de que la gente estaba sometida a un mecanismo de autoengaño por el que pensaba que se estaba haciendo rica pidiendo prestado al banco a intereses bajos y viendo cómo el piso que habían adquirido subía de precio a más velocidad. "Mientras la gente crea que se está enriqueciendo mientras se está endeudando, esto no va a cambiar mucho", me dijo. Creo que le entendí en parte, y me convenció. Por si acaso, decidí abandonar toda esperanza de comprar un piso en la capital e hice de la necesidad virtud, conformándome con seguir en alquiler. Hasta hoy. Comenté con mis amigos, algunos más instruidos que yo en economía real, lo que había aprendido y se rieron de mí. Me dijeron: "eso es una locura, ¿tú has visto cómo crece la bolsa, cómo crece el PIB? ¿tú te crees que esto puede explotar? Es imposible. Se caería el sistema". Bueno.
Hace muchos más años, cuando me había convertido ya en un observador más bien pasivo de la dinámica política, más por la necesidad de recuperar el tiempo y las lagunas generadas en mi juventud que por convicción, y notando que los partidos de izquierda, al situarse en el poder, habían abandonado todo el tejido social de asociaciones de barrio, centros culturales, asociaciones de estudiantes, ..., y tantos lugares que nos acogieron y defendieron en los tiempos negros, planteé a mis amigos ya profesionales de la política, muchos de ellos en lugares centrales del nuevo sistema, si no pensaban que al abandonar estas tramas, e incluso despreciarlas si no perseguirlas, no estaban minando su propio suelo, me respondieron que tenía tendencias ácratas, que la democracia consistía en elegir representantes que decidían las políticas "reales" y que la actividad del poder era "poder hacer", algo que todas esas redes no alcanzarían nunca por su propia condición magmática.  
No lo noté entonces, lo empecé a sospechar más tarde: había alguna relación oculta entre la burbuja inmobiliaria y esto que le ocurría a la izquierda (a las muchas izquierdas, no sólo al partido dominante). También aquí vivían de prestado y veían que con lenguajes, conceptos y formas que les prestaban a bajo interés, sus réditos aumentaban de año en año en votos: tomaban prestados significados como "solidaridad", "políticas de igualdad", "democracia", ...., y obtenían resultados crecientes en forma de puestos de liberados sindicales, concejales, asesores, diputados, etc. Algunos, muchos, empezaron a pensar que aquello no llevaba buen camino. No citaré nombres para no perjudicarles. Pero quienes levantaron la voz fueron acallados y quienes levantaron el dedo fueron expulsados de las organizaciones respectivas. Les pregunté a mis amigos aún poderosos si no creían que esto iba a explotar algún día y me dijeron. "Es imposible. Se caería el sistema. La democracia es así". 
Ahora veo a aquellos amigos abrumados porque no entienden muy bien lo que pasa: no saben si acusar a su compañero-adversario, a los acampados en Sol, a los medios radicales de la derecha, a la Iglesia o a Dios mismo. Ahora veo también a una generación de endeudados, que han endeudado sobre todo el futuro de sus hijos, y les observo indignados sin saber a quién culpar, si a la izquierda, al PSOE, a los acampados, o a Dios mismo. 
Hubo un lugar, un tiempo en el que pasó algo similar: llegó un tal Berlusconi y lo arregló con un nuevo contrato. Tal vez, muchos creen, esta será la solución para las dos burbujas. Vaya. Mientras tanto, sigo viendo The Wire. La cuarta temporada lo explica todo. 

