domingo, 1 de octubre de 2017

Estética de la resistencia



En las sociedades escolarizadas en las que vivimos lo que más peligro corre es la educación. Se ha logrado la escolarización general al precio de sistemas educativos cada vez más organizados como industrias de adiestramiento y no como instituciones de educación pública. Es un sistema organizado para la producción de fracaso. A veces se citan con cierto escándalo las tasas de abandono o fracaso sin reconocer que es el sistema el que fracasa. Los que abandonan son el síntoma más sensible, los que se quedan serán sometidos a un adiestramiento diseñado para agostar la sensibilidad. Causa hastío y temor que la única imaginación sea para reforzar las causas: ampliar la autoridad, estimular la competencia entre alumnos y entre profesores, reforzar el poder de las direcciones y gerencias, estimular los ordenamientos y rankings, generar el convencimiento de que la vida consiste en una carrera continua que ha de reflejarse en un currículum vitae por el que el alumno, luego el trabajador da cuenta ante sus examinadores de sus logros.

Estos días varios alumnos presentaban trabajos fin de máster en los que hacían patente que aún no está vencida la capacidad de resistencia. Cristina, una alumna egresada del conservatorio, proponía intervenciones para aprender a escuchar los sonidos de la música contemporánea, sus gradaciones, texturas y atmósferas; Bernardita, una diseñadora gráfica, formas de desaprender y de comenzar a disfrutar de la lentitud y minimalismo visual; Fidel Moreno, en un trabajo que próximamente se publicará, recorría la música popular de la generación de sus padres (la mía) como método de conocimiento histórico de las emociones colectivas; Carlos, un analista fino de la realidad, presentaba un estudio (escrito robando tiempo a su descanso después del trabajo: una parte de nuestros alumnos pueden estudiar trabajando a la vez), proponiendo una metodología de la distancia y el examen de las zonas grises para la historia de las sociedades en conflicto (nunca un trabajo fue tan oportuno); Ivonne, filóloga y antropóloga colombiana, analizaba los memes de internet como instrumento de polarización de grupos (había hecho un trabajo exhaustivo con el referéndum por la paz en Colombia, y comentaba con ironía lo que está ocurriendo en Cataluña); Víctor comparaba El libro del desasosiego y Bartleby, el escribiente como testimonios del tedio, spleen o ennui que caracteriza la cultura de la modernidad y su reflejo en la literatura. Aunque agotado, me siento orgulloso de todos ellos. En sus presentaciones no era extraño encontrarse con voces que ponían en cuestión lo poco académico de sus trabajos (hay  que enseñar a los alumnos a sobrevivir al sistema aprendiendo los lenguajes-protocolo del adiestramiento, pero también a cambiar los hábitos e ir educando a quienes les juzgan. La educación tiene dos direcciones).

Llevo cincuenta y nueve años viviendo en el sistema educativo, no recuerdo cuántos como profesor, firmé  mi primer contrato en 1976. No sé si el sistema es reformable en general. Tampoco sé cuál pueda ser nuestro papel en tales fines. Sí sé, sin embargo, que la voluntad de entender la educación de otras maneras, por parte de alumnos, padres y profesores se manifiesta (siempre lo ha hecho) de formas diversas y estoy seguro de que no se han perdido. Encuentras que  permanece frente a todas las probabilidades una tasa observable de alumnos y profesores (voy a emplear el adjetivo prohibido) "comprometidos" con la educación y no embarcados en el adiestramiento o la egolatría. Que buscan la formación de la escucha, de la mirada, de la lectura, de la curiosidad y examen reflexivo y lo logran en las múltiples modalidades (no disciplinas) del conocimiento. Encuentras que fuera del sistema aún permanecen (a duras penas) proyectos educativos de la sensibilidad y la capacidad crítica (pienso en mi ciudad en la Universidad del Barrio y algunas iniciativas de Matadero)

Recomiendo la lectura de La noche de los trabajadores de Rancière y la Estética de la Resistencia de Peter Weiss, Los usos de la alfabetización de Hoggart  como ejemplos de cómo se puede conquistar la educación cuando el estado la niega. No el adiestramiento, pero sí las formas críticas de escuchar, mirar, leer, juzgar. Gentes que después de su trabajo se reunía a leer en común, examinar lo leído, los cuadros y películas vistas, a deliberar sobre lo cercano y lo lejano, lo popular o lo elitista, las formas y los contenidos:

