sábado, 6 de marzo de 2010

La mirada (a la) herida

Estos días se está desarrollando una iniciativa de debate en el Parlamento Catalán sobre las corridas de toros que está resultando en un nuevo ejercicio de la capacidad española para malentenderse: en un lado las fuerzas luminosas que tratan de prohibir el maltrato y la tortura a los bóvidos; en el otro lado las fuerzas de la oscuridad que tratan de defender la nacionalidad de una fiesta que está en los estratos más profundos de la identidad española. Cielos.
No es algo que me preocupase estos días, antes del diluvio de noticias y artículos, pero viene a cuento de lo que me bullía en la cabeza sobre la fascinación de/por la violencia.
Los toros, en primer lugar, han perdido aura: eran un espectáculo casi ritual en una sociedad tradicional que ha dejado de existir, y cada vez más sobreviven sólo como objeto de negocio en el show-business de la sociedad del espectáculo. Dejaron de ser la fiesta-rito en la que la aristocracia bajaba a sentarse al lado del taxista o del panadero a estar pendiente de la suerte de un joven pobre y esbelto que se jugaba la vida para salir del barrio y comprarse un mercedes. Su incierto destino recuerda al boxeo: las plazas de toros se adivinan, como el viejo Luna Park bonaerense, templo otrora de los grandes combates, como salas de concierto o centros comerciales. Entre otras muchas razones, el complejo conocimiento que exigía el espectáculo se ha perdido o se va perdiendo y sólo queda la superficie de los movimientos y los trajes, nada de las sutiles distinciones que los entendidos señalaban en la forma de los lances.
Que el Parlamento Catalán, el parlamento de una autonomía donde no se celebran ya corridas desde hace años (16 al año, según las estadísticas, frente a las 6000 en el resto del estado) debata sobre ellos, indica que lo que se discute debe ser otra cosa, más alta o más baja.
En segundo lugar, el sufrimiento del toro, con ser una cuestión más que seria, no es la central en el problema de los toros; y yerran quienes la enfocan así. El problema no es el dolor, sino que el dolor de un animal forme parte de un espectáculo (como lo forma el peligro, de muerte o grave daño, del torero) y el que el peligro-muerte se convierta en una suerte de danza de formas y cuerpos. ¿Pueden convertirse el dolor, el daño, el peligro, en espectáculo?
Es más complicado de responder de lo que parece. Nos sentimos tentados de decir: "no. No se puede permitir. Yo no miro y no quiero que mis hijos miren". De acuerdo. Y el que está en otro lado se siente tentado a responder: "pero la televisión está llena de espectáculos de violencia y nadie dice nada". Las dos partes tienen razón.
Estaba recordando estos días la tesis de Girard sobre la violencia y lo sagrado: cómo las sociedades se fundan sobre sacrificios rituales. Foucault lo documentó con precisión: el espectáculo de la tortura y muerte no fue algo anecdótico en la fundación del estado moderno, sino parte esencial de su origen. Las masas asistiendo a las hogueras de brujas o herejes, las masas asistiendo a las guillotinas, las masas asistiendo a los desfiles de las tropas coloniales, las masas asistiendo a las películas de guerra, las masas asistiendo a las noticias del bombardeo (las masas aspirantes a ser estado tienen sus propios espectáculos de bombas que habrán de celebrar ritualmente).
Me preocupa que se olviden las violencias fundantes por el peligro de que se hayan trasladado a algún otro lado sin que hayamos reparado en ello y que sigan actuando como lo que son, rituales de identidad.
La película de Katryn Bigelow, En tierra hostil, una película notable, basada en la tesis "la guerra es una droga", roza el tema de la violencia constitutiva. Curioso que compitan Bigelow y Cameron, (Avatar) por premios y audiencias. La antigua pareja, que sigue siendo muy cercana en su forma de mirar, hoy ejemplifica una metáfora de la discusión sobre la violencia: la violencia como fascinación frente al ecologismo-gaia, (no menos fascinado por la violencia, pero de otra forma). En la pantalla espectáculo aparece el mismo debate que suscitan los parlamentarios catalanes.
Nos fascina la violencia porque, tiene razón Judith Butler, está anclada en la metafísica de nuestros conceptos y en los cimientos de nuestros orígenes. Y no se superan las enfermedades suprimiendo los síntomas sino las causas.

13 comentarios:

  1. Yo, por mi parte, opino que la violencia no funda nada. En todo caso es un producto subsidiario, un conjunto de características que no pueden evitarse y que se reúnen en un racimo aportándole el tratamiento de ritual. El hombre es un ser "yacente", sometido a las fuerzas de la naturaleza, que provienen tanto de su interior como del exterior. Los sacrificios en civilizaciones como la azteca o la maya tienen la finalidad de apaciguar a los dioses, pretenden contentarles para atraer la lluvia, las buenas cosechas y la fertilidad. La violencia tiene la virtud -si es que tiene alguna- de que es una fuerza sin dirección ni medida, con lo cual, si queremos extraer algo de nosotr@s fácilmente, sin necesidad de controlarnos o de usar ningún artilugio que lo modere, vamos a recurrir a ella -o al rencor, o al deseo irracional.

