miércoles, 28 de octubre de 2020

Ernesto Sosa y la epistemología de virtudes

 




En estos breves minutos, Fernando Broncano-Berrocal y yo mismo queremos sumarnos al homenaje a Ernesto Sosa con un sentimiento común de haber desarrollado nuestras respectivas trayectorias bajo la sombra de su filosofía y también de su amistad. Dado lo escaso del tiempo nos limitaremos a subrayar lo que consideramos que son los puntos centrales que nos han influido como filósofos, que consideramos logros filosóficos de la mayor importancia. Como bien sabemos todos los que le hemos leído desde hace tantos años las preocupaciones y textos de Ernesto adoptan una forma espiral: giran siempre alrededor de los mismos puntos, pero expandiendo en cada curva el alcance filosófico al modo de la espiral logarítmica de Jakob Bernouilli (eadem mutata resurgo). Su punto de partida son las tradicionales dicotomías entre el coherentismo y el fundamentismo, el internismo y el externismo, el escepticismo y el dogmatismo de la certidumbre, así como otras de importancia más periférica alrededor del naturalismo, la referencia, la causalidad o el realismo. En resumen, las coordenadas básicas de la filosofía analítica contemporánea. Pero en esta continuidad se pueden observar tres aportaciones trascendentales para la filosofía que van más allá de los límites de la epistemología académica. Así, encontramos tres etapas significativas en esta expansión de su pensamiento, que básicamente coinciden con sus libros que recogen los artículos y las discusiones llevados a cabo en el ínterin.

El giro o momento perspectivista

Aunque Ernesto escribió artículos importantes ya en los sesenta, fue la década de los ochenta donde su voz adquirió una autoridad relevante en el panorama filosófico. Era el momento de mayor predicamento de las filosofías postmodernas hasta el punto de que Rorty y Putnam, entre otros, habían abandonado sus anteriores posiciones naturalistas y realistas por una suerte de neopragmatismo en versión posmoderna.

Ernesto entendió muy bien lo que estaba en juego. En varios artículos entre los que destacan “La balsa y la pirámide”, “Naturaleza sin espejos, epistemología naturalizada” o la citada “Filosofía seria y libertad de espíritu” mostró que muchas controversias académicas agrias estaban equivocando la diana filosófica y no acertaban por ello con los puntos en juego.  En Knowledge in Perspective (1991) aún no había desarrollado del todo la teoría de virtudes, pero el centro de su texto era ya original e inspirador para encontrar salidas a disputas inacabables. En esencia, su posición era que no había que elegir entre el relativismo al que condenaba el coherentismo o al punto de vista del ojo de Dios que proponía el fundamentismo. Proponía el perspectivismo (un término que para los hispanos nos lleva a Ortega) que en esencia afirma que la idea de perspectiva no tiene sentido sin suponer un espacio objetivo donde están presentes todas las perspectivas, pero que al tiempo es la condición natural de todo sujeto cognoscente: la perspectiva de su campo de creencias, de sus facultades, de la comunidad epistémica en la que está inserto y las circunstancias particulares del acto cognitivo. De las filosofías pragmatista y posmoderna recogía la idea de situacionalidad y de la filosofía más académica la de objetividad. La noción de perspectiva tiene una potencia  de análisis muy productiva: al mismo tiempo que describe la situación del sujeto permite introducir de forma natural la normatividad y la evaluación epistémica. Permite, por ejemplo, hablar de mejores o peores perspectivas y por ello desarrollar el concepto tan central para la epistemología de posición epistémica como algo que puede ser evaluado normativamente.

