domingo, 4 de agosto de 2013

Historia de los muros






Después de haberme puesto tan plasta últimamente con los zombis no podía dejar de comentar el reciente estreno de  World War Z, la versión cinematográfica de de Marc Foster (Monster's Ball, 2001 y Quantum of Solace, 2008, paradigma del Bond del nuevo siglo) de la  novela fundacional de Max Brooks del mismo título, publicada en 2006 y convertida en manifiesto del género (el Neuromancer de los zombies, me parece).

La película pertenece a la nueva estrategia de Hollywood de responder mediante productos de espectacularidad barroca al desafío y la amenaza que suponen las series de televisión para el cine. En este caso, a The Walking Dead. No es más y no es menos que esto. Parte de su interés, sin embargo, reside en haberle puesto imágenes a la historia de Max Brooks, una novela que acabo de elevar a representante del género. Se ha dicho y repetido por la crítica del estreno que WWZ, película, pierde el componente crítico y político de la novela entregando a cambio entretenimiento y distracción. Bueno, sí, no, depende. Hay que plantearse antes la diferencia entre pensar con conceptos, pensar con relatos y pensar con imágenes. WWZ, película, pertenece a esta última opción, aunque no haya estado en la intención de Brad Pitt (su empresa Plan B Entertainment compró los derechos cinematográficos de la novela) la intención de pensar mucho. Pero es lo que tienen las imágenes, que crean y transmiten significados por ellas mismas. 

De WWZ me quedo con una imagen (una secuencia y una escena, en realidad): el asalto zombi al muro que protege Jerusalén, convertida en refugio último contra los zombis en un mundo ya apocalíptico que ha perdido la guerra contra estos bichos. Si el relato de Max Brooks tiene como horizonte el desastre de gestión de un mundo globalizado, WWZ le pone imagen con esta increíble escena de asalto a una muralla. 

Los muros son una figura inserta en la cultura de Israel. Su historia como pueblo comienza con el asalto a los muros de Jericó y continúa con la construcción del muro que lo separa de Palestina. El asalto zombi al muro, pues, no oculta su intención metafórica. Lo interesante de la imagen es que resume en pocas imágenes el debate que proponía la novela: en una situación de desgobierno, ¿qué es mejor, levantar muros o enfrentarse a campo abierto con el desastre? El desbordamiento de lo que resultaba ser el último refugio resuelve implacablemente la cuestión. Solo por esta escena merece una atención la película. Es, me atrevo irresponsablemente a proponer, un nuevo tratado de filosofía política contemporánea en unas pocas imágenes.

Los zombis han tenido dos versiones filosóficas en las últimas décadas. En los años noventa del siglo pasado se convirtieron en la principal representación de la conciencia y su otro. Todo filósofo de la mente que se preciaba en aquellos días tenía que responder a las preguntas que planteaba la idea del zombi sobre la posible función de la conciencia (pues si un zombie es como una persona normal exceptuando que no tiene conciencia, ¿cuál es entonces la función de la conciencia?). En el nuevo siglo los zombis se han convertido en la metáfora del estado y su otro. Zombi es todo lo que reduce la sociedad a su estado de naturaleza. De ahí la potencia imaginística de la caída del muro de Jerusalén.

Como sabemos, la polis fue la respuesta al estado de naturaleza. Los humanos erigieron muros y tras ellos construyeron el estado: instituciones, ágoras, derechos y deberes, príncipes y ciudadanos. Fuera estaba la naturaleza, dentro la cultura. ¿Qué es lo nuevo entonces de la metáfora zombi? Me parece que está en la propuesta de la inutilidad de los muros en un mundo globalizado. Ya no hay muros que valgan. Lo otro asalta los muros más altos. Lo otro no deja la opción del refugio como alternativa política. 

Max Brooks hacía esa pregunta a través de la investigación del personaje central de la novela, un investigador de las Naciones Unidas que trata de dar respuesta a por qué se inició y por qué se perdió la guerra mundial zombi. El planteamiento es inteligente: las Naciones Unidas nacieron como respuesta a una guerra mundial (de hecho a la guerra mundial que recorrió de forma única aunque polimórfica el siglo pasado) y es ahora el lugar para preguntarse por qué no sirven ya las respuestas sobre las que se basó la historia del príncipe: el estado nación como refugio último. 

Brad Pitt escapando de Jerusalén invadida para encontrar la respuesta en otra parte es una de las nuevas carátulas que podrían podrían ponerse al Leviatán contemporáneo que aún está por escribir



7 comentarios:

  1. Quizá haya que pensar que la razón por la que no sirven ya los muros no se debe a la insuficiencia de estos, sino a la naturaleza del enemigo. El nuevo enemigo no admite la existencia de fronteras como resistencia. Al respecto, creo recomendable "La sociedad del cansancio."

