Reflexiones en las fronteras de la cultura y la ciencia, la filosofía y la literatura, la melancolía y la esperanza
miércoles, 20 de agosto de 2008
¿Por qué desaparecieron los dioses?
El crepúsculo de los dioses ha sido una permanente pregunta a lo largo de la historia, desde la nostalgia de Juliano el Apóstata. Los creyentes en dioses únicos, o practicantes de esas formas orientales de panteísmo, tienen una respuesta también permanente (su propia historia sería la respuesta), pero a los que por suerte o desgracia no somos creyentes la pregunta nos importa y conmueve. Thomas Pavel, un historiador de la literatura que ha escrito una sugerente historia de la filosofía contenida en la novela (El pensamiento en la novela, Crítica) desde la tensión entre idealismo y realismo, me ayuda a proponer una conjetura: la experiencia de lo divino es parte del desacoplamiento del yo y del mundo. Lo divino, ya fue señalado por Feuerbach, es una creación humana, un andamio para pensarse a sí mismos y para pensar el mundo: los dioses únicos son parte de un movimiento generalizado de tensión hacia la unidad del mundo opuesta a la unidad del yo o viceversa, de la unidad y trascendencia de lo normativo opuesto a la unidad y distancia de lo causal, y viceversa. Los viejos dioses eran la proyección de un mundo y un sujeto deslavazado, hecho de fragmentos que no se llegan a comprender bien. Los dioses únicos serían así parte de un proceso de coherencia de la experiencia. Eurípides señala bien esta progresiva pérdida de lugar frente a un sujeto que está descubriendo su interior como un lugar de creación o refugio. Si esta respuesta tiene algún interés daría cuenta de por qué nos fascinan tanto ahora los dioses múltiples: no por deseo de exotismo, sino por experiencia de una nueva y más profunda fractura del sujeto. Saber que la historia humana o personal está rota en fragmentos como un espejo roto que refleja trozos de mundo inconsistentes, saber que el mundo está poblado de muchos mundos inconsistentes, nos hace repensar otra vez esa forma de lo sagrado (de lo intocable, en el sentido de Agamben) que es la presencia de lo múltiple. Como lector bulímico de los héroes de la Marvel en mi adolescencia veo con nostalgia su resurrección, ahora más compleja y expresión de una nueva forma de imaginario fracturado. ¿Desaparecieron?
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Detrás del miedo al NO SABER, unos se agarran a Dios y otros a su consciente limitación. Salud.
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