    Así pues la resistencia a que un espectáculo de sangre y muerte se desarrolle es una llamada a la rebelión: a dejar de lado una costumbre que ha sido impuesta por un poder que no sabe controlar de otra manera esos impulsos irracionales de sus súbditos. Es la misma resistencia que podemos encontrar en usar los chistes de gays, mujeres, chepudos, curas, razas o nacionalidades. Todos ellos se desarrollan hacia seres a quienes, de alguna manera, nos creemos con el derecho de ofender sin consecuencias. Y, creo yo, se basan en la propia incapacidad de uno para sostener la mirada hacia lo que son los verdaderos problemas, muchas veces interiores, hacia nuestra debilidad y falibilidad. En una masa, además, los atributos se comparten y, por tanto, debe buscarse al enemigo como a aquel más debil, quizás el más canalla (véanse los acosos y repudias por parte de las masas a los elementos que "presuntamente" han cometido, por ejemplo, delitos de violación, pederastia... llevados a cabo incluso en las propias cárceles por elementos de muy dudosa moralidad, siendo que parece que con este acto quieran rehabilitarse o distinguirse de esos que "cometieron actos tan atroces para el ser humano").

    Así pues, creo que la apelación a la violencia como algo fundador de nada es una de las más terribles falacias que pueda desarrollar el ser humano, y está basada en la hipocresía y en la utilización de diferentes varas de medir permitidas por el poder, y en la incapacidad del ser humano para controlar sus instintos y su destino, y de realizar autocrítica sin perder su estátus en la estructura de poder social. Como decía un cantante: "errores no corrigen otros, eso es lo que pienso"

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  2. Girard da en lo fundamental: estamos fundados en el deseo mimetico y nos retroalimentamos en el scapegoating porque hemos abandonado el sermon de la montaña.

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  3. Tiene razón Alberto en que toda forma de resistencia es valiosa, pero no "se apela a la violencia" explícitamente: está ya en los mitos y relatos fundacionales. Aunque piense lo contrario joseluismt, también en las religiones. Sobre todo en las religiones, que nacen siempre sobre un sacrificio, y vuelven siempre a él como recurso.

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  4. Yo no pienso lo contrario, el xtianismo no es una religion stricto sensu, es un acontecimiento en la historia, que va permeando la cultura y las sociedades para que dejen de victimizar, El murio por todos para siempre

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  5. Fernando, tú hablabas en tu artículo de síntomas y yo, al final de mi alocución, he apelado a unas más que posibles causas.

    La filosofía es una ciencia debil que, sin embargo, se basa en lo más fuerte que tiene el ser humano, el pensamiento. Debiera ser una ciencia fuerte, pero para eso debería ser más util de lo que es.

    A menudo nos perdemos en aparentes contradicciones y conceptos demasiado abstractos y eso separa a la filosofía de su poder cuando, creo yo, la misión de la filosofía es aclarar.

    No hay nada que pueda justificar filosóficamente las corridas de toros, salvo que pueda ser algo que se sale de la esfera de lo filosófico; llega sin embargo, en medio de la polémica un señor filósofo a hablar en favor de las corridas, y me pregunto en este punto qué tienen que ver los toros con el ser, con la nada, con la dialéctica, etc. La única explicación es que este señor medie por un determinado poder, algo lamentable, o que la filosofía ha descendido a servilismo, algo más lamentable aún.

    Con respecto a lo que dice joseluismt, en primer lugar no está claro que nadie muriera por nadie, y menos que ese ser fuera divino. El sermón de la montaña, sin embargo, tiene una validez per se: corresponde a cosas que nunca nadie hubiera dicho y mucho menos repetido. Así pues es algo que tiene una fuerza más allá del poder terreno y no defendido por ningún poder terreno. Más adelante alguien se apropia de estas proposiciones tan originales, de este discurso, y curioso: le saca una rentabilidad ilimitada sin apenas invertir en aplicarlo.

    Cuando uno observa el mundo y al hombre se da cuenta de que todo lo logrado por la técnica y en la vida de cada uno es muy inferior a lo conseguido por este ser tan especial en su vida sencilla. Entiende entonces que haya quien prefiriera pasar un minuto junto a este ser que una vida en palacio con todas las comodidades.

    Otra cosa: él no murió definitivamente. Resucitó y ascendió. Es un cambio significativo con respecto a lo que dices.

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  6. El sermón de la montaña, es verdad, pertenece al patrimonio moral de la humanidad como un canto contra la violencia. Quienes no compartan creencias con los cristianos podrán pensar, sin embargo, que el mensaje no es siempre coherente ni homogéneo: el cristianismo-paulismo tiene tantos elementos de violencia metafísica como otras religiones y filosofías, al menos desde mi punto de vista, lo que por otra parte es normal pues es una religión, como todas, mediada históricamente:
    "No creáis que he venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz, sino la espada, porque yo he venido a separar al hombre de su padre, y a la hija de su madre, y la nuera de su suegra, y serán enemigos del hombre sus mismos domésticos". (Mt 10, 34-36)
    Y, con perdón, es una religión en cuya historia fundacional está el relato de un padre que envía a su hijo a la muerte: en sus cimientos hay un pago de sangre, el pago sacrificial que está en los orígenes de nuestra cultura, uno de los elementos a los que me refiero con la violencia fundacional. cimientos.