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  2. Ese "pensar en imágenes" difiere mucho entonces de "pensar en la imagen". Los zombis de esta película, tratados con el mismo software con el que generan los movimientos del agua, sirven, como bien dices, de ariete contra el muro. Pero ese ariete es simplemente un filo que atraviesa el obstáculo de la escena. Si Brad sube escaleras, entonces el zombi sabrá perseguirle, si cierra la puerta tras él, el zombi no sabrá abrirla, aunque sí sabrá hacerlo si ha de perseguirlo más allá del obstáculo. Esta manera aleatoria de otorgarle comportamientos cognitivos según se plantee el muro es, a mi parecer, la forma blanda y jabonosa a la que se enfrenta la narración cinematográfica contemporánea.
    Precisamente lo que hace Max Brooks es, no levantar el muro, si no dar cuenta del tremendo abismo. La película allana cualquier desnivel, conjura a los personajes en el mismo plano y los nivela. Y eso sería maravilloso si la película fuera una "muerte roja" de Poe, pero por desgracia es sólo un triunfo en la devastación de una idea como la de Brooks, cuyo letimotiv es cifrar toda la trama en la vivencia personal, en el "una vez que el muro ha caído, ¿qué levantarías tú en su lugar? ¿Qué harás para destruir el puente que se ha tejido entre los dos lados del abismo?".

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  3. Hola Fernando,

    Estoy de acuerdo en que el fotograma de arriba es lo mejor de la película. Los muros son inútiles en un mundo globalizado.

    Pero poniendo en contexto la imagen recuerdo que, antes de que los zombis levanten su escalera de no-muertos, se hace una apología de los muros y la política militar israelí. La caída de Jerusalén se produce por un exceso de solidaridad :)

    Salvan a demasiados árabes abriendo sus fronteras. Esos controles inhumanos a que someten a los palestinos de repente parecen justificados. Convertir a los palestinos al modo de vida occidental es la única forma de evitar que florezca el instinto terrorista inscrito en el ADN islamista.

    Pero una vez dentro los árabes conservan sus costumbres, se ponen a rezar y a dar gritos y entonces es cuando sucede la catástrofe. Han sido demasiado blandos, demasiado tolerantes. Moraleja: los muros bien altos, sálvese quien pueda y menos religión y más ejército.

    Quiero decir que, además de tu interpretación, creo que hay un serio componente propagandístico defendiendo la actual política de Israel. Los escalera de no-muertos es el método de los "terroristas suicidas". La tolerancia y la apertura de los muros (las hojas de ruta de la ONU) son el detonante del apocalipsis.

    Si yo fuese palestino y viviese en Gaza creo que me moriría de risa al ver la peli, si antes no me disparan un misil.

    Saludos.
    Eugenio Sánchez

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  4. Gracias por los comentarios. Por supuesto que la película lleva dentro todo el conservadurismo del cine hollywoodense contemporáneo. Más incluso que el tratamiento de los zombis o de la posición de Israel es la misma idea de que haya un héroe que salve al mundo lo que hace de la película otra versión mesiánica del héroe. Pero mi punto es que lo que hacen las imágenes con nosotros a veces está más allá de lo que quieren que hagan sus productores. La ideología siempre tiene que usar un medio para transmitirse, pero ese medio es a veces mucho más autónomo de lo que desearía el ideólogo.

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  5. la verdad es que es lo más interesante del largometraje es donde el héroe mesiánico encuentra LA RESPUESTA a cambio del sacrificio de unos cuantos, porque al fin y al cabo qué son todas esas contingencias salvadas por EL BUEN SAMARITANO (Israel). yo particularmente me veo del lado del zombie que cruza salta rebasa fronteras y desea cuerpos sanos, porque es estúpido comer algo enfermo.

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  6. Por defender la postura opuesta a Pitt habéis pasado al bando de los zombies... no sabéis que los gumanos han de estar con Pitt y con DiCaspio?

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  7. Creo que lo mejor de la película es que es la narración de un fracaso ya anunciado, irrevocable, escrito en el comienzo de la historia. Se ha ganado tiempo, sólo eso. Lo llamativo del protagonista es que busca respuestas allí donde sospecha que nos las puede encontrar. Busca respuestas, pero sin una hoja de ruta, y ello porque ha sido educado en unos valores y creencias que ya no sirven para comprender la naturaleza de lo otro, de lo radicalmente otro. La película no pretende ser apocalíptica ni esperanzadora. Tan sólo anunciadora de que el comienzo está por venir, de que todavía estamos en pañales en cuestión de Z.

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