viernes, 21 de enero de 2011

Cuando éramos posmodernos


Digimodernismo, altermodernismo, hipermodernismo, automodernidad, performatismo..., nacen los adjetivos en los foros de los mandarines de la crítica cultural: Nicolas Borriaud, Gilles Lipovetsky, Raoul Eshelman, Robert Samuels, Alan Kirby,... La Tate Gallery ha dado por muerto el posmodernismo: un cadáver que llevará tiempo reconocer. En dos palabras, éste es el resumen de uno de los obituarios del posmodernismo:
http://www.timeshighereducation.co.uk/story.asp?storycode=411731.
El posmodernismo (que algunos datan en el final de la Primera Guerra Mundial, pero que en realidad se impuso tras la caída del Muro) se identifica por muchos rasgos que, sin embargo, se reducen a uno: no hay un horizonte único en la perspectiva del futuro --ya no hay grandes relatos ni promesas universales-- pero sí tenemos un pasado común: la gran catástrofe. Estamos y vivimos en el día después. El pasado es tan radicalmente siniestro que se ha convertido en impresentable. Como afirmó Agamben, uno de los gurús de aquellos tiempos, el campo de concentración se ha convertido en el símbolo de lo sublime de nuestro tiempo porque nuestro tiempo es ya un inmenso campo. Vivimos en el viento del desastre.

Capitalismo posfordista, capitalismo cultural, ...., multiculturalismo, metanarrativas, nomades, deconstrucción, ... Tengo la papelera llena de sustantivos y adjetivos difícilmente reciclables. No sé que hacer con ellos, aunque no tenga otro remedio que seguirlos empleando en las clases como la ropa grunge que aún me queda.

Claro, como ocurre con la ropa usada vintage de los setenta, algunos sueñan con poder sacar sus ilustraciones positivistas o neomarxistas del armario. Pero, como ocurre con la ropa usada vintage de los setenta, siempre se nota que algo no funciona: hay ya muchos muros caídos.
Empezó muy claramente el derribo unos días 11: 11-S, 11-M. Aunque fue un 11 (13)-S distinto en el que sonaron las trompetas de estos jericós: 11(3)-S de 2008: caída de Lehman Brothers (1850-2008). Siglo y medio de capitalismo financiero. Se acabó la fiesta, llegó el comandante y mandó parar. Y todo fue nueva disciplina, nuevas disciplinas, nuevo disciplinarse.
Todavía leemos a Murakami y a Bolaños, pero ya empiezan a oler los discursos muertos.
El joven Godard acaba de explicarlo claramente en Film socialisme. Sólo que hay que esperar un tiempo para entenderle.




No hay comentarios:

Publicar un comentario