
PhotoEspaña de esta temporada expone en el ICO una revisión de los grandes temas de Dorothea Lange, la gran testigo de las zonas oscuras de unos tiempos en los que Norteamérica sufría la gran crisis económica el primer tercio del siglo XX: las colas de los parados, la ruina de los jornaleros del Medio Oeste, el encierro en campos de concentración de ciento cincuenta mil americanos de origen japonés.



Lo que más impresiona de sus fotografías, en un tiempo en que ya lo hemos visto todo, en los que no hay desastre ni crueldad que no haya sido registrado, en los que nuestros ojos ya se han acorchado, es que sus fotos disparan una alarma de paradoja que no estaba en el archivo mental, de nuestro imaginario contemporáneo: en sus fotografías, los absolutamente pobres y vencidos son seres que unos años después se habrían de convertir en el prototipo de la salud, la riqueza, la seguridad, el mundo desarrollado. Blancos de origen centroeuropeo que emigran por las estepas desérticas de Nuevo Méjico, intentando llegar a California a ver si son contratados para recoger fruta. Autos averiados en la mitad de una carretera infinita. Niños de ojos y cara hermosa que miran más allá de la cámara a un mundo de caramelos. Sólo ha fotografiado algún trabajador mejicano y unos pocos negros, los demás son blancos arruinados, "white trash" que dicen en los estados del sur


Otras veces, ya no hay ironía, sino asombro y furia_


Cuando hizo la foto icónica, esta mujer, cuenta, llevaba una semana comiendo coles heladas que habían sido abandonadas en el campo y pájaros que cazaban sus hijos. Tomó seis fotografías. Una de ellas se convirtió en icono, pero la media docena de imágenes de esta mujer de 31 años expresan cuál es el rostro de la derrota de una clase que describieron también en palabras John Steinbeck y en imágenes John Ford en Las uvas de la ira. Pero Lange registró los rostros reales de la gente. Sus caras y cuerpos presentaban y no representaban el estado de la crisis.
No puedo menos que comparar a Dorothea Lange con Annie Leibovitz, también expuesta en PhotoEspaña (hay que esperar una larga cola para verla). La mirada de Leibovitz expresa el encanto por los encantadores y poderosos, que aparecen en sus fotos transfigurados en una arcadia de belleza y color:

Formas de mirar.
Curiosamente, Dorothea Lange siempre trabajó para el Gobierno, para varias agencias que le encargaron crear un archivo histórico de lo que estaba pasando, de imágenes que eran una prueba de que las cosas no iban bien. Incluidas las imágenes del encierro de japoneses.
Me hace añorar una sociedad que pese a todo conserva mucha capacidad crítica: ¿por qué no tenemos, especialmente ahora, una Dorothea Lange? ¿Quizá faltan fotógrafas que registren la cara oscura? ¿Quizá faltan agencias que quieran registrarla?