martes, 15 de febrero de 2011

Contra los pronombres personales



Nace una nueva revista cultural, El espacio mental, entre cuyos redactores está Fidel Moreno, un alumno con el que conecto rápidamente en las discusiones de clase. Cantante, (El hombre delgado y los desastres naturales, Morituri), camarero por mor de la crisis, activista, etc. Gracias a la vida porque existan aún optimistas de la voluntad y pesimistas de la razón. La revista es muy recomendable. Pero querría referirme a uno de los artículos que aparecen en el primer número, firmado por Santiago López Petit, uno de nuestros pensadores más radicales muy en la línea de Teoría del Bloom, (Melusina), del inquietante grupo Tiqqun, a la que en algún comentario ya me he referido. Santiago López Petit forma parte de Espai en Blanc, una de las iniciativas de activismo en la red más interesantes. Puro espejo roto del mundo. Propone en este artículo nada menos que dejar de ser ciudadanos, irse al anonimato (¿quizás Anonimous?), abandonar la esperanza de los espacios públicos donde todo será siempre dominación cultural. Irse. Definitivamente, irse. Estar al margen.
Lo comento con Andrea Greppi, mi filósofo de la democracia de cabecera, y me responde que el espontaneísmo nos desarma siempre. Carlos Thiebaut me había respondido algo similar: es la propuesta del eremita, Cien Clavos, una película que en algún tiempo comenté.
Pero no me queda claro. Hay algo que tenemos que pensar sobre lo anónimo. Yo he decidido (o al menos me he resbalado hasta ahí) lo contrario: la pura transparencia: internet, los poderes y las dominaciones del mundo, saben más sobre mí que yo mismo. Mi mundo se parece más al ajolote de Cortázar que a los oscuros pasillos de V de Victoria. Lo entiendo como una forma de resistencia: hacerse trivial por inundación de información.
Santiago LP propone lo contrario: salirse del espacio público y convertirse en anónimo. No es una propuesta baladí. Pensar sobre ella: de hecho casi todos somos invisibles, serlo de verdad solamente es un paso que implica una voluntad de reconfigurar el espacio de lo visible. Humo en el espacio social.
La pregunta de si nos hace más libres, si nos protege más la anonimia que la transparencia, es uno de los debates de la política de la imagen que me parece más urgente.

3 comentarios:

  1. Sobra decir que no he leído el texto que comentas. Así que mi aportación será sobre tu entrada.
    Propones una idea bastante interesante: Si el poder sabe casi más de mí que yo mismo, qué sentido tiene esconderse, el caso de casi cualquier distopía del siglo XX llega hasta ese punto. Para muestra Wilson en 1984, se piensa anonymous y el propio Insoc ha creado toda la fábula en la que se cree un activista. Entonces ¿para qué esconderse? Actuar como el anarquista de V de Vendetta solo tiene sentido cuando el Estado (totalitario en el caso concreto de V) tiene los mecanismos de control escacharrados, cuando se ven los intersticios por dónde colarse hasta el mismo centro de operaciones.
    La transparencia como forma de resistencia, como una huelga a la japonesa del yo tiene cierta gracia, siempre he sido más partidario de algo así. Abandonar los espacios culturales y dejarse caer al anonimato también tiene su punto, aunque suene más a hartazgo que a una posición concreta. Rodrigo García comentaba algo por el estilo al decir que estaba ya cansado de teatro y que mejor dejarlo (no recuerdo sus palabras precisas).
    Para ser anónimo basta con no hacer mucho ruido; la verdad que yo me siento bastante anónimo pese a mi esfuerzo por lo contrario. A lo mejor hago poco ruido o a lo mejor meto mucho escándalo que es como no hacer nada. De hecho ¿qué poder no desea ciudadanos anónimos? Supongo que hasta el que puede considerarse anónimo ha tenido el privilegio de elegirlo.
    Por el momento me quedo con la transparencia, no sé si por gusto o por imposición.

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  2. ¿Cómo hacer? esa es la cuestión de los niños perdidos.Ser un cualquiera "por la extensión de las zonas de sombra sobre los mapas del Imperio", como dicen los Tiqqun en uno de sus manifiestos (http://www.bloom0101.org/como.html). O no. En cualquier caso, la invitación a la revuelta, como la de dejar de ser ciudadanos de López Petit, resulta sugerente en estos tiempos de transparencia tramposa. Aqui les dejo una cita extraída del "¿Cómo hacer?" de los Tiqqun, también conocidos como el Comité Invisible:

    "El Imperio no tiene lugar. Administra la ausencia haciendo planear por todas partes la amenaza palpable de la intervención policial. Quien busca en el Imperio un adversario al que medirse encontrará el aniquilamiento preventivo.
    Ser percibido, de aquí en adelante, es ser vencido.

    Aprender a devenir indiscernibles. A confundirnos. Volver a degustar
    el anonimato,
    la promiscuidad.
    Renunciar a la distinción,
    Para desarticular la represión:
    componer en el enfrentamiento las condiciones más favorables.
    Volverse astutos. Devenir despiadados. Y para esto
    devenir cualquieras.

    ¿Cómo hacer? es la cuestión de los niños perdidos. Aquéllos a los que no se ha dicho. Los que no son seguros en sus gestos. A los que nada ha sido dado. Cuya criaturalidad, cuya errancia, no deja de traicionarles.
    La revuelta que viene es la revuelta de los niños perdidos."

    Y a los interesados en la revista El Estado Mental, aquí les dejo un enlace: www.elestadomental.com

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  3. Hace un par de años en México se publicó un libro muy peculiar de Gerardo de la Fuente Lora. (1999)Amar en el extranjero: un ensayo sobre la seducción de la economía en las sociedades modernas. México: Media Comunicación.

    Esto del anonimato... pues no es como salir a la calle sin un duro.

    En fin, saludos, que en México la cosa es caótica y no hay postura, sólo jóvenes que morirán sin más... sin posturas, sin argumentos

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