viernes, 23 de abril de 2010

Pessoa versus Wittgenstein


Cuando pensamos en las zonas erróneas los filósofos echamos mano de un concepto que por días y por momentos me deja helado: "reglas". Parecería que la obediencia a reglas es lo que nos hace humanos. Eso es lo que aprendimos de Wittgenstein y, más allá, de Kant: sólo las reglas nos hacen libres. Que sean las que nos da la tribu, las que nos damos a nosotros mismos o las que reflexivamente entendemos que han de ser obedecidas, es lo secundario.
Pero ahí está esa modernidad del sur que nace en el Tajo y termina en Lisboa. Pessoa: El libro del desasosiego:

"Obedezca a la gramática quien no sabe pensar lo que siente. Sírvase de ella quien sabe mandar en sus expresiones. Cuéntase de Segismundo, Rey de Roma, que, habiendo, en un discurso público, cometido un error gramatical, respondió a quien le habló de él, "Soy Rey de Roma, y además de la gramática". Y la historia narra que fue conocido en ella como Segismundo "supergrammaticam" ¡Maravilloso símbolo! Cada hombre que sabe decir lo que dice es, a su manera, Rey de Roma. El título es regio y la razón del título es serse".

Comienzo a darle vueltas a cómo darle vueltas al curso del próximo año, "Narrativas de la identidad", y empiezo a darle vueltas a la idea de que quizá todo se debiera reducir a comentar este apotegma. Modernidad del norte/modernidad del sur. ¿Qué es obedecer a la gramática? ¿Qué es saber decir lo que se quiere decir? ¿Qué es saber ser?
Escribe Pessoa (¡qué orgullo ser tocayo suyo!) el uno de diciembre del 31 --a punto estaba la República de al lado-- "¡Poder saber pensar! ¡Poder saber sentir!" (¿me ayuda alguien a traducir este doble deseo al inglés?).
Escribe Pessoa (¡qué perturbación saber que fue escrito cuando aún Wittgenstein no sabía que habría de escribir las Investigaciones filosóficas!):

"Sentirlo todo de todas las maneras; saber pensar con las emociones y sentir con el pensamiento; no desear mucho sino con la imaginación; sufrir con coquetería; ver claro para escribir justo; conocerse con fingimiento y táctica; naturalizarse diferente y con todos los documentos; en suma, usar por dentro todas las sensaciones, quitándoles la cáscara hasta llegar a Dios; pero envolver de nuevo y reponer en el escaparate como ese dependiente que desde aquí estoy viendo con las cajas pequeñas de betún de la nueva marca"

Hace unos días me quejaba de que un filósofo académico y sin embargo bueno se quejase de que las humanidades tendiesen más a pensar en la identidad que en la universalidad. Me pregunto si ese tal ganaría algo en sabiduría leyendo El libro del desasosiego, y si quizá pensase más lenta y sensatamente sobre la identidad de la identidad.

Aquí os dejo otra maravilla del deseo de Pessoa:

"¡El placer que me proporcionaría crear un jesuitismo de la sensaciones!"

Escribir algo así justifica la vida de un filósofo.

3 comentarios:

  1. Interesantísimo, como siempre.

    Un intento:

    To be able to know how to think.
    To be able to know how to feel.

    Es curioso, el inglés con lo sintético que es y aquí necesita casi el triple de palabras, y aún así... Me gustaría ver la traducción inglesa (El Disquiet) de "Obedezca a..."

    ResponderEliminar
  2. können kennen denken
    können kennen fühlen

    A cada idioma su terreno y a cada personaje su espacio

    ResponderEliminar
  3. No sé si sobre el jesuitismo de las sensaciones, pero sí sobre los jesuitas y las sensaciones, resulta también excelente el libro de Mario Perniola "Del sentire cattolico" (desgraciadamente, aún no traducido al castellano).

    ResponderEliminar