sábado, 30 de enero de 2010

La vida en la burbuja

Desde el barroco, el miedo metafísico es el del sueño y el sueño del sueño: pensarse a sí mismo navegando en aguas fantasmales sin contacto con la realidad.
Llegó al examen: listo, sensible, profundo y distante. "¿Qué te pareció el programa'", le pregunté, "bueno, todos nos habláis del pasado, como si no existiese el mundo contemporáneo, como si todo hubiera que situarse en el pasado, y ¿qué pasa de lo que está ocurriendo, de lo que va a ocurrir?". "Tienes toda la razón", concedí. Pero yo no sé explicar lo que está ocurriendo, apenas puedo entenderlo y no creo estar en condiciones de explicarlo. Salí del paso como pude. Hablamos de internet, de postpoesía, de escritura sin las mediaciones de los poderes-filtros, de..., intentaba salir del jardín en el que estaba pero me sabía contemplado como el ajolote de Cortázar, como un pez en una burbuja.
Desde siempre me ha perseguido ese reproche. En la secundaria me llamaban el filósofo, leía a Camus y no sabía explicar por qué era interesante; en los años salvajes, me llamaban intelectual que no tenía ni idea de cómo era de verdad el pueblo; más tarde me dicen lo mismo acerca del mundo "real" de la empresa y la vida económica. Me dolió mucho que me dijeran algo parecido respecto a mundo semimaginario de lo virtual.
Con la distancia de las horas, veo que tenía razón. Que se te escapa la realidad entre las mallas de tus ensoñaciones y divagaciones. Y el mundo siempre corre más que tú. Tocas la pata del elefante y te crees en el mundo.
Me hubiera gustado responderle que vivía en una burbuja, que no se daba cuenta de lo que era el mundo real, la vida dura, etc. Por suerte, antes de que ese mismo pensamiento siquiera llegase a armarse, ya me había puesto colorado ante mí mismo. Le dije simplemente: "bienvenido..."

5 comentarios:

  1. Hubieras podido decirle "una cultura de la novedad permanente es, paradójicamente, una cultura que necesita de la memoria para mantener la variedad". ¿Por qué ponerse colorado? ¿Qué tiene de malo el pasado? ¿Por qué es preciso rendirnos -pienso en la función docente y también en la reflexiva- al chantaje de la contemporaneidad y de "lo que está pasando"? ¿Para que a nuestros alumnos les "diviertan" nuestros programas y piensen que sus profes están a la vanguardia -¿o a la moda?- porque les hablan o escriben sobre internet, el mundo virtual y la post poesía? Frente a qué se constituye como tal un "post-lo-que-sea" es algo que quizás tu alumno no llegue a comprender si piensa que ese post nació por generación espontánea. Si es listo, sensible y profundo merece que intentes comentárselo (si no, también).

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  2. Gracias Carina: pero el post es sobre escepticismo y auto-desconfianza en las capacidades de conectar con la realidad. Podría haber respondido al alumno como lo haces tú: pero no es esa la cuestión. ¿Se nos escapa lo que está ocurriendo potencialmente? Mi preocupación es sobre los vínculos que tenemos/deberíamos tener con la realidad.

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  3. Hace dos años cursé una asignatura llamada "Percepciones de la modernidad en Lationamérica". La primera pregunta que hizo el profesor, al tratar de explicarnos el argumento de la asignatura, fue la siguiente: "¿Podría alguien definirme qué es internet?". Nadie supo. Algo parecido les pasó a los modernistas en latinoamérica en los años 20, leyendo sus textos uno se da cuenta. Y lo mismo nos sigue pasando a nosotros, me temo. Por eso necesitamos la historia, o algo parecido, para autorreferenciarnos en un pasado al que nunca asistimos y proyectarlo en un presente que nunca comprendemos.

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  4. Yo creo que el presente no está para comprenderlo. Ahora, en el contexto de la docencia, más allá del debate la cosa no es fácil.

    En la lista de los mejores discos de la década pasada (soy fan de las listas, siempre descubro cosas) me llamó la atención que las cuatro primeras posiciones las ocuparan discos de 2000 y 2001. Hasta el séptimo puesto son todos anteriores a 2005. (Por no decir que, a día de hoy, ya casi ni existen los discos).

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  5. Internet lo ha cambiado todo. Ahora pasamos horas y horas en una postura y pendiente de unas cosas que hace años no existían. Información que llega a raudales, sin un hilo conductor, que depende de la suerte que hayas tenido en algún buscador. Y tu cabeza tiene que ir discerniendo cada vez más deprisa y estás, por lo tanto, parece, más despierto, o tal vez más concentrado, más separado de la realidad.

    Me encanta esa mención al Barroco, que me trae de repente a la cabeza al genial Leibniz y a su monada, con sus ventanitas abiertas a la percepción. Los sostenidos y curvas barrocas me evocan la música del genial Bach, matemático-músico-mago. Y por último, cuando mencionó a la burbuja me vino a la mente Berkeley, para quien todas las percepciones que nos llegan nos vienen de Dios. Por tanto quizás no vivimos en una burbuja, sino tal vez seamos la burbuja misma...

    Me gusta lo de la pata del elefante, profesor, muy indio. Me gustaría presentarme, si nadie tiene inconveniente. He escrito algún comentario anterior como anónimo, y quizás al hacerlo así no iba muy desatinado, puesto que en la red no hay nombres sino direcciones IP.

    Me llamo Alberto y me gustan los artículos de su blog. Espero que no tenga inconveniente en que siga visitándolo y diciendo alguna que otra tontería que a lo mejor a alguien le parece divertida sobre sus magníficas artículos o sobre los inteligentes comentarios de sus lectores.

    Muchas gracias

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