Reflexiones en las fronteras de la cultura y la ciencia, la filosofía y la literatura, la melancolía y la esperanza
domingo, 13 de septiembre de 2009
El grito de Antígona
La inquietante imagen de Louise Bourgeois y el no menos inquietante libro de Stefan Hertmans, El silencio de la tragedia (Pretextos) me lleva corriendo al texto de Sófocles. Efectivamente: Antígona es una obra sobre el grito. Los momentos centrales de la obra están presididos por un grito.
El primero, el que arma la tragedia, ocurre cuando Antígona, que ha tapado con arena el cadáver de Polinices, sabiendo que ello la llevará a la muerte, vuelve y encuentra de nuevo el cuerpo de su hermano expuesto a los carroñeros.
Sabemos de su grito por los guardias que la esperaban. Su grito la denuncia. Habla el soldado ante Creontes:
"Entonces, repentinamente, un torbellino de aire levantó del suelo un huracán -calamidad celeste- que llenó la meseta, destrozando todo el follaje de los árboles del llano, y el vasto cielo se cubrió. Con los ojos cerrados sufríamos el azote divino. Cuando cesó, un largo rato después, se pudo ver a la muchacha. Lanzaba gritos penetrantes como un pájaro desconsolado cuando distingue el lecho vacío del nido huérfano de sus crías"
Como un pájaro desconsolado. No es un simple grito animal. Es el grito de un pájaro, el grito menos inteligible que quepa pensar. Un grito telúrico que nace de la misma fuente que el huracán que lo ha precedido.
El segundo grito lo anuncia Tiresias el ciego vidente que tanta importancia tiene en las tragedias alrededor de la desgraciada familia de Edipo:
"Cuando estaba sentado en el antiguo asiento destinado a los augures, donde se me ofrece el lugar de reunión de toda clase de pájaros, escuché un sonido indescifrable de aves que piaban con una excitación ininteligible y de mal agüero. Me di cuenta de que unas a otras se estaban despedazando sangrientamente con sus garras"
Sonido indescifrable de aves: el augurio no es una frase críptica sino un grito indescifrable de aves.
El tercer grito lo profiere Hemón, el hijo de Creontes, que amaba a Antígona y esperaba ser su esposo. Creontes se ha arrepentido y acude al túmulo donde ha enterrado viva a Antígona. Pero es tarde, Antígona se ha colgado con los hilos de su velo. Hemón ha llegado antes y se abraza a su cintura
"Alguien oye desde lejos un sonido de agudos plañidos en torno al tálamo privado de ritos funerarios, y acercándose, lo hace notar al rey Creonte. Éste, al aproximarse más aún, escucha también confusos gemidos de un funesto clamor"
Confusos gemidos de un funesto clamor.
Antígona, la doncella que destruyó un estado. Su grito viene de más allá de los límites del lenguaje. Sólo puede ser ornitomorfo, un grito de animalidad.
Cuando estudiaba filosofía, un piadoso profesor de ética usó Antígona como ejemplo de la confrontación entre ética (él pensaba en religión) contra política. Bautizó así la interpretación hegeliana de la confrontación del derecho del estado contra el derecho de la familia.
Pero ambos, Hegel y mi profesor agustino erraban. Como si religión y estado no fueran ya ambos hijos de la palabra y la imagen, artefactos culturales que están en un mismo plano.
El grito de Antígona, no. Viene de allende lo representable; viene de la raíces del cuerpo dolido y sólo puede ser proferido pero no interpretado. Se niega a ser comprendido. De ahí su fuerza irresistible.
Estoy preparando el curso de máster, sobre representación, y había pensado centrarlo como otros años en la confrontación entre pensamiento discursivo e imágenes, iconoclasia cultural y nuevas visualidades. Pero he oído el grito de Antígona y me quedo aturdido ante los límites de la representación: el grito contra la palabra.
En el principio no fue el verbo, fue el grito. El de Antígona.
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Crier vers qui? Tel fut le seul et unique problème de toue ma vie.
ResponderEliminarUf!, he leído algunos de sus escritos en ésta su "página personal" y me siento muy abrumado por el uso de tantísimos nombres propios como referencias que son, del pensamiento, del conocimiento o de ambos; a esos nombres les acompaña una retahíla de -ismos tal que es para mí resulta un ejercicio sorprendente por sus resultados cuando los suprimo, a los -ismos y a los nombres propios: el escrito es otro, claro, pero curiosamente no cambia su contenido, lo que hace superfluas aquellas referencias o citas. En todo caso me asombra todo lo que usted ha debido leer como sus escritos dejan intuir
ResponderEliminar"You could say that a scream is a horrific image; in fact, I wanted to paint the scream more than the horror. I think, if I had really thought about what causes somebody to scream, it would have made the scream that I tried to paint more successful. Because I should in a sense have been more conscious of the horror that has produced the scream."
ResponderEliminarLo dijo uno de tus pintores favoritos (a juzgar por un post de hace un tiempo atrás), a quien J. Cortázar calificó como "el especialista en alaridos". ¿Te suena?
De hecho pensé en usar algo de Bacon, pero ya había empleado a un papa aullador después de la exposición de El Prado.
ResponderEliminarPero no creo que pueda saberse qué origina un grito: está más allá de la descripción.
Creo recordar que en algún momento Améry habla del primer grito del torturado que le transforma ya en un animal.
Pero Fernando al negar que tenga representación, interpretación, podríamos decir que esa negación es ya una interpretación.
ResponderEliminarEl grito de Antígona no es fruto de la indolencia y el juego, yo creo que obedece a una atrocidad ante la que cualquiera gritaríamos desgarradoramente. La religión, la familia y el Estado han malogrado muchas vidas . Y a uno a veces le dan ganas de gritar, el grito es terapéutico. Yo tengo un vecino que de cuando en cuando sale al balcón y grita, pero más bien como Tarzán, no sé si es terapia o es que está volado.
Lo que me sorprende es que en situaciones extremas (como toparse con una araña peluda alguien que padece aracnofobia ) unos reaccionen con el grito de Antígona y otros con el más absoluto silencio.. y lo mismo con las injusticias sociales... cada uno estamos hechos de una pasta ¿no?. qué misterio las neuronas, qué misterio las emociones, unos gritan y otros quedan paralizados.
Querido Fernando, si de representación hablamos, utilicemos aquello que tanto nos deslumbra, el cine! que, como bien sabes en sus mejores montajes a utilizado el grito como aquello inclasificable, aquello que abulta el gesto e impide a la palabra. (pienso -guardando las distancias- en el rostro y grito cerrado, único de los personajes de Puzzio "El padrino III". Un Alpacino inerte en un grito largo silencioso ante el cuerpo muerto de su hija, o en Sofía Loren con un personaje del mismo Puzzio "Mama Lucía", ese grito, esa mirada que desbarata cualquier "estado" en un sentido emocional y político) Pero Antígona, la argumentación sin palabras, un juicio ganado.
ResponderEliminarTe recomiendo un texto teatral de Griselda Gambaro titulado Antígona furiosa, con mirada de género, siempre.
un saludo
Pamela