11 comentarios:

  1. Hablando de The Wire y de la burbuja, es en esa temporada cuando Cacceti al llegar al poder tiene la oportunidad de elegir (perdón por el spoiler), o bien le ruega al senador republicano por dinero para poder financiar las distintas propuestas que quiere llevar a cabo en Baltimore o bien no le ruega queda por encima y que les den a los ciudadanos. A fin de cuentas Carccetti tiene la vista puesta en las elecciones al Estado. El alcalde elige no rogar. La consecuencias se pueden apreciar el la quinta temporada. El absoluto desastre.
    Hace poco volví al insitituto publico donde estudié y me resultó aterrador que más de diez años despues todo seguía exactamente igual. Comentaba como detalle que hasta un poster cuyo copyright era del 1994 sobrevivía como un insecto en ambar. Un no-tiempo cogelado para mal. Qué les hicimos al sistema para que nos legaran una educación tan deficiente, en el que los docentes (salvo raras excepciones) nos animaban con consignas como : para qué esforzaros sino no vaís a conseguir nada.
    Pues eso, que las burbujas de unos les reventaron en la cara y a otros nos dejaron encerrados en ámbar como el bicho de Jurassic Park.

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  2. Está bien y es normal que existan diferentes opiniones y que existan conflictos. Lo que no es normal es lo ocurrido en aquellos años de la burbuja en que, no se sabe por qué, todo iba como la seda: nadie protestaba, todos se plegaban a la misma opción -la que usted explica, endeudarse con la creencia de que lo comprado se iba a revalorizar pronto. Y es que un bien compartido es un mal para todos. En la sociedad siempre ha de haber conflicto. Es algo normal, porque si no lo hay indica que los problemas no se están encarando sino que corren paralelamente pero por debajo de la "piel". Y algún día han de estallar.

    En las situaciones que cotidianamente vivo hacía mucho tiempo que no vivía o veía ese conflicto tan normal en la convivencia de diferentes opiniones. Ayer volví a ver -por fin- una bronca de tráfico, de las típicas de siempre (ven aquí si te atreves, etc). Es lo normal, seguimos vivos

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  3. Estimado Fernando,
    cada día quedo más perpleja ante sus entradas en el blog. Lo tenía muy fácil en sus dudas: le bastaba con ir a consultar a sus compañeros de la universidad historiadores económicos, al otro lado de su campus (ya sé que cruzar esa calle es como atravesar el Atlántico..) Pásese por sus despachos y que le hablen de lo que supuso la centralización de la emisión del papel moneda por el Banco de Londres con la "Bank Charter Act" de 1844, y de las primeras explicaciones que la Escuela moneraria empezó a dar ante esta nueva forma de manifestación, a escala nacional, de los ciclos económicos, desconocida hasta entonces, y consecuencia de los efectos monetarios que la centralización de la emisión de moneda de curso legal tuvo sobre la economía.
    Sin duda le hablarán del problema de la banca de reserva fraccional, de las consecuencias del monopolio de los bancos centrales en la gestión de las reservas y el falseamiento del precio real del dinero por parte de las entidades públicas de planificación monetaria central, induciendo a errores masivos (al uso irracional e ineficiente de los recursos monetario en circulación).
    Si se va un poco más lejos, a la Rey Juan Carlos, y habla con Huerta de Soto, incluso le sugerirá la la necesidad de la vuelta al patrón oro (o de que, al menos, el crédito en circulación esté respaldado por activos reales). Etc., etc.

    Aquí algún lector (no sé si de los airados o de los otros álguno airado habçia con razón-) le ha mencionado por activa y por pasiva que esto no ha sido una crisis del capitalismo, sino de las políticas monetarias y de la acumulación masiva de errores de inversión que hacen que la burbuja acabe explotando. No se trata de "autoengaño" como usted dice, se trata, que es mucho peor, de un engaño inducido por las intancias de planificación monetaria, al forzar persitentemente los tipos de interés a la baja: es una manipulación en toda regla del precio del dienro (aquí el BCE siguiendo las políticas de la Fed y del señor Greenspan. A mí me entra la risa cuando ponen a EEUU como ejemplo de mercado libre y capitalismo "voraz").

