domingo, 17 de noviembre de 2019

Para una crítica de la sociedad digital



Este esbozo de un seminario o curso corto sobre algunos problemas perentorios que presenta la sociedad digital está dividido en cuatro partes: en la primera se relata descriptivamente la historia de los cambios más recientes en la tecnología de internet. En el segundo, se plantean los principales problemas que afectan al desarrollo personal. En el tercero, se esbozan algunos de los efectos más nocivos que se están produciendo en el espacio social. En el cuarto, se amplían estos efectos a la escala planetaria. El objetivo es presentar críticamente los aspectos más oscuros y negativos que demandan una respuesta colectiva y reformas legales profundas.

1.      Algunos cambios en internet del siglo XXI


La aparición de la red mundial de comunicación e información ha transformado el globo en formas mucho más drásticas que las de cualquier otra revolución tecnológica. No podemos entrar en la historia de internet y la W.W.W. pero señalaremos de forma resumida algunos de los cambios más recientes que definen las dos décadas del siglo XXI. Se definen por algunos rasgos como son la cantidad de usuarios, la densidad de las relaciones, la velocidad de la interacción y la aparición de tecnologías informacionales capaces de aproximarse a la intelección completa del lenguaje natural. Estos cambios están produciendo nuevas preocupaciones de orden ético junto a otras de orden psicológico y sociológico.

En las últimas décadas del siglo XX, las redes informáticas estaban basadas fundamentalmente en la conexión entre ordenadores o computadoras a través de un medio electrónico como el cable y, en casos locales, la fibra óptica. En el siglo XXI se extendieron las tecnologías sin cable, que dieron lugar a la proliferación de ordenadores portátiles, tabletas y teléfonos móviles o celulares. Por otra parte, las tecnologías sin cable de banda ancha, lo que conocemos como 3G y 4G, es decir, tercera y cuarta generación de telefonía, transformaron en la segunda década del siglo las comunicaciones e incluso la vida personal, puesto que los artefactos comunicacionales comenzaron a formar parte de todos los instantes de la vida.

Las redes de telefonía 4G y las que se anuncian en los próximos años 5G han supuesto la conexión a la red desde dispositivos diferentes que están interconectados por protocolos que los convierten en compatibles. Estas nuevas tecnologías no solamente aumentan la velocidad de transmisión de datos, sino que están generalizando la red desde un sistema puramente de comunicación a un sistema de interconexión entre todo tipo de objetos que tengan capacidades de procesamiento de información. Es el horizonte que comenzamos a llamar “internet de las cosas”, donde ya no se trata solamente de telefonía o navegación, sino de control múltiple de todo tipo de dispositivos. Por ejemplo, todas las nuevas formas de comercio online, no podrían llevarse a cabo sin una interconexión entre las formas de transporte. Plataformas como Amazon, Uber, Globo y otras tantas están cambiando de un modo radical la economía.

En lo que respecta a las tecnologías de conexión, en el siglo XXI hemos vivido los cambios que han supuesto los estadios que son conocidos como Web 1.0, 2.0 y 3.0. En cada uno de ellos se han producido numerosas transformaciones con un creciente impacto en todos los órdenes de la vida desde lo personal a lo social, lo económico y la estructura geopolítica del globo. Los primeros estadios que nombramos como 1.0 y 2.0 significaron un paso desde un uso puramente pasivo y receptivo de la red, donde el usuario era básicamente un consumidor de comunicación e información a un uso activo por parte de los usuarios. La red 2.0 se caracterizó por los fenómenos de los blogs, la cooperación masiva que llamamos “wiki”, y la extensión de navegadores que se convertían en plataformas para que los usuarios creasen y divulgasen contenidos. Fue en esta época a comienzos de siglo cuando comenzaron a extenderse las redes sociales como grandes espacios para la creación y difusión de ideas e imágenes, es decir, contenidos, creados por los usuarios.

En la tercera fase, que denominamos red 3.0, se ha producido una innovación muy importante que llamamos red semántica. Este concepto refiere a la capacidad de los nuevos sistemas de software para ordenar la información en una forma de categorías muy similar al aparato conceptual de los lenguajes y del modo de pensamiento humano. Esta transformación ha tenido consecuencias de mucho impacto sobre nuestras vidas, entre ellas la creciente importancia del procesamiento de grandes cantidades de datos que no podrían ser tratados sin estos sistemas de categorización. También las grandes plataformas que a la vez que son plataformas de comunicación se han convertido en los ejes de la nueva economía dominando el comercio, nuevas formas de empresas post-industriales, y posiblemente pronto también la banca y la economía financiera.

