domingo, 26 de junio de 2011

La distancia del entomólogo

El entomólogo tiene una perspectiva distante y distinta del insecto: mira desde arriba, se sabe de una especie diferente, no tiene dudas respecto a las reacciones del animal, sólo, acaso, ignora su diseño y costumbres. Pero en general lo sabe ya casi todo de aquel bicho. Se sabe  en un lugar aparte en la escala del ser. Su mirada y su perspectiva en el espacio del laboratorio prueban su lugar privilegiado. Y, sin embargo, siente la sensación de generalizar la conducta de la hormiga y extraer lecciones para que tomen nota los colegas del departamento de sociología, o de lo que sea: Sociobiología. La nueva síntesis,  Edward Osborne Wilson, 1975. Le atrae lo inferior tanto como le distancia su simplicidad. Se sabe complejo. Sabe que al final de la jornada las luces del laboratorio se apagan, que cerrará la puerta y se encaminará  a su seguro lugar el el mundo real, el mundo real de los entomólogos, tan distante de los insectos.
Intentaría coleccionar juicios y opiniones sobre el 15-M que han ido desgranando los miembros de la inteligencia  del país pero no tengo paciencia ni distancia. Me sublevo enseguida. "No tienen sentido de las mediaciones" afirma una columna de la opinión: viven en la pura inmediatez. Son niños mimados que ven en peligro el consumo y exigen su parte en el pastel de la nueva economía, sostiene otro. Alguno, más cercano a la política (que no a lo político), se irrita profundamente por la incapacidad que manifiestan para entender las complejidades del Estado. 
Me asombra el explosivo éxito de la entomología entre la inteligentzia del país. De El País. Dejemos a un lado el resto. Me asombra por la rapidez de juicio que muestran, por su penetración en las capas profundas de la tectónica de placas de la historia contemporánea. 

Escribía así Pier Paolo Pasolini (me siento más cerca de su poesía que de su cine): 

A algunos radicales 
El espíritu, la dignidad mundana,
el arribismo inteligente, la elegancia,
el traje a la inglesa y el chiste francés,
el juicio tanto más duro cuanto más liberal,
la sustitución de la razón por la piedad,
la vida como apuesta para perder como señores,
os han impedido saber quiénes sois:
conciencias siervas de la norma y del capital.

 Entomólogos que sustituyen la razón por la piedad, que pierden la perspectiva de la razón creyendo que esto se resuelve con generalizaciones nomológicas sobre el insecto del que todo se conoce adobadas con esa especie de piedad que sienten los entomólogos por sus hormigas. Sabios de los senderos de la historia a fuer de tanto estudiar historia. Distantes de sí, distantes de se.

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