Aspirar a saber, a saber cosas, a saber mucho, a saberlo todo, es una aspiración comprensible, humana, pero en general excesiva. Hay muchas ocasiones en las que preferiríamos no saber, a sabiendas de que es una irracionalidad esta preferencia: la lucidez es uno de nuestros estados más difíciles de sostener y más necesarios. Me preocupa por el momento más la aspiración a comprender. Sé que el núcleo del berilio está formado por electrones, pero para mí son palabras que comprendo poco: las sé porque me fío de los físicos. Pero hay muchas cosas que me gustaría comprender. ¿Me gustaría comprenderlo todo? Sospecho que también aquí hay sentimientos encontrados. Hay tantas cosas que me gustaría no comprender! Ser como un niño que está en el mundo maravillándose continuamente de todo sin comprenderlo pero disfrutándolo, ser como un juez que se atiene a los hechos y no busca intenciones ni planes que den sentido a lo que aquella persona hizo... Quizá el deseo de no comprender nos proteja de un mundo como el que vivimos. Estos balances raros de preferencias de segundo orden es la materia de la que estamos hechos.
Somos este enredo en la arena
O como el Deza de Marías, no contar que comprendes. Salud
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