Aunque en el libro ya aparecía la idea de virtudes epistémicas como sustrato de este perspectivismo, aún Sosa no había desarrollado completamente la diferencia de la teoría de virtudes con el fiabilismo de Goldman que entonces comenzaba a dejarse oír.  Pero Sosa ya había manifestado una pasmosa capacidad de escucha y de comprensión de puntos de vista que parecían contradictorios. Es curioso que en un momento del libro parece reconocer que su posición es una suerte de pragmatismo a la Peirce, que define así: “La humanidad no puede jactarse de que la razón da acceso infalible a toda la realidad (incluso en principio), y sin embargo podemos confiar en nuestros esfuerzos que unen la coherencia racional con la exploración perceptiva. (En realidad no es que tengamos muchas opciones.)” (pg. 213). Aquí y en muchos párrafos del libro se puede observar que la mirada de su filosofía tenía un alcance más largo que las divisiones y polarizaciones del momento, pero sobre todo anunciaban una forma de hacer epistemología que iba más allá del mero análisis lingüístico del “S sabe que p” en que se había encerrado la filosofía analítica de las dos décadas anteriores. Poco a poco la epistemología de virtudes que aquí se anunciaba iba a recibir la atención que merecía.

El giro o momento metafísico

Los dos volúmenes sobre epistemología de virtudes de 2007 y 2009 respectivamente son la respuesta a la creciente atención que la epistemología de virtudes había ido recibiendo a lo largo de las casi dos décadas que los separan de Knowledge in Perspective. Fue una larga trayectoria en la que progresivamente el fiabilismo se fue disolviendo y la epistemología de virtudes fue convirtiéndose en una corriente ampliamente seguida y discutida, llegando a ser, como ocurre ahora, el paradigma dominante en epistemología.  En los círculos académicos la epistemología de virtudes competía con ciertas formas de fiabilismo y sobre todo contra el contextualismo, una corriente de la que cabe sospechar que había tomado mucho prestado del perspectivismo de Sosa sin reconocerlo abiertamente.

En estos dos libros, la estrategia de Sosa es análoga que al de la ética de virtudes en tanto que pretende explicar propiedades evaluativas o normativas (como correcto, incorrecto, malo, bueno, valioso, etc.) como propiedades sobrevinientes sobre propiedades no evaluativas que pueden ser descritas neutralmente. Así, en ética de virtudes, las acciones moralmente correctas son acciones que se explican por el hecho de haber sido debidas a, o fruto de, o promovidas por, virtudes morales estables. De forma análoga, creencias justificadas o conocidas (o creencias con cualquier tipo de propiedad epistémica) son creencias que se explican por el hecho de haber sido debidas a, o fruto de, o promovidas por, virtudes intelectuales estables. Puede haber desacuerdos acerca de cómo describir "neutralmente" las propiedades no normativas (las virtudes en cuestión), pero esta estrategia para conceptualizar las propiedades epistémicas normativas como el conocimiento o la justificación (en términos de propiedades no normativas de los agentes) es lo que ha creado el campo de cultivo para multitud de teorías de virtudes (y para unificar por ejemplo coherentismo y fundacionalismo, internismo e externismo etc.) Si algo caracteriza a la filosofía de Ernesto es, repetimos otra vez, la voluntad de dar una visión unitaria de lo mejor de cada una de las teorías en desacuerdo.

En las dos obras, Ernesto expuso la forma canónica de la creencia apta y del conocimiento reflexivo que constituyen el centro de la epistemología de virtudes, dejando claras las diferencias con el fiabilismo, el contextualismo y el naturalismo. Dejando a un lado todo el aparato técnico que desarrolla en el libro (aptness as accuracy because adroitness) y que ha sido discutido en innumerables lugares, desde nuestro punto de vista hay algo revolucionario en estos volúmenes para la epistemología y creemos que también para la filosofía en general. Frente a la epistemología académica, que mayoritariamente se había centrado bien en el significado del término “conocimiento” bien en las prácticas de adscripción del calificativo de “conocimiento”, Sosa respondía que la tarea de desentrañar qué sea el conocimiento es una tarea metafísica. Ni es semántica ni es tampoco la descripción de un proceso natural. Cuando Sosa define el conocimiento como un logro epistémico no por suerte que manifiesta competencia está introduciendo términos evaluativos densos (thick) que trascienden la dicotomía de lo descriptivo-normativo. “Logro” y “manifestación” son conceptos claramente metafísicos que se oponen a una noción causalmente plana del orden causal y nos lleva al gran problema metafísico de la huella de lo humano en la trama del destino o de la suerte. Después de Ernesto la epistemología se integra o quizás se reintegra a las grandes líneas de la filosofía de todos los tiempos. Desde la época del positivismo lógico no había habido una reivindicación de la epistemología tan clara, pero en este caso revirtiendo el giro lingüístico hacia un giro metafísico.

