sábado, 13 de octubre de 2012

La raíz y la frontera

Desde siempre me ha perseguido la sombra de no ser suficientemente radical. Lo confieso. Es una sombra a veces escondida como reproche en las voces de otros y a veces en la voz interna de quien uno querría haber podido ser. Pero no. Si he vivido el radicalismo como horizonte ideal también lo he sentido como tentación. Porque, quizás, una de las formas de no ser suficientemente radical es ser radical.
Juegos de lenguaje que tienen que ver con nuestras prácticas: como ciudadanos o, como en mi caso, como filósofo.
Aprendo de Foucault (Nacimiento de la Biopolítica) que el término "radicalismo" surgió en la Inglaterra del XVIII para designar a los que reivindicaban derechos de "raíz" previa a la modernidad del estado incardinados en las formas anteriores de cultura. Y, efectivamente, radicalismo nos refiere a una topología vegetal de ramas y raíces, de lo profundo y lo superficial. Una  dicotomía en la que habitan mis culpas y tentaciones.
Me ocurre que leo últimamente a varios filósofos y filósofas (aquí está bien empleada la distinción) con quienes simpatizo mucho en sus actitudes ciudadanas, y tal vez bastante, pero no del todo, en sus actitudes ante el "sistema académico" y me dejo interpelar por su trabajo, por su implícito reproche, y ello me lleva de nuevo a un viejo problema de la existencia en la frontera que, desde mi punto de vista, tiene la filosofía: en el "betwenness", en las fronteras que ligan las imágenes, en las fronteras de la comprensión y lo misterioso, de lo científico y lo poético.
Hay formas y modos de radicalismo filosófico.
Está el radical que abandona las categorías culturales al uso por estar contaminadas del poder dominante para reivindicar una raíz profunda en las fuerzas de la vida o los lazos de la comunidad. Todo lo demás no sería sino sumisión. El radical al que me refiero entiende el pensamiento como "combate", sea como preparación para la revolución que viene o como resistencia desde la revolución que no fue. Pensar como violencia. Pensar desde la raíz. Tal es el reto.
Hay otro tipo de radical que reivindica la luz permanente de la Historia (de la filosofía), una vocación de radicalidad que lleva a un volver eterno a las raíces, a lo que ha sido traicionado o contaminado por la más reciente filosofía. También ellos te reprocharán siempre no ser suficientemente radical, no romper del todo los hilos que te atan a la superficie falsaria. Es una forma de radical que muchas veces  lleva a la incorrección política, a una suerte de dandismo filosófico más allá de las dicotomías entre conservadores y renovadores. Ser radical, aquí, como ser en un lenguaje que no es el lenguaje del habitus del día sino el saber oculto de una profesión a la que uno estaría convocado.
Un tercer tipo de radical en la aspiración a la pureza es el de quien toma partido en el reparto del odio  a la filosofía académica y a la filosofía mundana. El filósofo de gran audiencia, que considera bajo y menguado el espíritu pequeño-burgués del filósofo sometido y encerrado en la jaula de hierro de los sistemas de reconocimiento académico, que se ve reconocido por las pilas de sus obras en los nuevos sistemas de librería, en las páginas de los periódicos de alcance,.., frente al filósofo que desprecia como superficial y banal al filósofo-periodista que se acomoda a la moda y al lenguaje generacional.
Y me pregunto si vivir en la frontera es mediar o, quizá, estar en un tiempo y un espacio allí que no es el aquí (Remedios Zafra, #Despacio: una topología del estar yéndose de aquí por insoportable sin lograr un allí porque no pasan los trenes). Habito en una aldea de radicales y quisiera irme de aquí pero los trenes de alta velocidad no paran en esta aldea. Allí, en las ramas, sospecho, hay también profundidad. Allí, donde no hay raíces, sube la savia pero también llega el viento de la historia.

6 comentarios:

  1. Definitivamente también me siento rodeado en una aldea de radicales y en ya que yo me estoy creyendo ya radical por mi radicalidad de no estar con ellos.

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  2. No tengo tan claro que vivamos en la misma aldea: no "me siento rodeado de radicales". Quizá por vivir en esa aldea yo sea también radical en algunas formas, quizá menos en otras. Quien está "entre" no está "rodeado de" sino que vive en un lugar que se parece mucho a una estación de donde salen trenes a otra parte.

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  3. Évole, hace unos días, ha popularizado una aldea que "goza" de estación del Ave; el resto se conforma con sus aves y basta. A este resto lo más que les puede quedar es el "coche de línea", dos o tres veces por semana. Pero la aldea es un lugar (el "aquí")rodeado de otros lugares (el "allí") con un espacio que les une y que les permite comunicarse "despacio".En el aquí está la frontera, mi frontera, y en el allí está su frontera. Un no lugar donde caben radicales de aire diverso y no radicales. Radicales en tiempos precarios.

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  4. ¿Con Évole se refiere a Jordi Évole, el Follonero, el reportero protagonista del espacio "Salvados" de la cadena de TV "La Sexta"?. Se necesitan referencias, raíces y referencias, porque sin ambas cosas muchos -que no tenemos el enemigo en casa o no le vemos porque le tenemos apagado- no entendemos. ¿Y qué mejor que crear raíces ficticias, referencias ficticias, temas de (pre)ocupación ficticios por medio del enemigo multimedia (por otro lado, proclamado por los intereses económicos como amigo incondicional)?

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  5. "La frivolidad forma parte de la inteligencia" Carmen Lomana

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  6. Deberíamos reflexionar sobre la crítica al fenómeno del filósofo - vendedor de best-sellers. ¿Quienes son los que lo discuten y critican? Generalmente la comunidad académica, una comunidad encerrada en una torre de marfil elitista que, fuera de publicar en revistas especializadas, no ha buscado o bien no ha sabido encontrar formas efectivas para que el conocimiento, (la filosofía)fluya! Ciertamente hay vendedores - filósofs de best - seller que son auténticos blufs, pero también quisiera recordar una reflexión d'Eudald Carbonell: cualquier producción humana (ciència o filosofía) ha de contribuir al beneficio colectivo. Si no es así, se transforma en elitista y no sirve. ¿Qué dirian los antiguos griegos, los cuales no concebían una filosofía encerrada en si misma, si no una filosofia de agora?

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