"Nos preguntábamos si los temas de los libros que leíamos estaban relacionados con nuestras experiencias, si describían personajes próximos a nosotros, si se posicionaban y ofrecían intentos de solución. Había obras que no estaban en relación directa con nuestras normas y que despertaban nuestro interés precisamente porque contenían algo desconocido. En la mayoría de los casos, examinábamos el texto o cuadro con que nos habíamos topado en una revista, en un museo, si podría ser utilizado en la lucha política, y lo aceptábamos cuando era de una abierta parcialidad. Otras veces, en cambio, nos topábamos con otros que no permitían apreciar una efectividad política inmediata y que,sin embargo, según nos parecía, tenían cualidades inquietantes e importantes" (Estética de la resistencia)
Reconquistar el espacio educativo para educarnos mutuamente la sensibilidad a la realidad, a escuchar lo que no se oye, a mirar lo que no se ve, a leer no que no se escribe (está entre líneas), a deliberar sobre lo que parece ser necesario y sólo es contingente. Extraer tiempo de nuestro tiempo para la educación. Cuenta en su reconstrucción de la vida de Salvador Seguí, Paco Taibo II (Que sean fuego las estrellas. Barcelona 1917-1923) cómo los anarcosindicalistas catalanes sacaban tiempo al tiempo para reunirse, formarse leer y escribir. Analfabetos que conseguían ser escritores de la prensa sindical. Durante los años en los que trabajé en clubs y asociaciones de barrio (muchas de mis muchas carencias teóricas se deben al tiempo dedicado a aprender de los que no sabían) observé esa voluntad de aprender de quienes saben que tienen que saber. Recuerdo, entre otros innumerables ejemplos, a jóvenes obreras de una fábrica de zapatillas que, tras su agotadora jornada, venían a las actividades de lectura en común, cine clubs y recitales. Cuando las conocí eran muchachas tímidas, llenas de complejos y auto-culpabilizaciones. Pocos años más tarde iban a las asambleas de estudiantes de la facultad, reunían a sus compañeras, levantaban la voz y discutían de filosofía y literatura. Observo ahora múltiples iniciativas de estudiantes que organizan actividades al margen de las clases y de su tiempo de adiestramiento. Múltiples seminarios y actividades que les interesan más que cualquier asignatura. Fueron, son, resistentes que conquistaron y conquistan espacios de educación al sistema de adiestramiento.

Así lo cantó Lole (Lole y Manuel, Al alba con alegría, 1980)
Una voz gritando siempre
siempre gritando...”¡silencio!”.
Mis manos llenas de tinta
emborronan un cuaderno.
Lejos, muy lejos, muy lejos
se oye la voz del maestro
que habla de montes y ríos.
Me escapo por la ventana
corro, corro por el cielo
y voy jinete celeste
sobre un nubarrón muy negro.
Persiguiendo nubes blancas
paso la tarde de invierno
Me despierta una campana
Padre nuestro...”Una voz gritando siempre
siempre gritando...”¡silencio!”.
Mis manos llenas de tinta
emborronan un cuaderno.
Lejos, muy lejos, muy lejos
se oye la voz del maestro
que habla de montes y ríos.
Me escapo por la ventana
corro, corro por el cielo
y voy jinete celeste
sobre un nubarrón muy negro.
Persiguiendo nubes blancas
paso la tarde de invierno
Me despierta una campana
Padre nuestro...”

Cada vez que oigo que el sistema no tiene arreglo miro hacia otra parte: hacia la estética de la resistencia que sobrevive al elitismo, la pijería y la competitividad de un sistema educativo y cultural diseñado para el fracaso y la desigualdad.


3 comentarios:

  1. Para propiciar el encuentro en que consiste el aprendizaje hay resistencias que debemos vencer. Hay una serie de resistencias provocadas que alejan la enseñanza del encuentro. Lo son la visión mercantilista del conocimiento, la instrumentalización y cosificación del profesorado y del alumnado, la tecnificación de los mecanismos de enseñanza, la especialización del conocimiento... Cada vez tenemos que retirarnos más del sistema para poder enseñar, para encontrarnos en ese espacio compartido que es el pensar. Tenemos que ver dichos elementos como obstáculos, resistencias, porque sólo de ese modo podremos afrontarlos, ir contra ellos. Saludos

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  2. Necesario, Fernando. Desde luego que necesario. Gracias.

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  3. Desterritorializar la educación de la escuela, llevar nuevamente la formación, el encuentro de la palabra, la idea y la mirada a los espacios abiertos, no institucionales y normalizados. Genial el artículo Fernando, Gracias.

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