miércoles, 27 de agosto de 2008

El error de Hamlet

Una fruta fresca del otoño que ya se viene encima: Christoph Menke, La actualidad de la tragedia, Antonio Machado. La tragedia es la constatación irónica del error. El error es la paradójica acción que impide el fin de la acción. Por eso la tragedia es la constatación de la imposibilidad de la acción, una imposibilidad en sí misma, es el paralelo al escepticismo teórico. El error de Hamlet: Hamlet no se fía del espectro de su padre que le recomienda un curso de acción, la venganza sobre su tío y su madre. Hamlet quiere saber y para ello confía en el teatro. El teatro como experimento de la vida: en el teatro, cree, las verdad nace espontáneamente. La representación como fuente de certeza. Pero ¿cómo saber que la reacción es sincera? o, peor aún, ¿cómo saber que la reacción de su tío no es de culpa sino de ira creyendo que en esa obra se está representando su propia muerte, la de un rey envenenado por su sobrino? Hamlet actúa como un ingenuo que cree que el conocimiento cierto nos enseña qué es lo que hay que hacer. Hamlet o la modernidad epistémica: la ciencia antes que la acción. Y esta es la tragedia: es esta duda la que desencadena todas las muertes. La razonabilidad de Hamlet conduce a la irracionalidad de la acción. ¿Habría que hacer todo lo contrario, como Fortinbras que se embarca en una guerra contra Polonia por un quítame ahí esos metros de frontera? Hamlet o la tragedia moderna: el espectáculo como búsqueda de una certeza que la acción no nos da, la acción como sendero que hay que tomar a sabiendas de la ignorancia. El conocimiento del error, sostiene Hamlet, la obra, no el personaje, es el error del conocimiento. Nuestro Cervantes lo había explorado en El curioso impertinente: el personaje sufre porque no sabe, sufrirá más por querer saber. El drama barroco anticipó la tragedia moderna mucho más profundamente de lo que creíamos.

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