Cada fase económico-política produce su propios sistemas cultural y educativo (pero no en las condiciones que sus dirigentes querrían). También se aplica a estos sistemas el principio general marxiano. La universidad humboldtiana organizada en facultades, con una misión de enseñanza e investigación, con la tarea de formar a las élites culturales, políticas y administrativas, tuvo su vigencia desde sus comienzos decimonónicos hasta muy avanzado el siglo XX. Correspondió a la fase del capitalismo sostenido en los estados nación. Tal fue su importancia que creó la forma paradigmática de lo que se entiende todavía por un sistema educativo superior, y aún por un sistema científico: las disciplinas, las facultades, el sistema de organización basado en lazos emocionales de reconocimiento a las autoridades internas, etc. La Estructura de las revoluciones científicas de Thomas S. Kuhn no tuvo el éxito que tuvo por casualidad. Todo el mundo se sintió reconocido en un sistema científico y de administración educativa que había sido formado para sostener el estado nación en un proyecto universalista. Y curiosamente fue un libro que se escribió en una universidad ya distinta, la que surgió de la Guerra Fría, planificada para ganar una carrera científica y tecnológica a escala mundial. El propio Kuhn participó en el diseño de esta nueva universidad desde la revista Minerva que se convirtió en el principal motor de esta reforma. Esta universidad se basó en una nueva estructura mucho más ágil: los departamentos, espacios ordenados de selección de profesorado con la obligación de sostener la investigación en esta carrera de fondo por la supremacía epistémica.
Se organizaron nuevos departamentos cuya función fue la de justificar esta nueva universidad. La creación de departamentos de Filosofía de la Ciencia, de Ciencia y Sociedad y departamentos de Estudios Culturales viene de esta época, alrededor de los años sesenta. Fue una universidad intencionalmente masiva, preparada para que una parte sustancial de la población pasara por sus aulas y se formase una clase media preparada técnica, científica y culturalmente. Los viejos sistemas funcionariales estaban dejando de ser útiles y funcionales y estaban dando paso a nuevas formas de poder y reproducción política y económica. La universidad se configuró entonces como una etapa o tiempo en la vida de una parte de la población en la que debían aprender muchas cosas, entre ellas una cierta forma de comportamiento más ágil y libre. A nadie le molestaba que la universidad permitiera la combinación de los estudios con un moderado consumo de droga, sexo y radicalismo político.
La tercera fase, en la que estamos entrando desde hace más de una década tiene que ver con nuevos y observables factores como es el final de la Guerra Fría, la universalización del capitalismo financiero basado en la globalización, la creación de un medio digital superpuesto a los ancestrales medios del lenguaje y la escritura (la era del código), la flexibilización en el trabajo (trabajo precario basado en la creatividad y flexibilidad de una mano de obra muy preparada que presta su tiempo en condiciones de vulnerabilidad laboral similar a la de las cuadrillas de jornaleros de la época precapitalista), la función central de la cultura en la creación de lo que se ha denominado capitalismo cultural (basado en la explotación económica de la atención y de las "experiencias"). En fin, todos sabemos en qué tiempo vivimos.
En esta fase se están produciendo nuevas formas del sistema educativo que aún no han cuajado del todo y que tienen que ver con la creación de redes transnacionales y transculturales, en la flexibilización de las viejas disciplinas y la aparición estudios perecederos (grados y posgrados que cambian con los tiempos), en la extensión de la universidad a los medios (la proliferación de formas a distancia), el abaratamiento rápido de las instituciones educativas por medios nada sutiles.
Uno tiende a pensar que mientras que las humanidades fueron muy funcionales en los dos sistemas anteriores (por distintas razones que habría que desarrollar), ahora ya no lo son tanto o lo están dejando de ser. Al menos eso es lo que pienso en los momentos más pesimistas. En otros momentos, sin embargo, comienzo a pensar que sí lo son, pero con otras modalidades distintas a las que hemos conocido. Las humanidades dejan de tener lugar y comienzan a tener un tiempo característico. Periférico, extra-académico, como si fuesen actividades de tiempo libre y complementario, parejo al tiempo del deporte y la diversión.
Muchos tienen nostalgia de la universidad humboldtiana donde la discusión académica versaba era si la filosofía debía dirigir la universidad o debería dejarse esa función al derecho (y a la medicina en lo que respecta a la ciencia). Yo viví el fin de aquella universidad (como también he vivido la universidad departamental). La universidad humboldtiana me gustaba tan poco como la que siguió y como ésta que me toca comenzar. Como tampoco me gusta la sociedad que la produce.
Muy acertado el panorama que describes. También de acuerdo en que la sociedad que produce estos tres modelos no enamora en absoluto. Pero tú mismo señalas, con Marx, que cada fase económico-política produce sus propios sistemas cultural y educativo. Es decir, lo que en absoluto enamora (si acaso embruja, como Circe) es el sistema económico y su correspondiente político, y es ahí donde deberíamos hincar el diente.
ResponderEliminarSalud
Ahí tenemos para elegir: la universidad humboldtiana ; la departamental o directamente la formación profesional de alto grado de cualificación ...o sea todas las ingenierias.
ResponderEliminarAdvertencia: las ingenierias son las que mas espectativas socioeconómicas tienen en la actualidad.
Ana la de la Carpetana
Confiemos, pues, que en su tiempo de ocio a algún político se le ocurra alguna nueva funcionalidad para las humanidades....
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