Los problemas éticos y las preocupaciones morales, jurídicas y políticas que generan estos cambios son muchos y de naturaleza muy compleja. Los vamos a clasificar en tres grandes categorías: los que tienen que ver con la vida personal, como son los cambios que se producen en nuestra relación con el mundo y con otros, incluyendo los problemas de privacidad que presenta internet 3.0; en segundo lugar las transformaciones que se han dado en el espacio social, sobre todo las derivadas de la importancia creciente de las redes sociales en nuestras vidas y, en tercer lugar, los problemas que generan estas nuevas tecnologías a escala global, incluyendo los problemas ecológicos, los políticos y los económicos.

Antes de abordarlos, conviene que nos planteemos la nueva forma de desigualdad que ha creado la creciente importancia de internet. Se trata de la fractura o brecha social entre quienes pueden y quienes no pueden acceder a internet o hacerlo en unas condiciones suficientes para hacer uso de sus recursos. Poco a poco, la mayoría de las facetas de nuestra vida presuponen ya un acceso rápido a la red para múltiples objetivos muchos de ellos necesarios en la vida cotidiana,  pero está generalizada aún una injusta exclusión del tal acceso, algo que se produce por razones económicas, culturales o geográficas, dado que la red no alcanza aún a todos los territorios. Afecta a una parte muy importante de la población y ello genera otras formas de exclusión cultural, social, económica y política.

2.      La identidad en las redes sociales


En este apartado se esbozan algunos de los problemas más acuciantes que plantea internet en el terreno de la vida personal. Los cambios descritos anteriormente afectan a todas las dimensiones de la persona, desde lo psicológico a lo social, desde la construcción de la identidad a la presentación y aparición e los espacios públicos. Aunque las preocupaciones por el impacto de las redes están presentes en todas las escalas de la organización social: familia, educación y en general instituciones del estado, es necesario desarrollar una reflexión colectiva desde todos los sectores implicados para establecer un examen crítico y normativo sobre las prácticas en la red.

En las últimas décadas del siglo pasado la filosofía se ocupó de internet sobre todo por la distancia que se observaba entre la vida virtual en la red y la vida orgánica en los espacios familiares y sociales. Varios filósofos trataron de llamar la atención sobre la “virtualización” o alejamiento de la realidad que suponía la vida en la red. Las dos últimas décadas, sin embargo, nos han mostrado que la red se ha convertido en una parte muy sustancial de nuestra vida real pues afecta ya a todas las dimensiones de la persona.

El hecho de que la red haya mutado hacia un sistema de creación de contenidos en la forma de mensajes, textos, imágenes y relaciones ha convertido a internet en un espacio poderoso en el que se construyen, presentan, gestionan y negocian tanto las identidades personales como las colectivas. Durante un tiempo fue se extendieron las prácticas de desarrollar en la red identidades fingidas a través de diversos dispositivos o por el uso habitual de apodos. Este uso dio mucha libertad a la expresión produciendo consecuencias ambivalentes para los usuarios, quienes a veces, sin la contención de las restricciones que da el cara a cara, comenzaron a desarrollar formas de conversación polarizadas e irritadas, aunque también contribuyó a ampliar la imaginación personal y a construir instrumentos nuevos de identidad.

Uno de los aspectos que comenzó a mostrarse como peligroso es la llamada “inmortalidad en la red”, es decir, el hecho de que los navegadores y redes sociales guarden una memoria imposible de borrar, de forma que las trayectorias pasadas de intervenciones en la red crean  a lo largo de los años  una suerte de identidad de red irreversible que a la vez que puede ayudar también crea estigmas difíciles de resolver. Para muchas personas que varían sus trayectorias en la vida, la memoria del pasado les persigue de un modo nuevo que sociedades anteriores no tenían debido a que un cambio de población o el olvido cancelaban los errores del pasado.

Mucho más problemático es el hecho de que la red esté siendo dominada por empresas y plataformas que han contribuido a crear lo que se llama “economía de la atención”, en donde el tiempo de atención a los diversos dispositivos, redes y páginas se convierte en una de las fuentes más importantes de beneficios. Las consecuencias psicológicas y sociales son muy graves: desaparecen poco a poco las prácticas de conversación con la familia y las amistades, sustituidas por mensajes o simplemente por la distracción hacia las mil pantallas que nos rodean; la educación compite con la atracción de la red y, en general nuestras relaciones sociales se resienten.

Un tercer efecto notorio es la economía moral y de los afectos que provocan las redes sociales, en las que la popularidad en la forma de tiempos de atención o visita de las propias producciones se convierte en una fuente acrítica de reconocimiento social, independiente de los valores cognitivos, morales o estéticos de los contenidos que se aportan a la red. La propia noción de amistad se transforma por el hecho de que se crean sucedáneos de ella en la forma de los “amigos” que crean los programas de las redes sociales.