    Allá por el año 2003, lo recuerdo perfectamente, The Economist ya estaba hablando de la crisis, todos los esconomistas ortodoxos se estaban desgañitando para intentar que se dejaran de manipular los tipos de interés, alarmando de que la burbija antes o después iba a explotar. La teoría de los ciclos económicos de la Escuela austriaca (también se la mencionaros hace unos días) lo describe perfectamente, y aunque es una teoría explicativa, algunos de sus miembros predijeron en su día la explosión de la burbuja provocada por exceso de crédito (Mises la del 29, el propio Huerta de Soto la de 2001, o, entre muchos otros, Peter Schiff ésta)

    Por lo que se ve usted no lee el The Economist, ni frecuenta la prensa económica científica española (la científica, no en la que escribe el señor Krugman diciendo tonterías). Me parece muy legítimo, pero, por favor, deje de tratar de montar explicaciones ad hoc para encajar sus creencias sobre lo que la izquierda, la derecha o el Sursum corda es o hace.

    Sandra. Madrid.

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  4. Doctor Broncano, lo tiene fácil para entender lo sucedido en estos diez últimos años. Otra cosa es que le apetezca permanecer en la pereza mental postmoderna. En su propio Campus y entre sus iguales, estoy seguro que los catedráticos, Dolado, Fraile o Prados de la Escosura estarán encantados de aclarar sus dudas y demoler sus intuiciones.

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  5. Vamos a ver: sí, leo desde hace años The Economist. Empecé una tesis que pos suerte abandoné (hace miles de años) comparando los programas de economía basados en sistemas de equilibrio de fuerzas con los programas basados en dinámicas irreversibles. Conozco la escuela austriaca, he pensado mucho sobre economía evolucionaria, sobre economía de la información y sobre campos similares. Y pese a todo sigo teniendo el sesgo de filósofo que me hace no entenderme con los economistas, a los que tiendo injustamente a considerar como gente que tiene visión-túnel. qué le voy a hacer: pero mi/s comentarista/s no me despejan esos sesgos. Vaya: me consideran posmoderno. Debe ser eso.
    No sé quien/es es/on mi/lect/ora/es, pero veo que tieme problemas de comprensión lectora (les suele ocurrir a los economistas) y mucho más con las ironías (para eso necesitarían un máster: no en MBA, quizás de Humanidades). Si no tuviera esos déficits habría entendido mi texto un tanto críptico sobre la burbuja del capital simbólico.

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  6. Y sin embargo sus lectores, que con tanta seguridad le han aportado esa respuesta tan firme, no nos han explicado cómo es que, entonces, se dejó tensar tanto el arco que terminó rompiéndose. ¿Fue por una especie de tsunami imparable en la voluntad de las gentes que acabó inundando la economía mundial a la manera de Fukushima?. ¿O es que los que están en la cumbre del poder económico saben menos que cualquier estudiante?. Por mi parte, yo entiendo que hubo un momento en que todo se desveló, en que se optó por hacer borrón y cuenta nueva, aún a costa de millones de almas y vidas. Algo quizás asumible para la economía -que maneja la vida de la gente en forma de cifras- pero completamente inaceptable y condenable desde cualquier perspectiva humanística (véase Derecho, Historia, Política, etc)

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  7. Pues quizá. Los designios de los poderosos son inescrutables y escriben la historia con líneas torcidas. Vaya usted a saber.

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  8. Me imagino que cuando se refieren a los "poderosos economicos" hablan de gente como Trichet, y otros tipos de personas que ocupan puestos políticos cuya designación es forzada por gobiernos. Esto es, por gente que, A PESAR DE TODO (y eso incluye mucha evidencia empírica) sigue teniendo una (mala) fe ciega en el keynasianismo.
    Y sus creencias las pagamos los demás con nuestro dinero. No se puede dejar caer el sistema financiero (sería el pánico del 29), así que, hala, a rescatar con dinero público para pagar la fiesta de la barra libre de crédito. Son decisiones políticas: con la burbuja se producen crecimientos económicos espectaculares en cortos periodos de tiempo. (¿Les suena el corto plazo a algo que tenga que ver con los tiempos de la política?).
    Las recetas ortodoxas de los economistas, sin embargo, llevan a un tipo de crecimiento económico constante, sin grandes picos, y lento. Y con pocas fiestas. ¿Pero quién quiere sobriedad pudiendo darse al gasto público con la barata excusa keynesiana de "estimular la demanda"?

