viernes, 11 de noviembre de 2011

El día que apagué la televisión

Desde hace un tiempo reacciono ante los medios de comunicación con una mezcla de desaliento e irritación que me sorprende y no acabo de explicarme. Podría ser por la reiteración de mensajes, podría ser por mi desaliento,   no lo sé. Sería superficial un diagnóstico que confundiese los síntomas con las causas. Me lo he preguntado muchas veces: ¿qué me ocurre?  No podría generalizar. Es posible que sea un problema mío, es posible que sea una epidemia y le esté ocurriendo a mucha gente. No he hecho ni me atrevo a hacer  siquiera un sondeo entre la gente que me rodea.
Sin embargo me atreveré a un auto-diagnóstico de urgencia: cierro mi contacto informacional con los medios de comunicación por alguna forma de disonancia cognitiva, de tensión oculta entre lo que deseo y lo que encuentro.  No porque el mundo ofrezca una realidad más o menos tenebrosa, desbocada, errática, sino porque lo que desearía encontrar es comprensión y cierta sabiduría en la presentación de la realidad y no esa compulsiva e histérica reiteración de eslóganes, frases y apreciaciones que terminan convirtiéndose en opinión común que repetimos una y otra vez en las conversaciones de cafetería. Es la falta de distancia lo que me abruma.Ni siquiera pido ya distancia crítica sino pura distancia, capacidad de mirar por encima de la colina de enfrente hacia horizontes un poco más lejanos. Aún no he ido a ver Melancolía, donde se describe una boda un poco antes del fin del mundo, pero me parece una metáfora perfecta de la desolación que transmiten los medios de comunicación.  ¿Nadie ha pensado que es precisamente esta falta de distancia e imaginación una de las causas de estos ciclos de realimentación negativa en los que nos hemos embarcado? ¿No merece la pena perder el tiempo en pararse un momento y mirar hacia dónde vamos y de dónde venimos? ¿Nadie cree ya en la información que nace de las tendencias largas?
Apago la televisión y cierro el periódico y la pantalla del ordenador porque empiezo a sospechar que esta convulsión informativa es parte de la realidad, no de la noticia sobre la realidad. Se ha dicho de la crisis que es la primera crisis de internet, pero no estamos aún en condiciones de pensar qué otras transformaciones están produciéndose en esta sobreestructura informacional que hacen que el espectáculo de la crisis sea ya una parte de la nueva economía que estamos creando. Apago las pantallas porque cada vez me recuerdan más a las pantallas omnipresentes en el mundo de 1984 creado por Orwell. Pantallas que insistentemente auncian victorias y derrotas definitivas, que cada minuto avanzan la noticia del siglo, que demandan atención inquebrantable a las olas.
Cerrar los ojos para empezar a ver. Cerrar los oídos para empezar a escuchar. Me atrevo a recomendarme esta nueva dieta. Espero no haberme equivocado en el diagnóstico.

4 comentarios:

  1. Bienvenido al Club. Tengo 66 años y soy alumno de la Carlos III (Mayores) Lo ha descrito muy bien y es lo mismo que sentimos muchos: los Medios han sobrepasado su misión al convertir su sagrada funión informativa en una manipulación desvergonzada de los hechos. Para mí está empezando a justificarse lo de "matar al mensajero"

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  2. El mainstream, que tiende a abarcarlo y succionarlo todo, no permite sino otra cosa que show-bussines con lo que se nos pueda ocurrir. Los grandes medios son mainstream quiero decir.
    Hubo un magnate de la comunicación, que fue bien retratado por Orson Welles, el que tempranamente nos mostró las beldades del género periodístico en su alianza con el kapital y la falta de reflexión.
    Yo qué sé, no veo la tv si no se proyecta a la familia amarilla más famosa y no leo los diarios a excepción de sus suplementos culturales y a medias.
    Ánimo! es lo poco que puedo decir ante la desesperanza de la falta de compromiso ético de los directores y editores informativos, pues los periodistas son unos mandaos, o eso me parece.

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  3. Creo que ese magnate se llamaba Hearsth, no, y la película Ciudadano Kane?. De cualquier manera, felicito al sr. Broncano si ha decidido apagar la televisión, y animo a cualquiera que desee hacer lo mismo a engancharse sobre lo de informarse a internet. Para mí no hay mejor medio que éste: uno ha de hacer un esfuerzo para usarlo por lo cual no está pasivo para ser influenciado, uno tarda más en enganchar a internet que en encender una TV lo cual implica un aseveramiento por parte de uno en querer usarlo, uno elige los contenidos activamente (la información que desea leer, las personas con las que quiere hablar, etc). Bien es cierto que la información también podrá estar manipulada, pero al menos habremos sido nosotros los que, eligiendo sitios y leyéndolos (haciendo ese esfuerzo), hemos elegido esa información y por ello podemos ser más críticos con esa misma información y con nosotros mismos, por haber elegido gastar un determinado tiempo de nuestra vida en leer o informarnos de algo. Con la TV sólo podríamos culparnos de haber elegido mal nuestro "canal de descanso"

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  4. Estimado anónimo, eso es lo mismo que lo que se decía y se mantiene a veces de los diarios. No estoy de acuerdo con tu reflexión porque la distancia solo se establece haciendo el esfuerzo y por el momento el uso de internet esta mayoritariamente basado en el entretenimiento y las relaciones sociales. Con esto no quiero decir que no haya quien lo haga, pero es la misma relacion de siempre con la diferencia de que la ubicuidad de voces disidentes o marginales es mayor. El señor Broncano se refiere al compromiso y responsabilidad eticos, asi entiendo yo, de los periodistas, de quien informa. Hay intereses sobre ciertos topics que debieran ser intereses de resolucion y denuncia y no mercantiles. Observo yo una manupilacion afectiva, miedo mediante y obsesion durante, entre los elementos de la agenda setting. Medios de comunicacion, politica, opinión pública. Y la opinión pública va perdiendo presión.

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