La fragilidad y vulnerabilidad en la red es una consecuencia también nueva y socialmente preocupante. Las nuevas formas de ciberacoso, cibercrimen y cibervigilancia afectan principalmente a los menores y constituyen muchas veces una fuente de problemas psicológicos de primer orden en los años escolares.

Por último, y quizás más importante, está el problema de la pérdida de privacidad y la transformación radical que está sufriendo la intimidad. Las plataformas se están convirtiendo en una fuente de extracción de datos personales que son utilizados de múltiples formas y maneras en un grado insólito que parece acercarnos a algunas distopías como la novela de 1984. La pérdida de privacidad no está causada solamente por la intervención directa de los usuarios en la red mediante la producción de contenidos, sino de que las tecnologías contemporáneas permiten el cruce de múltiples fuentes de datos con el objeto de crear perfiles muy informativos de grupos y usuarios. Estos datos obtenidos de las vidas privadas de mucha gente se convierten en mercancía de las muchas empresas especializadas en el uso comercial, ideológico o político de los perfiles de usuario. Esta vigilancia continua difumina las fronteras que hasta ahora existía entre la vida privada y la intimidad y la vida pública en el trabajo o en otros aspectos sociales.

3.      La sociedad en la era de los datos


En este apartado se consideran algunos cambios sociales producidos por la extensión de internet que generan problemas de orden ético y político muy característicos de nuestra época. Tienen que ver con la dirección que ha tomado el desarrollo de la red en las tres últimas décadas, una trayectoria que se puede resumir en un creciente dominio de los intereses económicos de empresas y de los intereses estratégicos de los estados. En sus comienzos, internet fue saludado por numerosos usuarios y estudiosos (por ejemplo, el sociólogo Manuel Castell) como una oportunidad para una sociedad más abierta, participativa y democrática, gracias a la neutralidad de la red respecto a los contenidos y la creciente densidad de las conexiones entre personas y grupos.

La aparición de la red semántica y el desarrollo de nuevas tecnologías de clasificación de datos digitalizados ha creado un nuevo espacio de posibilidades de aprovechamiento de información. En el siglo XX aparecieron o se expandieron varias plataformas especializadas en la búsqueda de información, el comercio online, las redes sociales, las fotografías, vídeos o música, que generaron una enorme cantidad de datos de los usuarios dando paso a una nueva forma de la red dirigida por la explotación de los datos, lo que antes se llamaba “minería de datos” y ahora conocemos como “big data”.

La explotación de los datos ha producido cambios sustanciales en la economía, por cuanto numerosas empresas han comenzado a depender de las grandes plataformas para la difusión y comercialización de sus productos y para la obtención de datos de potenciales clientes. Una de las aplicaciones más importante del uso de las grandes bases de datos es la creación de perfiles selectivos de usuarios, denominado en inglés “microtargeting”, que hace que al usuario le lleguen mensajes personalizados de orden comercial y, crecientemente también de orden político e ideológico.

Hay numerosos problemas éticos y políticos que nacen de este nuevo estadio de la sociedad de la información, pero el más importante de todos es que estas enormes plataformas han adquirido un poder que sobrepasa al de los estados y sus prácticas y actividades parecen situarse cada vez más en un territorio donde no alcanzan las normas éticas ni legales que imperan en las sociedades democráticas.

Un segundo problema relacionado con el anterior, y también facilitado por la red semántica, es que las redes sociales están teniendo efectos muy importantes sociológicos en la convivencia ideológica y política de las sociedades. Debido a las técnicas de atracción de la atención que son variadas, como la restricción de la longitud de los mensajes, o los algoritmos que dan prelación a los mensajes de gente afín al usuario, se están produciendo fenómenos de polarización en las poblaciones donde había anteriormente conflictos de baja intensidad.

Las redes sociales explotan a través de esas técnicas las emociones y reacciones más inmediatas de los usuarios, de forma que contribuyen a que la esfera pública ampliada que había sido la red en los primeros años se esté convirtiendo ahora en un escenario de exaltación y baja capacidad de razonamiento y deliberación. Se han dado diversos nombres a estos efectos de las redes como las cámaras eco, llamadas así porque generan efectos de réplica de un mensaje corto y poco razonado entre grandes masas de usuarios, o las burbujas de filtro, que hacen que la información que reciben los usuarios de las redes sea muy selectiva, homogénea y poco atenta a la diversidad de opiniones. Estas consecuencias están produciendo una rápida degradación de las democracias, que tienden a respaldar políticas autoritarias e idearios simplificados.

