domingo, 6 de junio de 2021

El tiempo de las editoriales


Cuando Virginia Woolf y su compañero Leonard Woolf decidieron cambiar el rumbo de la literatura contemporánea fundaron Hogarth Press. La industria editorial ha sido en la edad contemporánea la base material de todos las estrategias de cambio en la cultura. Las editoriales han sido a la prensa lo que la estrategia a la táctica: de nuevo, la base material de la influencia en la percepción y el conocimiento del mundo. 

El libro de Jordi Gracia Javier Pradera o el poder de la izquierda es muchas cosas: una biografía hagiográfica de este poderoso personaje, una (nueva, reiterativa) legitimación de la transición y, lo más interesante, una historia del paso del poder de las editoriales FCE, Siglo XXI y, sobre todo Alianza Editorial, al poder de El País en la modelación del pensamiento de la izquierda que participó en esta época histórica. Alianza Editorial fue, a diferencia de las múltiples editoriales a su izquierda el más poderoso agente educador de una nueva élite universitaria que habría de regir la España de los años ochenta. Fue también la toma del poder editorial de Madrid sobre el poder catalán en la industria editorial. Uno de los momentos más significativos del cierre de la hegemonía creadora de pensamiento de esta época fue la decisión de enviar a la hoguera (o lo que sea su mecánica en la industria) el fondo de Alianza, que suscitó algunas repercusiones en la prensa, ahora no recuerdo el año de este siglo. Jordi Gracia ha explicado una parte del trasfondo de la creación de esta editorial y de la confabulación de intelectuales y empresarios que llevó a la conversión de una editorial en el proyecto de transformación política más profunda contemporánea, aún más que la emergencia del Psoe con el apoyo socialdemócrata alemán y la crisis del PCE.

Está por escribir (desde mi corto conocimiento de la historiografía española) la historia e importancia de las editoriales en la resistencia al franquismo. Hay, por supuesto, muchas biografías o memorias de editores y periodistas, pero no sé cuánto trabajo de historiografía sobre las relaciones entre movimientos, partidos, grupos de influencia cultural e historia editorial. Los alrededores del Partido Comunista y del PSUC fueron bastante activos en la creación de editoriales, alguna de las cuales sigue aún activa, pero no fue la única iniciativa. Muchos otros movimientos de resistencia al franquismo entendieron que no hay cambio histórico sin cambio editorial. 

Querría dejar en esta breve nota mi recuerdo agradecido, no melancólico, de una de esas empresas editoriales: la editorial ZYX, perseguida con saña por el gobierno de Fraga hasta el punto que tuvo que reinventarse en la editorial Zero. No puedo aportar los datos que me gustaría en parte por desconocimiento y en parte por mi mala memoria de nombres y caras. Tal vez alguien lea estas líneas y me ayude, nos ayude, con datos, fechas, nombres y episodios.

ZYX fue una creación de los militantes de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) que tenían una sensibilidad mayor hacia el pensamiento libertario. Con el triunfo franquista y la represión, la resistencia se reconstruyó de muchas formas, una de ellas fue la integración en las organizaciones sociales de la Iglesia, que sobre todo después del Concilio Vaticano II se abrió a una acción política notable: la Acción Católica tuvo ramas conservadoras que formaron a una parte de las élites del franquismo no falangistas o del Opus, pero otras ramas como la JOC, la JEC y, sobre todo la HOAC sirvieron de refugio y lugar de resistencia. En particular, en la HOAC encontraron acomodo en la posguerra personas de sensibilidad o militancia directa anarquista, provenientes de la CNT. La editorial ZYX fue una creación de estos militantes.

ZYX fue siempre más que una editorial. Una parte suya era el trabajo editorial tradicional de distribución en librerías, otra parte, la más importante era la cobertura frágil de una militancia que fue tomando una conciencia política creciente desde la segunda mitad de los sesenta hasta la transición avanzada. La venta de libros en puestos de la calle era uno de los medios para contactar con la literalmente "gente de la calle" que se animaba temerosa a acercarse al puesto y entablar conversación. La base militante de la editorial tenia entre una de sus varias obligaciones esta tarea en parte comercial y sobre todo conversatoria. No era una tarea sencilla, siempre bajo la vigilancia de la temida Social, pero recordaba (y así se recordaba) las tareas de la prensa proletaria del siglo XIX y XX. 

Entre la cobertura de la HOAC y los puestos de la calle, la editorial ZYX-Zero fue creando una línea de pensamiento que primero tuvo un carácter entre obrerista y cristiano-libertario, muy cercano al sindicalismo revolucionario francés y muy unido al movimiento de los curas obreros de los años sesenta (prácticamente todos en el marco de la HOAC y de ZYX, excluyendo algunos más próximos al comunismo). En los años setenta, la militancia fue creando una sensibilidad política creciente y creó una red de contactos estrecha con los grupos autonomistas italianos y algunos movimientos revolucionarios latinoamericanos como el MIR y otros grupos. El libro que aparece en la ilustración de arriba fue la forma editorial del documento declaratorio de la constitución de esa militancia en un movimiento que se llamó Liberación, y que no aparece en las historias porque uno de sus principios era no firmar ningún panfleto ni declaración propios sino participar únicamente en movimientos unitarios de barrio, empresa o universidad. Solo tardíamente se editó un boletín con ese nombre. Constituyó una corriente o sector dentro de la HOAC que terminó creando tensiones internas y rupturas dolorosas. 

Es una historia por contar, como muchas otras, que hoy quería recordar aquí porque por estas fechas,  1971, además de mis exámenes de Preuniversitario e ingreso en la universidad fueron también las de mi acercamiento e integración en esta editorial y en el movimiento asociado. Pero sobre todo quería recordar el aspecto material de las tradiciones de resistencia. La militancia de aquellos años tenía un componente organizativo y verbal, de montaje e intervención en conversaciones, asambleas y movimientos y un componente material, más tedioso pero más importante: buscar locales, crear materiales, editarlos abiertamente desafiando a la censura o clandestinos (pasarte tardes en la multicopiadora o la vietnamita) desafiando a la policía, trasladando los papeles, haciendo buzonadas. 

Ojalá haya historiadores por ahí que se animen. En unos años habrá que hacer la historia de las iniciativas menos materiales: páginas, blogs, etc., pero la historia editorial debería ser ahora una de las obligatorias tareas de alguna editorial aunque solo sea por autoconciencia de su importancia histórica. 

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