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  7. Comprendo lo que quiere decir, Fernando. Lo que yo quiero decir es que, más allá de la apariencia, hay otra cosa. Dios envía a su hijo como un regalo. Sabe que no le van a recibir con los brazos abiertos.

    Con respecto a los cimientos:

    Los dos cimientos

    24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina

    Prudencia y sensatez son dos de las virtudes del hombre, según Aristóteles.

    Creo yo que no debiera confundirse rudeza con insensibilidad, ser duro con ser violento

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  8. Leed a Girard sin prejuicios por ser católico y entenderéis el "Misterio de nuestro mundo"

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  9. Tomado de la wikipedia:

    "El primer estudio crítico de la tragedia se encuentra en la Poética de Aristóteles. En ella encontramos los elementos fundamentales para la comprensión del teatro trágico, sobre todo los conceptos de mímesis (μίμησις, del verbo μιμεῖσθαι, imitar) y de catarsis (κάθαρσις, purificación).

    Escribe en la Poética:

    La tragedia es por lo tanto imitación de una acción noble y terminada [...] la cual por medio de la piedad y del miedo termine con la purificación de tales pasiones.

    En pocas palabras, las acciones que la tragedia representa no son otra cosa que las acciones más torpes que los hombres puedan realizar: su contemplación hace que el espectador se introduzca en los impulsos que los generan, por un lado simpatizando con el héroe trágico a través de sus emociones (pathos), por otro lado condenando la desmesura o el defecto a través del hýbris (ὕβρις - “soberbia” o “malversación”, es decir actuación contra las leyes divinas, que lleva al personaje a cometer el crimen). La mímesis final representa la "retribución" por el crimen. El castigo recibido hace nacer en el individuo que asiste a la representación sentimientos de piedad y terror que permiten que la mente se purifique de las pasiones negativas que cada hombre posee.

    La catarsis final para Aristóteles representa la toma de conciencia del espectador, que, comprendiendo a los personajes, alcanza este estado final de conciencia, distanciándose de sus propias pasiones y alcanzando un avanzado nivel de sabiduría. El defecto o la debilidad del personaje conlleva necesariamente a su caída en cuanto predestinada (el concatenamiento de las acciones parece en cierta manera inducido por los dioses, que no actúan directamente, sino como deus ex machina). La caída del héroe trágico es necesaria, porque de un lado podemos admirar la grandeza (se trata casi siempre de un personaje ilustre, y poderoso) y por otro podemos, como espectadores, obtener un beneficio a partir de la historia"

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  10. Exacto, a eso me refiero cuando digo que la metafísica occidental está fundada en la violencia

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  11. Eso entendí yo desde el principio, Fernando; lo que pasa es que para mí esto es algo difícilmente apreciable: sólo destaca en determinados casos, a determinados ritmos... no todo puede ser tragedia, sólo lo más selecto. Mientras tanto tenemos que pensar en que todo es tranquilidad, normalidad, racionalidad...

    He colocado el texto tb por joseluismt, por lo de Girard y su mímesis

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  12. Si os sale urticaria por leer a un católico como Girard, también Derrida en su pharmakon o Vattimo hablan de lo que Girard ha revelado, esos son de los postmodernos deconstruccionistas

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  13. Fernando, a lo mejor quieres en otro comentario tuyo hablar sobre la ley de descargas y el copyright, que es otro tema de actualidad. Yo he llegado hace poco a tu foro y no sé si habréis hablado de ello.

    Sería muy interesante escuchar las opiniones de la gente sobre la autoría de las ideas, de si se debe pagar o no para escuchar o leer a alguien que le ha dedicado su tiempo y esfuerzo a crear una obra musical u otro tipo de obra o incluso un concepto, más allá de que se reciba algún apoyo por parte de alguna fuerza viva o no. Si, al utilizar algo creado por otro, aunque sea abstracto, debemos pagar a este otro, por usarlo nosotros o porque de ello se derivan ideas que nosotros usemos.

    Veo más utilidad en pagar por eso que por asistir a un espectáculo de humillación y muerte, destructivo excepto como instrumento catártico, y dirigido por unas determinadas fuerzas bastante irracionales. En cambio veo que a menudo usamos gratuitamente conceptos e ideas que "robamos" de otro y a las que ese otro le ha dedicado mucho de su vida y de su ser, y ni siquiera le agradecemos por ello. Es mi opinión, un alegato contra el "todo gratis" y a favor de las humanidades (con todo lo negativo que puedan incluir), mirando desde la realidad, donde nos cobran casi hasta por respirar.

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