martes, 4 de enero de 2011

Demasiada realidad




Coinciden en la Tate Modern dos exposiciones que me han hecho dar nuevas vueltas a mis distancias con las tesis debordianas de la sociedad del espectáculo y las derivas posteriores del simulacro y all that jazz. La primera es una retrospectiva muy amplia de Gaugin, la segunda es la instalación de Ai WeiWei Sunflowers Seeds (pipas de girasol)

La exposición de Gaugin se ordena en relación con el impacto que tuvo sobre Gaugin la exposición universal de 1878 en París, cuando se abrió en museo de Antropología del Trocadero, donde se pretendía una colección de todos los "tipos" humanos. Las relaciones entre el origen de la etnografía y el imperialismo están suficientemente señalados, así como la cierta mirada presuntamente objetivizante de la fotografía en la construcción de la imagen del salvaje. Pero no se ha reparado mucho, creo, en la subversión de lo real que aportan los fauvistas. A la fotografía "real" respondió Gaugin desarrollando una subversión imaginaria del mundo salvaje. Donde el antropólogo veía salvajismo (todavía Levi Strauss hablaba de pensamiento salvaje) Gaugin vio la esquina del paraíso, un mundo otro donde la imagen oficial era la de la choza y la mujer con lo pechos descubiertos. Bien sabía Gaugin, en su viaje interior a los mares del sur, que lo que le rodeaba no era ya salvajismo sino explotación, esclavismo para las mujeres y alcoholismo para los hombres. Pero él subvirtió las imágenes y creó un Tahiti soñado con mujeres ensimismadas y misteriosos títulos en un lenguaje que él ignoraba, pero del que tomaba prestadas palabras sonoras para ponerle música a sus imágenes.

Ai Weiwei está en la otra esquina del paraíso, sea cuál sea. En la China postcomunista, ha presentado una instalación que cala profundo en el destino del arte contemporáneo. Decenas de metros cuadrados llenos de pipas. Pero cada pipa está hecha de cerámica y pintada a mano. Cientos de mujeres de una aldea que en la china imperial elaboraba la cerámica para el emperador, fueron contratadas para elaborar los millones de pipas, cada una diferente, para después ser cocidas, lavadas, empaquetadas y enviadas a Londres. Una tarea de chinos: Weiwei ha captado perfectamente el sino de la imagen en la era del capitalismo cultural.






Todo es espectáculo, sostiene la teoría de la sociedad del espectáculo. Pero lo cierto es que perecemos de realidad. Se ha tomado demasiado en serio la idea de que, porque la realidad se vea como imagen, todo es simulacro. Pero hemos perdido a Gaugin: hemos perdido la capacidad de subvertir lo real y transfigurarlo, de crear realidades imaginadas, porque ya nos hemos emponzoñado de realidad. En cien años hemos tirado a la basura nuestra capacidad de imaginar. Sostiene Zizek que la realidad se ha hecho ideológica. Demasiada realidad.

1 comentario: