jueves, 9 de abril de 2009

La encina herida

Estas vacaciones, un poco dubitante acerca de mis deberes y ocios, acabo haciendo lo que casi siempre acabo haciendo: releer a Rudyard Kipling. Había mirado con deseo varias veces la reciente y hermosísima traducción de sus últimos cuentos por Catalina Martínez en Acantilado (los dioses cuiden a esos editores y a sus sucesores: somos legión los que desearíamos poseer su colección completa, y aún leerla). Me daba a veces apuro confesar que era un lector impenitente de su obra hasta que leí la primera frase del Prólogo a El informe de Brodie de Borges, que transcribo orgulloso: "Los últimos relatos de Kipling fueron no menos laberínticos y angustiosos que los de Kafka o los de James, a los que sin duda supera; ... No pocos (...) son lacónicas obras maestras; alguna vez pensé que lo que ha concebido y ejecutado un muchacho genial puede ser imitado sin inmodestia por un hombre en los lindes de la vejez, que conoce el oficio". Leí de adolescente compulsivamente Stalky & Cía identificándome con el joven Beetle sorteando la miseria del internado. Conjeturé años después que el personaje (autobiográfico) pudo inspirar al Julio Samsa de La Metamorfosis (al menos el nombre). Nunca leí a Kipling como un autor para jóvenes e imperialista: el juicio de Borges es exacto. Al leer Bee, bee, ovejita negra me dejó pensativo la última frase del relato: "pues cuando unos labios jóvenes han bebido de las profundas y amargas aguas del odio, la sospecha y la desesperación, todo el amor del mundo no basta para borrar ese descubrimiento; aunque por un instante el amor pueda volver hacia la luz los ojos oscurecidos, y enseñar fe donde antes no la había". Terribles palabras sobre la vulnerabilidad de los niños y jóvenes sometidos a la arbitrariedad y autoritarismo. Casi todos los personajes de Kipling, incluso los más entrañables que aparecen en Kim, El libro de las tierras vírgenes, o Historias de Puck tratan de jóvenes que tienen que sobrevivir a sus educadores.
Pensaba en ellas paseando por los encinares (otra de las inevitables re-ocupaciones cuando nada importa más) y observando lo que el tiempo hace con las rocas graníticas del berrocal:


Hermosa piedra rota. Parecería que nada hay más invulnerable que la piedra, pero lleva la fragilidad en el corazón. El tiempo y lo hielos la manifiestan. Los encinares que rodeaban la piedra parecían refutar esta melancólica observación. Cientos de años de vida esplendorosa:




Parecían las encinas sobrevivir a sus peores enemigos. La Raya de Portugal, la inmensa dehesa desde Zamora a Huelva: un ejemplo inabarcable de voluntad de vida (lo que más me hirió de Aznar, en su reinado, fue la respuesta que dió una vez a un periodista que le había preguntado en una cumbre hispano-portuguesa por si habían hablado de los problemas de la Raya de Portugal: "¿La Raya? ¿Qué es la Raya?,¡ je, je!). Sobreviven las encinas en su majestuosa belleza a todos los aznares. Están ahí desde los vetones, comedores de bellotas, sacrificadores de enemigos y constructores de castros.
Me preguntaba si quienes creen, como Kant, en la metáfora del "fuste torcido de la Humanidad", habrán llegado a saber alguna vez que sólo hieren pero no educan. Me consolaba pensar que, como los personajes de Kipling, las encinas se las arrreglan para sortear con astucia a los enderezadores.
Entonces la encontré. También ella había sido herida:

2 comentarios:

  1. Seguro que la ha visto,'Los cuatrocientos golpes', de Truffaut. Yo la vi ayer, en un contexto extrañamente familiar, y disfruté de cada detalle. Como en el cuento de Kiplin, el chaval se hace y se deshace a golpes del desamor primordial, el de la madre, pero, como la encina, llega a ver el mar. No sabemos lo que encuentra, su rostro no manifiesta nada nuevo, pero sus pies corrieron sin cesar hasta llegar él y verse arropados por sus aguas.

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  2. Be! Be! ovejita negra


    curiosidad: ¿Julio Samsa es una inspiración del Georg de kafka cruzado con tu recuerdo de Stalky?

    Me parece muy acertado comparar esto que cuentas con Kafka.

    Esa cita de ¿Kipling?: beber del odio y decir que todo el x del mundo no basta para borrarlo.

    Digo "x" porque al ponerle ese "todo el del mundo", parece que ya es ilógico llamarlo, por ejemplo, amor.

    "Ya nada podrá serme restituido".
    Kafka, diarios

    La roca y el árbol... me ha gustado mucho este post.

    Te dejo una cita de una peli muy recomendable:
    "Sabemos que caemos pero lo que importa es el aterrizaje" cito de memoria de la película La Haine.

    También el link de mi blog de certezas de cero, al que no le vendrá mal que lo sobrevueles alguna vez.

    Un saludo.

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