Otro fenómeno, de nuevo subproducto de la tecnología de selección por algoritmos semánticos, es el aumento inusitado de técnicas de desinformación empleadas tácticamente con intenciones ideológicas. Se conoce como el fenómeno de la posverdad y ha generado la difusión epidémica de noticias falsas o “fake news” y otras modalidades de producción de adhesión ideológica. El problema de estas técnicas es que va acompañado de una degradación en la transparencia de las noticias, de forma que cada vez es más difícil trazar las fuentes su fiabilidad y los datos reales que respaldan o falsan las noticias.

Las posibilidades que crean las técnicas de microtargeting o perfiles selectivos están siendo cada vez más oscuras, como han demostrado varios procesos políticos recientes a lo largo y ancho del globo. Aparecen empresas especializadas en el uso de datos obtenidos gracias a la falta de control legal para influir de forma muchas veces subrepticia sobre los ciudadanos. O las llamadas “granjas de trolls”, que son sistemas de inteligencia artificial que crean usuarios fantasmas en las redes y contribuyen a dispersar la desinformación por amplias capas de la población.

Los estados democráticos, las instituciones supranacionales y las organizaciones no gubernamentales ven con creciente aprensión la presión que están produciendo estas nuevas técnicas sobre las sociedades y la degradación de la vida democrática que están causando. Se imponen medidas que van desde la educación en el uso de las redes desde los niveles más primarios, a la legislación nacional e internacional para contener el uso ilícito de las técnicas de información masiva para propósitos autoritarios.


4.      La globalización en la era de internet 3.0


Llamamos globalización a un conjunto de procesos interrelacionados que comenzaron a ser visibles después de la Segunda Guerra Mundial pero que transformaron la economía, la política y la cultura en la transición de siglos. Algunos de estos procesos son, por ejemplo, la estandarización del transporte marino y terrestre mediante el uso de contenedores, que ha contribuido a lo que llamamos deslocalización de las empresas de producción, que emigran de sus países tradicionales a otros donde los salarios son más bajos y las restricciones legales menos exigentes. Otros fenómenos ha sido la desregulación de la circulación de bienes, capitales y servicios, entre ellos la educación, que ha generado un mundo comercial, financiera y culturalmente interdependiente.

Estos procesos de interrelación de estados, sociedades y culturas ha generado beneficios pero también nuevas formas de desigualdad y de destrucción de los tejidos sociales basados en los mercados más tradicionales. La implantación mundial de la interconexión de internet con todos sus instrumentos ha dado lugar a un nuevo estadio en la globalización donde el dominio de los múltiples dispositivos que permite el tratamiento masivo de los datos y la información han creado nuevos escenarios caracterizados por una creciente tensión entre grandes superpotencias por el control de la tecnología, los materiales y los mercados asociados a la sociedad digital.

Todos estos fenómenos generan muchos problemas muy diversos y complejos, pero algunos de ellos son de especial preocupación. El primero es la aparición de un nuevo colonialismo, enmascarado con diversos métodos y dirigido al control de los materiales estratégicos de los que dependen los dispositivos y artefactos de la sociedad de la información, como por ejemplo el litio, central para las baterías, que solamente se encuentra en ocho países, o el cobalto, el coltán o las tierras raras que se emplean en diversos momentos de la producción de artefactos.

Nos encontramos así ante un escenario muy similar al de la Guerra Fría ahora ya desposeído de ideología y ordenado al control geoestratégico del planeta. Numerosos conflictos bélicos, cambios ilegales de gobiernos y, en general, tensiones nuevas dentro de muchos países, están relacionados con este trasfondo muy material y materialista de la información.

Un problema cada vez más preocupante consecuencia de la universalización de la red es su poco visible impacto medioambiental. El almacenamiento de inmensas cantidades de datos en lo que se llama impropiamente "nube",  así como el continuo uso de dispositivos como los móviles y tablets en todos los momentos del día genera un gasto energético de proporciones enormes que contribuyen al cambio climático que afecta de forma ya irreversible al Planeta y que tendrá consecuencias nefastas para la diversidad biológica, la economía y la sociedad.

Aunque hay numerosos problemas que definen un horizonte oscuro en la otra cara de la sociedad de la información, no podemos dejar de citar las amenazas a la paz mundial que generan las tensiones de la geoestrategia de las potencias por todo el planeta. Nuevas modalidades de armamento como son las formas de ciberguerra o las armas llamadas “inteligentes” están creando una nueva carrera armamentística entre las grandes potencias que no solamente es peligrosa, sino que influye de forma negativa sobre las democracias cada vez más debilitadas.

De nuevo se hace necesaria una nueva conciencia moral sobre las amenazas que nacen de los usos no controlados por las leyes democráticas y la ética de la sociedad de la información y de sus efectos sobre la economía, la política y el medio ambiente.

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