El giro o momento agencial

Aunque la agencia epistémica ha estado siempre presente en la obra de Ernesto, en sus dos últimos libros Knowing Full Well y Epistemic Explanations se convierte en una columna central de la epistemología de virtudes y, lo que consideramos como algo muy interesante, una integración completa de la epistemología en una visión normativa del ser humano. Aunque sin duda Descartes es el filósofo clásico más citado por Sosa, hasta el punto de que podría decirse que su filosofía es una suerte de neocartesianismo sin los estereotipos que se suelen adscribir al cartesianismo, nos atrevemos a situar su filosofía en un marco más amplio histórico que tiene que ver con el humanismo. Ya en la tradición escolástica, pero mucho más claramente en la filosofía del humanismo italiano, la pregunta central de la filosofía es la cuestión de la singularidad del ser humano. Los filósofos renacentistas propusieron como ideal de la excelencia humana el triunfo de la virtú contra la fortuna. La virtú es para el humanismo todo el conjunto de disposiciones que permite al ser humano triunfar sobre las contingencias en las diversas formas de la suerte y el destino.

En Knowing Full Well Ernesto sostiene que el conocimiento es un caso particular de actuación apta, así, el juicio que termina en una afirmación de creencia, la decisión que activa una acción y obtiene un resultado, como el caso de Diana la cazadora, e incluso el juicio y la decisión morales que nos permiten reconocer lo adecuado o no de una acción, comparten una misma estructura agencial que distingue a lo propiamente humano. Los humanistas florentinos decían que la gloria es el reconocimiento que recibe el agente por haber logrado lo que se propuso. Hoy lo llamaríamos menos épicamente el crédito. Y Sosa, con su modestia analítica característica  llama en Epistemic explanations el impulso por el logro normatividad télica. En Epistemic explanations, además, completa el giro agencial respondiendo, como siempre hace, a las diversas críticas, y proponiendo que que el trasfondo metafísico del conocimiento debe llevar a una teoría compleja de la agencia en la que se distingue una gradación que va desde el mero intento al logro completo.

En los ámbitos académicos, la filosofía de Ernesto Sosa se discute en sus detalles más técnicos, como corresponde a la buena filosofía analítica, pero en esta breve intervención hemos querido enmarcar los pasos centrales del desarrollo de su filosofía en un contexto más general en el que la epistemología profesional se convierte en una pregunta mucho más profunda sobre cuál es el lugar del conocimiento en la condición humana y cómo debemos situar las tradicionales disputas sobre el escepticismo en una tradición mucho más larga que habla de cuáles son las condiciones de logro o fracaso de nuestros planes y proyectos, donde la voluntad de intentar, la constitución, las competencia y la condición contingente y social nos permiten explicar por qué a pesar de la suerte en algunas ocasiones logramos lo que queríamos. Es algo que hace de la filosofía de Ernesto Sosa una aportación a la vez clásica y muy oportuna en nuestro tiempo. Tomando prestado de Daniel Dennett una metáfora, diríamos que la filosofía de Ernesto Sosa ha sido para nosotros como una cama elástica en la que cada vez que presionábamos más alcanzábamos más altura de miradas.

Ernesto Sosa (2018) La epistemología de virtudes (I) Creencia apta y conocimiento reflexivo, Editorial de la Universidad de Zaragoza

Ernesto Sosa (2014 Con pleno conocimiento, Editorial de la Universidad de Zaragoza

Sobre Fernando Broncano-Berrocal: https://www.fbroncano-berrocal.com/


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