Reflexiones en las fronteras de la cultura y la ciencia, la filosofía y la literatura, la melancolía y la esperanza
domingo, 6 de octubre de 2019
Greta, Ripley y la epistemología de la resistencia
Una conjunción contingente de acontecimientos me ha llevado a pensar sobre el sentido de la amenaza como forma de conocimiento y cultura. El primero fue una intervención de Alberto Murcia en mi Seminario interdisciplinar de Cultura y sociedad digital, donde, contando cómo habían irrumpido los videjuegos en la cultura, recordó que en 1979 se estrenaba el Alien de Ridley Scott, Comentaba Alberto que con esta película triunfaba una modernización del cine de género con sofisticación cultural. Tres años más tarde, Scott estrenaría Blade Runner, otro clásico de película de género convertida en materia de reflexión filosófica. El segundo acontecimiento fue la lectura primero irritada, luego reflexiva de un artículo de Alberto Olmos en El Confidencial sobre Greta Thunberg en el que acusaba a sus padres de permitir que la vida de esta niña se convirtiese en una historia de terror.
La coincidencia improbable de estos dos hechos sin importancia me llevó ayer a releer un libro que he promocionado mucho y que lo merece: On Film de Stephen Mulhall
No tenía otra forma mejor de celebrar el cuadragésimo aniversario de Alien que leer el profundísimo análisis filosófico que hace de la película Mulhall, profesor de filosofía de Oxford, discípulo de Stanley Cavell y habitual usuario en sus libros de fenomenología cultural de películas y series como material de trabajo. Muchas ideas que expongo más abajo son suyas, por lo que mi entrada de esta semana es casi una cita de su análisis de la película.
El discurso de Greta Thunberg dirigido a los poderosos reunidos en las Naciones Unidas, en el que pronunció las ya virales frases de "¿Cómo os atrevéis?" y "Os estaremos vigilando". Alberto Olmos afirma que el caso de esta niña es una historia de terror y que habría que acusar a sus padres de haber estropeado su infancia. Olmos suele atacar todo lo que suene a militancia, que considera por principio postureo, y en este caso se une a un inmenso coro de críticas ad mulierem contra el personaje de una adolescente de dieciséis años que ha decidido encabezar protestas a lo ancho del mundo. Quizás no repara el periodista y escritor en que en nuestro mundo la adolescencia es una edad complicada en lo emocional, pero no en lo cognitivo. Son muchas las mujeres de esa edad conscientes del mundo en que viven y muchas también las que se adhieren a movimientos de protesta. Pero el caso de Greta tiene un significado mítico que no se nos escapa y que convierte a esta chica en una figura icónica más allá de su caso personal. Es una reencarnación del mito de Casandra, la hija de Príamo castigada por Apolo a que nadie creyese sus aterrorizadas advertencias.
La figura de la teniente Ripley en la nave Nostromo representó en los albores de la revolución tecnológica de los ochenta una figura semejante. Alien se construye sobre las dicotomías que en esos años el posmodernismo propondría abatir como la distinción natura/cultura y la distinción de género. La película comienza (aquí sigo a Mulhall) recorriendo los oscuros pasillos industriales de la nave de transporte hasta que una pantalla de ordenador despierta a los humanos, hasta ese momento prescindibles en el viaje tecnológico. Se van encendiendo las luces e iluminan el un cuarto ocupado por una especie de flor con ataúdes de hibernación de los que van desperezándose como si fuese un segundo nacimiento los miembros de la tripulación, entre los que destacan los personajes de John Hurt y la Sigourney Weaver.
El espacio cósmico y el interior de la nave; la especie depredadora y la vulnerable piel tecnológica que no es inmune a sus ataques; la oposición entre el escepticismo de Ripley y la convicción (y traición) tecnológica de Madre, la computadora y de Ash, el androide, ambos con la misión de capturar a los depredadores para convertirlos en armas de destrucción perfecta. Observa Mulhall cómo el depredador se reproduce en el cuerpo de seres vivos --no tiene una reproducción autónoma-- y lo hace literalmente violando sus cuerpos por sus orificios. John Hurt es impregnado y resulta embarazado del monstruo, que nace matando al hospedador y comienza una vida de destrucción ciega. Ripley es una mujer que aborrece la maternidad y sus estereotipos. La única, como Casandra, que intuye el peligro mortal para la humanidad que comporta el ciego deseo comercial de la Compañía. Sabe que la tecnología no les salvará, por el contrario, el espacio de la nave se convertirá de un espacio protector en una cárcel peligrosa de la que debe escapar en cuanto pueda. Lo que lograrán al final, ella y su gato en la lanzadera Narcissus.
Ni Greta ni Ripley son figuras acogedoras. Su visaje irritado, su empeño en avisar de la amenaza, su alejamiento de los prototipos de mujer, las convierten en seres distantes, sacerdotales, que en su distancia de los mortales, los que habrán de morir por no atender a sus requerimientos, se convierten ellas mismas en monstruos de soledad y rechazo.
José Medina en su imprescindible The Epistemology of Resistance (Epistemologías de la resistencia. Opresión racial y de género, injusticia epistémica e imaginación resistente) habla de estas figuras, casi siempre mujeres que avisan de las cegueras y metacegueras de la cultura. Son seres que distanciándose de su vida cotidiana ("yo tendría que estar en la escuela" dice Greta en su discurso) dan voz a lo que solo es intuido por quienes sufren y que es ignorado por quienes dominan.
Pensamos siempre en el conocimiento bajo la imagen del conocimiento científico, y esta bajo la representación del modelo idealizado que describió Robert K. Merton con su encadenamiento de adjetivos laudatorios: CUDEOS (Comunitarismo, universalismo, desinterés, escepticismo organizado). En Alien, el androide Ash representa esta figura con su falta de emociones, su conocimiento experto y su persistente negativa a reconocer la amenaza. El conocimiento apasionado, comprometido, profético, de la teniente Ripley no encaja en estos límites, pero no por ello deja de ser una contribución a la lucidez epistémica de la humanidad. Medina califica a estas mujeres como heroínas epistémicas, personas que recogen la antorcha del conocimiento que tuvieron los profetas en las sociedades premodernas. Sojourner Truth, Rosa Luxemburgo, Aleksándra Kollontai,... casandras de un tiempo de monstruos.
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