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  9. Ah, y para el anonimo que alude al tsunami y pregunta rousseaunianamente por qué no se paró a tiempo: convendría que considerara detenidamente y contrastara los argumentos que los señoritos de la Fed están tratando de colar (véanse los artículos de Greenspan y cia en Wall Street Journal), para eludir sus responsabilidades en la crisis que han provocado, y luego usted mismo elija entre dos razones poderosas: oportunismo o mala fe.
    Resumiendo demasiado, Bernake y otros aluden a que durante la década pasada se produjo un "exceso de ahorro" (savings glut) por parte de las economías asiáticas que se dirigió sobre todo hacia Estados Unidos. Y puesto que eso estaba a disposición, se empezaron a realizar inversiones cada vez más de alto riesgo, con una cada vez más escasa rentabilidad. Además tratan de aducir que las tasas de interés no están relacionadas con las tasas hipotecarias (por ser unos créditos a corto plazo y otros a largo plazo). Ambas cosas las desmienten los hechos y la teoría económica (que formaliza esos hechos). También a grandes rasgos una respuesta rápida: aunque los tipos de interés de la Reserva Federal sean a corto plazo, el negocio bancario actual consiste, --porque se lo han permitido los gobiernos con una pésima regulación del sector finaciero, ¡todo un lastre de los errores de la Ley de Peel!-- en endeudarse a corto plazo para invertir a largo. O sea: los bancos refinancian continuamente sus deudas a corto plazo a través del banco central (y del mercado interbancario nacido a sus faldas) e invierten en activos a largo plazo (hipotecas, sin ir más lejos). Dado que esto es así, si la Fed baja sus tipos a corto plazo, la oferta de fondos prestables a largo plazo aumenta y, por esto, el tipo de las hipotecas decrece. En fin, eso, por no comentar que un gran número de hipotecas se concedieron referenciadas a esos tipos de interés a corto plazo, etc., etc..
    Es difícil que Bernake y los suyos (también la SEC, nuestra CNMV) desconozcan el funcionamiento del mercado crediticio, por lo que sólo cabe pensar en oportunismo y en las presiones de los gobiernos que se aprovechan de esa expansión crediticia (gasto y más gasto y más gasto y más gasto, para mantener a sus ciudadanos bienpensantes en la ilusión de que se pueden pagar las facturas de un delirante "Estado de bienestar" con centros de cultura a todo lujo en cada pueblo, viajes extravagantes subencionados por cualquiera de las muchas entidades públicas que pastorean este país, etc. etc. etc. etc.).

    Otra vez Sandra, humanista a la sazón.

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  10. He decidido suprimir dos comentarios, uno porque se hacía alusión a compañeros que no pueden responder, al menos en este foro, y porque el siguiente respondía al suprimido y por tanto quedaba sin contexto.
    No tengo inconveniente en publicar críticas a lo que escribo, pero si no es molestia, no deseo ninguna referencia a otra cosa que el texto ni, como ya dije, propaganda política.

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  11. Yo creo que no me entero o no quiero enterarme de lo que escribes.

    Pero que una ficción de los USA nos sirva para explicarnos lo que sucede en esta tierra de arroz y conejo, me da mala espina, más que nada porque somos incapaces de representarnos a nosotros mismos y hemos de tomarlo prestado. Atroz dijo un día un maestro mío.

    Por cierto, la burbuja inmobiliaria, se fabrica con jabón de lavavajillas o con el de pastilla? O tal vez se haga con gel de baño? Podría llevar sosa cáustica y así algún químico podría explicarla con una fórmula bonita.

    Me pregunto, por qué llamamos políticos a los gestores de ciudades, a esos brokers.

    Un saludo, el delegado.

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