Copio esta entrada de los Cuadernos de Hanna Arendt, el 19 de julio de 1954, acerca de La muerte de Iván Illich de Tolstoi: "la muerte descubre la mentira y la nulidad de la vida social bajo el modo del desamparo, no de la soledad. El moribundo está arrojado a la sociedad, que no está erigida de cara a la muerte, pues ella misma siempre va más lejos. La soledad cae sobre él cuando comienza a ocuparse de su vida pasada. Puesto que ésta "no" es, el moribundo cae en el agujero de la nulidad. Lo que comprende es que esta esta vida no era merecedora de morir por ella, y, por tanto, no era merecedora de que la viviera". En el Barroco, la meditación sobre la muerte fue, en la literatura y el pensamiento contrarreformista, el modo de protestar contra la vida. Calderón, Quevedo, todos ellos, sabían de esa forma de soledad que nace de la memoria más que de la imaginación: saber que la vida no merece morir por ella. Es el modo absoluto de la melancolía barroca, cercano a esta época neobarroca en que ya no hay paraísos pero tampoco fragmentos, sólo pura conciencia de la desorientación. He pensado numerosas veces en los espectadores que miraban aterrados a los que se arrojaban de las Torres Gemelas; en nosotros, espectadores accidentales de aquellos cuerpos y de aquellas miradas. Allí acabó lo que se llamaba entonces posmodernidad, la cultura de lo fragmentario, la frivolidad de la mezcla. Estos años nos han dejado en ese páramo que los neofundamentalismos (también neobarrocos) han querido llenar con morales "sin complejos", otra manifestación del vacío en el que nos hemos instalado. Primero las utopías se hicieron distopías; más tarde los proyectos eslóganes; después la cultura se instaló en el culto a los textos y a las imágenes; finalmente, un desastre (no peor que otros) hizo patente lo que estaba ocurriendo: el cinismo se había transfigurado en desamparo.
Gracias Fernando por esta reflexión sobre el vacío, la soledad y el cinismo. Gracias además por dar la cara, por no esconcerte detras de una "trayectoria", o de un "currículum", o ni siquiera de una "una foto". No necesitamos más filósofos enmascarados. Ni cortesanos ni barrocos progres. ¡Qué alegría leerte aquí!
ResponderEliminarGracias por tus palabras de apoyo. Uno escribe sólo para que los hilos que nos conectan sean más fuertes que las cadenas.
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