lunes, 23 de mayo de 2011

Al infierno con la cultura





No. No voy a comentar las elecciones. No soy sociólogo, sólo un ciudadano más que esperaba que iba a ocurrir algo como lo que ha ocurrido. Y la verdad: no sé cuánto me importa. La política de los países desarrollados se vive como una escisión entre conservadores y progresistas en un nivel muy superficial. Y muchas veces se confunde el síntoma, la escisión, con la enfermedad: la falta de horizonte. Y los "progresistas" sueñan con un líder que les saque de la situación como el pueblo hebreo soñaba con un mesías, y luego se desencantan de los moisés, de los obamas y de los zapateros, sin reparar en que es esa forma de soñar la que produce el daño más irreparable.
No: hoy quiero hablar de uno de esos perdedores de la historia a los que a veces se les concede la justicia poética. Herbert Read fue un crítico cultural que vivió la época de la Segunda Guerra Mundial y sus secuencias. Fue amigo Orwell, admirador como él del anarquismo español y combatido por los críticos culturales que fueron dominantes en los años cincuenta y sesenta. Cuánto me hace pensar que Raymond Williams, uno de los fundadores del Círculo de Birmingham y de los estudios culturales críticos, fuese uno de sus más ácidos adversarios. Read reivindicaba la superación de la escisión entre arte y artesanía, entre arte y técnica, entre arte como negocio y la vida cotidiana de la gente que, como parte de su experiencia, tiene una experiencia estética de la vida. Combatía el autoritarismo implícito en muchas de las tendencias de "vanguardia", tan militar el término. Se volvía a la gran tradición inglesa del XIX que reivindicaba que el arte está en todos los aspectos de las acciones y objetos que nos constituyen. Se revolvía contra la idea de cultura como frontera entre los que tienen capital cultural y los que carecen de él.
Fue tachado de conservador por una cierta crítica ciega. Pero cuando en 1937 la crítica bienpensante criticó el Guernica de Picasso porque parecía hacer referencia a elementos religiosos, y no representaba bien la línea general (la línea del partido), sostuvo que el Guernica hablaba del daño y del dolor humanos inmerecidos y que era una obra realmente universal.
Se acaba de reeditar en español. El próximo curso tengo una asignatura optativa que no sé si será escogida por los suficientes alumnos como para poder impartirla; se llama "Teorías de la Cultura Contemporánea". Uno de los capítulos de este libro, "Al infierno con la cultura", que da título al volumen,  será una lectura obligatoria. Para el resto, diría que es recomendable. Escrito en 1945, cuando aún no se había puesto en marcha el capitalismo cultural, resultaba extemporáneo. Pero la justicia poética hace contemporáneo lo que en otro tiempo no lo fue.
La cultura se pensó desde el romanticismo como un lugar de distinción y no como un modo de construcción colectiva de la experiencia. Al infierno con la cultura.

1 comentario:

  1. Yo tampoco he querido realizar impresiones sobre los resultados electorales, salvo en círculos íntimos. Sin embargo, tengo que decir, que aquí en Euskadi ha habido un gran campanazo; que por esperado, no ha sido menos sonoro.

    PD Me encanta seguirte

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